¿Cómo nos sentimos cuando estamos rodeados de gente con caras amargadas? Quiera uno o no, el rostro de uno no es una propiedad privada ya que se expone constantemente al público. Por ello, tenemos la responsabilidad de sonreír independientemente de cómo nos sintamos. Por otro lado una pequeña sonrisa puede tener un gran alcance…

Angelina, una joven sudamericana, hizo el viaje de sus sueños. Al terminar su carrera universitaria decidió conocer parte del mundo, así que se fue a Europa en un plan de aventura. Recorrió varios países, visitó lugares preciosos que la llenaron de asombro y por las noches, se sentaba a mandar cartas a sus familiares y amigos queriendo compartir con ellos, todo aquello que ella estaba viviendo en esos momentos tan especiales de su vida.

En un albergue juvenil en Suiza, Angelina se encontraba escribiendo en su cuarto, donde había aproximadamente unas 16 literas y jóvenes de distintos países que entraban y salían de la habitación. Angelina extendía una dulce sonrisa a toda persona que entraba y luego continuaba escribiendo. Una muchacha canadiense entró en el cuarto y le dijo con voz eufórica «Yo a ti te conozco.» Angelina se sorprendió ya que no recordaba haber conocido a esta muchacha. «Yo te recuerdo,» ésta continuó, «tu estuviste hace una semana en el albergue juvenil en Florencia.»

Angelina no podía salir de su asombro. Pensó que esta joven debía tener una memoria impresionante. «Te recuerdo,» prosiguió la muchacha, «porque ese día me sentía un poco sola y desanimada. Allí no conocía a nadie. Pero cuando entré en la habitación, tú fuiste la única persona que me sonrió y me saludó. Me hiciste sentirme como si yo importara en medio de una multitud de gente desconocida.»

Angelina jamás se había percatado del alcance que puede tener un pequeño gesto y se alegró de saber que con tan poco esfuerzo y sin proponérselo, pudo ayudar a alguien. La muchacha se presentó como Nancy y las dos comenzaron a charlar. Esa noche Nancy introdujo a Angelina a todo un grupo de conocidos canadienses. Entre ellos había un joven apuesto y con un buen sentido del humor que se le acercó a conversar. A pesar de que parece un cuento de hadas, fue así como Angelina conoció a su esposo.

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Lo que se logra con una simple sonrisa

Ingredientes:

  • 1 taza de sonrisas
  • 1 cubito de cortesía
  • 2 cucharaditas de ojo noble
  • 1 chorrito de buena vibra

Condimentos:

Consideración, buena disposición y prudencia

Modo de preparación:

  1. La expresión del rostro influye en el estado anímico de los otros. Una sonrisa otorga una sensación de bienestar y es el acto más pequeño, sencillo y humilde que se puede brindar. Es una acción que tiene recompensa inmediata, alienta, eleva al espíritu, y conecta con los demás.
  2. La sonrisa modifica y dulcifica nuestro interior e irradia calidez. La actitud externa termina cambiando el modo como nos sentimos internamente. El alma necesita de muchas sonrisas para poder sentirse viva. Cuando uno sonríe transmite una buena disposición y al igual que en un espejo, la sonrisa se refleja y se multiplica, logrando una conexión y reconocimiento instantáneo.
  3. El sonreír a la gente y a la vida no implica olvidarnos de nuestros problemas, simplemente es dar una buena cara a todos los que nos rodean, siendo corteses y emanando una buena vibra. La sonrisa exhibe nuestra gentileza, abre los canales de comunicación y resulta contagiosa.

«La sonrisa es sin duda alguna, el ingrediente más barato, simple y con mayor alcance que podemos encontrar en la rica cocina de la vida.»

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