Hay personas que les va mal, juran que la vida juega favoritos, insisten que unos tienen todo y ellos sufren, son humillados, lastimados y olvidados continuamente. Estas personas forman su propia resistencia mental acusando y reprochando todo lo que les sucede. Crean un imán que atrae todo lo negativo y lo miserable. Buscan a quien culpar por sus problemas, sin darse cuenta que ellos son la causa principal de su mal.

Por no poderse perdonar a sí mismos, sufren, reviven la pérdida de las personas queridas, hacen un drama de sus tragedias personales y hasta creen que los accidentes o los robos son señales que la vida los está condenado, o está en su contra.

La vida no castiga a nadie, eso es un acto personal y voluntario. Los que sufren es porque cargan culpas de acciones pasadas, las cuales no han podido sanar y por lo tanto se castigan personalmente reaccionando negativamente a todo lo que les sucede. Sufren para merecer.

Cualquiera se puede equivocar, decir lo que no debe, lastimar a otros, tomar decisiones erronas y hasta hacer actos que pudieron perjudicar. Tambien hay las personas que cargan ideas castrantes, ilógicas, que condenan y que menosprecian a la vida porque no saben vivir de otra forma.

La cuestión no es lo que hiciste, ni lo que te dijeron. Lo importante es lo que sientes y lo que escuchas, que recibes y lo haces tuyo…con qué te quedas.

Aprende a perdonarte requiere tener valor para aceptar que no eres perfecto. Reconocer que te pudiste equivocar o hacer algo indebido y penoso… Pero, también tienes la posibilidad y el derecho de encontrar compasión propia, quítate la culpa y aprender a perdónate.

Tú puedes transformarte mental y espiritualmente, puedes dejar de ver tus acciones como malas gestiones y renunciar a tu propia condena. Solo tú tienes ese poder para poder perdonarte.

Nadie te puede lastimar, tú eres el dueño de tus pensamientos. Nadie te puede criticar a menos que sepas internamente que hay algo que podrías hacer mejor o que lo permitas.

Si en realidad deseas encontrar el camino de la paz en tu vida, es importante que te quites la amargura de tu corazón, que te perdones por lo que hiciste mal y dejes de vivir con resentimientos y rencores.

Cuando se toca el tema del perdón, casi siempre se refiere a los otros los que han lastimado. La idea se enfoca en aquel que actuó mal, el que se equivocó o hizo algo que lastimo, robo o mintió, etc. El que tiene que pedir perdón. Sería bueno que antes de pedir que los otros pidiesen perdón, los cuales ni siquiera están conscientes que sus acciones han dañado, sería prudente aprender a perdonase a uno mismo. No se puede pedir lo que no se hace en primera persona.

La receta

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Perdonándome

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  • Aceptación – reconocer que uno se equivocó y no actuó de la mejor manera
  • Determinación – deseo de querer vivir en armonía, paz y amor
  • Pensamientos positivos – enfocar y editar los pensamientos para tratar de ver lo bueno
  • Claridad – ser objetivo, no juzgar ni hacer drama de la realidad
  • Amor propio – cariño, compasión y respeto por sí mismo

Afirmación Positiva:

La vida no me guarda rencores. El universo perdona cuando el arrepentimiento y deseos son sinceros. El mundo siempre busca la manera de restablecer el orden, el balance, la y la tranquilidad. Voy a operar como las leyes de la naturaleza, alineo mis pensamientos con la armonía y el amor que me tengo y le tengo a la vida. Voy a dejar de echarle la culpa a otros. Soy capaz de perdonarme y ver el mundo con amor.

¿Por qué es importante perdonarse a uno mismo?

1. Perdonarse a uno mismo es un acto necesario para poder sanar. La culpa y el resentimiento cusan heridas, infecciones e irritaciones que se manifiestan físicamente. El único remedio para sanar y curar esas heridas es perdonarse.

2. El secreto para perdonarse es querer dejar ir el dolor y querer absolver las culpas y el resentimiento. El deseo sincero de querer vivir en armonía y paz emocional ya es la mitad del camino para poder perdonarse. Cuando se ha perdona, se puede sanar y ese dolor nunca regresa.

3. Perdonar no implica que tienes que olvidar. Puedes perdonarte recordar el incidente que te hizo sentir mal e incómodo, sin sentir dolor, culpa, ni resentimiento. El recuerdo solo será un suceso, una memoria y una lección que quizá nunca vas a olvidar.

La vida no castiga, no guarda rencores y no condena, siempre busca la manera encontrar el equilibrio, ¿por qué no lo tratas de hacer tú también lo mismo?

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