La mujer centra su coquetería en la cara, en las manos, piernas, en la caída de ojos, la cabellera y, bueno, la verdad es que no centra en ningún punto su atractivo, sino que toda ella puede emanar coquetería.
Sin embargo, el hombre sólo apoya su coquetería en tres pilares: la pulcritud, el aroma y el traje. Al reunirse un hombre con alguna mujer de su agrado, comienza por el enjuague bucal, pone loción en su cara y se viste con el traje adecuado. Estos son mensajes dirigidos a la mujer, aunque no totalmente a ellas, sino más bien los utilizan para denotar respetabilidad y esa es una de las razones por las que no han dejado de usar el tradicional traje sastre y la corbata, que se implantaron hace ya demasiados años.
Está comprobado por estadísticas que tiene más aceptación en el ámbito de los negocios el hombre que luce traje oscuro, camisa blanca y discreta corbata, comparado al que sólo lleva como complemento de su pantalón y camisa un suéter o una chaqueta deportiva.
Pero hay algo más en el vestir masculino: la combinación de colores para lograr el mayor impacto, y no sólo en los negocios o el trabajo, sino frente al sexo opuesto, ya que hay combinaciones que hacen destacar y otras que nulifican.
En los trajes masculinos se debe tomar en cuenta la combinación de los colores tanto como en su armonía de texturas y el lugar donde se lucirá el conjunto. Debe tener cuidado, por ejemplo, de no mezclar un traje de vestir con una corbata de lana a cuadros o viceversa, un traje de paño muy grueso y sport con una corbata de seda brillante, pues su apariencia dejaría muy atrás el buen gusto. Los zapatos y calcetines de vestir deberán armonizar con el resto, cuidando que los calcetines no sean cortos ni de tonos vivos.
Los colores de los casimires para trajes de buen vestir están circunscritos a los azules, grises y marrones con las más diversas texturas y dibujos en su tramado. Por su parte, las camisas formales de manga larga pueden ser en blanco, rosa, gris, azul, crema, verde y beige, pero siempre en tonos muy claros.
Y de las corbatas existe una gran gama para combinar, desde las lisas y acordonadas hasta las de dibujos irregulares de varios colores mezclados, pasando por las de tradicionales dibujos con pequeños cuadros, las heráldicas, de lunares y las de rayado diagonal. La combinación adecuada de estos tres elementos del vestir masculino dan al varón un toque necesario para triunfar en los negocios, obtener promociones en el trabajo y, desde luego, atraer a aquellas mujeres singulares que tienen un sentido muy especial en la armonía de los colores y otros detalles. Claro, que si el hombre desea dar a su personalidad un toque “gansteril“ también puede usar la combinación precisa: camisa más oscura que el traje y corbata más clara que el mismo.
Latinoamérica está conformada por países llenos de color y calor, y de ello se sirven los jóvenes que aún no ingresan en el mundo frío de los negocios, o el trabajo formal. Para ellos el contraste violento de colores va de acuerdo con sus inquietudes internas, como: mezcla de rojos con azul fuerte y marrón, vino con chaudrón y azul, marrón con azul y rojo ladrillo, verde con azul y mezclilla con camisa o cuero. Pero, todo es válido para una juventud que más tarde caerá en un sistema que le marcará las reglas estrictas y encajonadas del traje oscuro, camisa blanca y discreta corbata.