“A ver, tú que eres tan culta, dime, ¿quiénes fueron los mayas?” -preguntó Vanidad a Moda y ésta, sin prestar atención a la ironía de su pregunta, contestó: “Los mayas pertenecieron a una de las culturas más sobresalientes del Continente Americano. Su área comprendió el sureste de México, es decir, Yucatán, Campeche, Quintana Roo y parte de Tabasco y Chiapas, así como Guatemala, Belice y parte de Honduras y El Salvador. Entre los más conocidos vestigios de su avanzada civilización, se hallan Palenque, Chichen Itzá, Coba, Tulum, Uaxactun, Piedras Negras, Tikal, Zuculen, Ixinche, Qurigua y Copan Bonampak….”.
Vanidad interrumpió sin reparo para después no soltar la palabra, diciendo: “Está bien, está bien, ya demostraste que sí sabes, pero estoy segura que desconoces lo que sucedió cuando Colón tuvo su primer encuentro con los habitantes de las islas de la Bahía, frente a las costas de Honduras, allá por 1502, y lo voy a contar. Resulta que Colón se quedó pasmado cuando vio a un grupo maya que no sólo viajaba en canoas muy largas con pabellones al centro para proteger a pasajeros y cargas como granos, licores fermentados, textiles, cascabeles con valor monetario, hachas y granos de cacao, sino que también iban vestidos con capas de colores brillantes que cubrían la mayor parte de sus cuerpos”.
En un respiro de Vanidad, Moda siguió contando por su lado que los mayas poseían una gran sensibilidad artística. Añadió que sus ropajes fueron confeccionados con un alto grado de armonía y belleza, luciendo fajas, capas, turbantes pintados y brocados, tocados hechos con las brillantes y coloridas plumas del quetzal que eran sinónimo de magnificencia, esplendor y riqueza para los pueblos mesoamericanos. Las plumas de quetzal eran el ornato principal en la vestimenta de los gobernantes, equivaliendo a una joya.
“Los danzantes y músicos –continuó su relato Moda- portaban además orejeras y collares de jade, junto con máscaras talladas y penachos de plumas y flores. La indumentaria masculina maya constaba del EX, una banda de tela de algodón que enrollaban en la cintura dejando dos cabos sueltos. El XICUL era una especie de chaqueta de algodón sin mangas que adornaban con tejidos y plumas de vivos colores. El SUYEN o PATI consistía en una manta cuadrada pasada por debajo del brazo derecho y anudada bajo el izquierdo. Usaban los XANAB, sandalias de cuero de venado de diferentes estilos”.
Moda y Vanidad prometieron continuar con el relato de los mayas, pero en este intervalo me concentré para interpretar sus descripciones en los dibujos que presento.
Moda y Vanidad cumplieron su promesa de continuar con el tema de los mayas, y así empezó Moda: “Los mayas tuvieron en sus inicios una religión sencilla basada en los dioses de la naturaleza: Sol, Luna, Maíz y otros, pero al correr de los siglos multiplicaron sus deidades con personalidades de maldad y benevolencia. Los había de enfermedad, guerra, muerte, nacimiento, cacería, pesca y otros muchos. Uno de sus dioses más antiguos e importantes fue ITZAM NA (el brujo del agua), representado por una iguana de dos cabezas cuyo alargado cuerpo estaba pletórico de símbolos planetarios y celestes. Al mundo lo situaron precisamente sobre una gigantesca iguana. Otra de sus deidades fue KUKULKAN (serpiente emplumada, representación maya del Quetzalcóatl de los toltecas), A él se le atribuyó haber puesto nombre a los lugares, la invención de la escritura, del calendario y la agricultura”.
De acuerdo a los comentarios de Moda, la indumentaria maya fue una de las bases determinantes para que los europeos supieran que su encuentro con los mayas terminaría en experiencia altamente instructiva, pues no sólo sus pirámides les daban a conocer su avance en la ciencia de la astronomía, sino que sus ropajes también lo indicaban.
Las prendas ceremoniales eran tejidas con tramados de dibujos que describían al cosmos y a los seres sobrenaturales que, según sus creencias, hicieron florecer al mundo: el Santo Sapo, el Señor de la Tierra y el Dios del Maíz, entre otros. Los trajes representados en el arte maya ayudan a explicar la acción que determinaba cierta escena, así como su significado ceremonial y metafísico, por ejemplo, una sacerdotisa que lucía huipil decorado con sapos significaba que su ofrenda era para el Dios de la Lluvia. Y así, en el momento de plasmar en códices y esculturas ciertas escenas, aún los que no supieran leer, podían entender la idea de la representación”.
Moda detuvo su docto relato para permitir a Vanidad explicar cómo era el vestuario de las mujeres. Esta mencionó que el HUIPIL era una pieza de tela larga y ancha abierta por ambos lados; al PIC lo describió como una enagua angosta, y al sostén como una pieza de manta estrecha ligada bajo el sobaco, la cual sostenía el busto. También las mujeres calzaban las sandalias de cuero llamadas XANAB. En cuanto a los tocados, Vanidad dijo que se esmeró en hacerlos hermosos y diferentes, según el grado social de quien lo usara. El armazón generalmente iba de mimbre cubierto con plumas de diferentes colores. Las narigueras tenían para los mayas un encanto, así como las incrustaciones de jade, ámbar y obsidiana en los dientes. Tanto hombres como mujeres usaron pendientes y, como detalle de belleza, la deformación artificial craneal fue adoptada en toda el área maya.
La herencia que los mayas dejaron a sus descendientes, la vemos claramente plasmada en los bellísimos bordados que continúan haciendo las mujeres tejedoras del lugar, pero sobre todo en los Altos de Chiapas, donde todavía tejen huipiles con elaborados dibujos geométricos que describen tanto al cosmos maya, al señor de la Tierra o al Santo Sapo, como en la antigüedad hicieran sus ancestros.
Los huipiles que cubren las imágenes religiosas que veneran en las Iglesias, también son usados en calidad de modelos para continuar la tradición, una tradición que deja huella permanente hacia las próximas generaciones.