“Aunque el vestuario medieval en toda Europa constaba de los mismos elementos –comenzó relatando Moda-, los nombres y estilos de cada prenda variaron de acuerdo al lugar de origen. En cuanto al indumento masculino, consistió también en camisa y túnica corta, con la diferencia de una abertura al centro de la camisa para facilitar la cabalgata, y un botón que cerraba el cuello”. Vanidad y yo cruzamos una mirada y risilla que interpretó de inmediato Moda, lo que motivo su aclaración en tono complaciente: “Si, ya sé, entre los hombres no había la restricción del uso de botones, ellos sí se podían vestir y desnudar con la rapidez que quisieran sin que nadie les criticase…¿aclarado?”.
Me contó Moda con su hablar interminable que los hombres agregaban a su indumentaria unas largas calzas de nombre CUISSARDS, ajustadas a la cadera como nuestras modernas pantimedias, sobre las que se enrollaban bandas de colores. Durante mucho tiempo, en la Francia del medievo siguieron la moda del SURCOT o sobrecota, tanto para hombres como para mujeres. Se componía de túnica estrecha provista de mangas y cinturón. Las mujeres agregaban un manto atado al pecho con una cintilla.
En cualquier época han existido detractores de la moda que va gestándose, y eso –relataba Moda-, también sucedió en la Edad Media, cuando a toda costa trataron de imponer una nueva corriente: la de la minifalda. “Pero no creas que para las mujeres –intervino agitada Vanidad-, ¡no!, ellas no fueron portadoras de tal idea, sino los hombres, quienes me dejaron totalmente sorprendida, pues nunca los creí capaces de tal creatividad. Ellos cada vez pretendían ajustar más y más sus prendas, acortando las túnicas hasta convertirlas en auténticas minifaldas. Y te cuento lo que decían los moralistas, que los caballeros mostraban su deshonestidad en sus trajes, pues eran tan cortos que al inclinarse enseñaban las bragas y lo que había en ellas. Hacían mofa de que usaban prendas tan ceñidas que necesitaban ayuda para vestirse y parecía que los despellejaban al desnudarlos”. Terminó contando Vanidad.
Y como los inventos generalmente son producto de la necesidad, comentó Moda, los botones que hasta esa época sólo habían servido de adorno, tuvieron un uso más práctico y permanente: sirvieron para abrochar las ajustadas prendas de los hombres.