Cada 20 de noviembre, en recordamos que en 1910 dio inicio ese episodio de nuestra historia al que llamamos Revolución Mexicana. De esa época han quedado palabras y expresiones que, cuando las oímos, nos trasladan a aquellos tiempos de confusión, muerte y esperanza, como las siguientes:
carrancear. En México, carrancear es robar. El verbo se acuñó por los sentimientos de muchos mexicanos hacia Venustiano Carranza y sus soldados, que llegaban a los pueblos y sin miramiento despojaban de sus pertenencias a sus habitantes. También había la idea generalizada de que, desde su posición de poder, cuando la tuvieron, Carranza y los suyos aprovecharon para llenarse los bolsillos. No por nada, el ingenio popular los hizo pasar de constitucionalistas a «con-sus-uñas-listas».

Hecho la mocha. Para decir que algo o alguien se mueve a gran velocidad, en México decimos que aquello va hecho la cochinilla o que va hecho la raya o si no que va hecho la madre. En el catálogo de estas pintorescas expresiones, también está ir hecho la mocha, frase que según se cuenta nació en el argot de los ferrocarrileros.
Para acomodar los vagones en los patios, en un principio se usaban las mismas pesadas locomotoras que arrastraban a los trenes, ya se imaginarán lo lenta y complicada que era esta tarea. Para agilizar estos movimientos, se diseñaron locomotoras especiales más ligeras, más cortas y sobre todo, más veloces. Cuando los ferrocarrileros las vieron, les pareció que estaban recortadas y por eso la llamaron «las mochas», de ahí quedó que decir hecho la mocha tomara el significado de moverse con rapidez. En tiempos de la revolución, la expresión ir hecho la mocha viajó en los ferrocarriles y se instaló en todos los rincones de nuestro país.

revolución. Esta palabra, derivada del latín revolutio, cuyo sentido implícito es «volver otra vez», en origen se usó en el argot de la astronomía para referirse al ciclo de un astro que, tarde o temprano, volvía al sitio de partida. Todavía, el concepto de ciclo regular se conserva cuando hablamos, por ejemplo, de las revoluciones de un motor. Con el tiempo, tomó también el sentido de movimiento caótico y se aplicó principalmente a los conflictos sociales.

sepa la bola. Ya desde el siglo XIX, y quizá desde antes, la bola nombra a un grupo de gente desorganizada en el que reina la confusión. La palabra alcanzó especial relevancia en la época revolucionaria, cuando el pueblo sabiamente la usó para referirse a ese movimiento armado que no tenía pies ni cabeza. Irse a la bola era integrarse al conflicto, participar en las batallas, pero también en los saqueos y en las injusticias, de las que, cuando alguien pedía explicaciones, todos se zafaban diciendo… sepa la bola.

sufragio. «Sufragio efectivo, no reelección» fue la consigna con la que Francisco I. Madero encabezó el movimiento que marcó el fin del porfiriato. Irónicamente, fue la misma bandera con la que Porfirio Díaz inició su dictadura cuando se opuso a los deseos reeleccionistas de Benito Juárez. No es ninguna novedad decir que un sufragio es un voto, lo que sí es poco conocido es que esta palabra se formó de las voces latinas sub, que significa ‘mediante’, y fragium, del verbo frangere, ‘romper’, palabras emparentadas con frágil y fragmento. La razón de esto es que una de las formas de votar entre los romanos era el uso de fragmentos de vasijas rotas; de modo que emitir un sufragio podría traducirse en México como: «votar con tepalcates».

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