Un lunes por la tarde en agosto, poco después de que el Memorial Park Ping Tom de Chicago cerrara a las 10 de la noche, un grupo de hombres se acomodaba para pasar la noche. Algunos eran de Guatemala, otros de México y había un ciudadano estadounidense. Bromeaban, debían cerveza y se relajaban, algunos recostados en colchones sin sábanas, otros tirados en muebles viejos entre varios carritos de supermercados.
Los focos de un campo de béisbol cercano iluminaban parte del campamento y permitían ver botellas y cartones. El río Chicago está a un paso y a la distancia relucían los rascacielos de la ciudad.
Escondidos entre los árboles, detrás de unas vías, cerca de un muro de cemento, viven estos hombres, «debajo del puente». Conductores y transeúntes que pasan por allí probablemente ni se dan cuenta de que esta gente está allí y duerme debajo de ellos, ni de que muchos de estos hombres son la misma gente que corta sus vegetales, limpia los pisos y llevan comida a los buffets de los restaurantes asiáticos del centro del país.
José Luis Ruiz, de 39 años, de Michoacán, México, descansa sobre un colchón en el que pasará la noche, jugando con su teléfono. Encontró su primer trabajo en un aviso de un diario que buscaba lavaplatos. Ofrecía vivienda.
Dijo que trabaja en restaurantes chinos de todo el centro del país, de 12 a 13 horas diarias y gana 2.000 dólares por mes. Cada vez que consigue un nuevo trabajo, le paga una comisión a una agencia de empleo. Ruiz y otro hombre que pidió no ser identificado afirmaron que ganan menos que el sueldo mínimo y que no les pagan horas extras en los restaurantes chinos de la zona limítrofe entre Wisconsin e Illinois.
El segundo hombre, que sigue trabajando en esto, declaró durante una entrevista de fines de septiembre que le pagan en efectivo, por lo que no hay registros de los sueldos ni de las horas trabajadas. Dijo que sus supervisores lo tratan bien y le dan una vivienda decente, pero que el sueldo es muy bajo.
Durante un descanso mientras limpiaba pisos en un restaurante de Waukegan, Illinois, el individuo afirmó que los inmigrantes sin permiso de residencia no tienen muchas alternativas. «¿Qué podemos hacer?», preguntó.
No fue posible hablar con el propietario del restaurante.
Ruiz, por su parte, dijo que planeaba levantarse temprano para tomar un tren de Amtrak hacia Detroit, donde tenía una entrevista para trabajar en un restaurante.
«Este trabajo no me ha rendido», dijo Ruiz. «Trabajamos, pero a veces nos tratan mal. No echan a patadas, pero no tenemos otras opciones».
En 2015, la procuradora general de Illinois Lisa Madigan demandó a tres agencias de empleo del barrio chino de Chicago y a dos restaurantes de Illinois que habían usado sus servicios, diciendo que explotaban a los inmigrantes latinoamericanos en varios estados, incluido Wisconsin. Muchos de los trabajadores, reconocieron las agencias, no tenían permiso de residencia.
Los restaurantes usan las agencias porque les suministran «trabajadores mexicanos a los que les pagan menos que el sueldo mínimo y que son discriminados, aparentemente sin sufrir consecuencias», de acuerdo con los fiscales.
La demanda dice que «las agencias de empleo básicamente actuaban como centros de abastecimiento para una industria de restaurantes con buffet que trataba de sacar provecho de sueldos y condiciones de empleo ilegales y de explotación… (y que) sistemáticamente seleccionaban y enviaban a trabajadores latinos vulnerables que eran expuestos a condiciones de trabajo pésimas en restaurantes dentro y fuera de Illinois».
Describió como «miserables» las condiciones de vida que ofrecía uno de los dos restaurantes de Illinois de la demanda. Hasta 15 empleados «habitaban un departamento de tres dormitorios y un solo baño, sin muebles, con excepción de colchones sucios, que los mismos empleados encontraban en un vertedero de la zona.
Los fiscales afirman que las agencias y los restaurantes «en forma conjuntan fijaban sueldos para los empleados latinos que llegaban a los 3,50 dólares la hora, muy por debajo del salario mínimo de Illinois, que es de 8,25 dólares la hora».
Los dueños de tres agencias de empleo mencionadas en la demanda _Xing Ying, Jiao y la Agencia de Empleo de Chinatown_ negaron las acusaciones y dijeron que los sueldos eran negociados por el empleado y el patrón, sin la participación de las agencias.
Las agencias de empleo cobraban a los restaurantes entre 120 y 220 dólares por empleado, el cual debía reembolsar luego el dinero mediante descuentos de sus sueldos, de acuerdo con los fiscales.
Los empleados aseguran que trabajan de 12 a 14 horas diarias, seis días a la semana, sin descansos para comer. Empleados entrevistados por la oficina de la procuradora Madigan afirmaron que eran sometidos a fuertes presiones, abusos verbales y amenazas de violencia.
Beto, un mexicano de Guadalajara de 27 años, dijo a periodistas del Centro para un Periodismo de Investigación (CPI) de Wisconsin y al diario Chicago Sun-Times que había sido explotado en restaurantes a los que llegó a través de agencias de empleo. Beto pidió que no se usara su apellido por temor a ser deportado y a perder su trabajo en los restaurantes. No quiso ser fotografiado. Sigue trabajando en los restaurantes, pero no usa más agencias de empleo.
En el sótano de un centro comercial del barrio chino de Chicago, sentado junto a un par de oficinas de agencias de empleo con escasos muebles, Beto relató cómo era enviado de un restaurante asiático a otro en el centro del país. Generalmente trabajaba 11 o 12 horas diarias, a menudo sin descansos.
Le mostró al CPI una recomendación de Xing Ying fechada a fines de junio de 2018, escrita para un restaurante en Oshkosh, Wisconsin, donde cobraría 2.100 dólares mensuales. Le cobraron 100 dólares por el transporte y una comisión de 100 dólares.
La demanda especifica que se pagaban sueldos mensuales fijos, sin tomar en cuenta las horas trabajadas y que los ingresos «generalmente estaban por debajo del suelo mínimo por ley».
Beto dijo que consiguió su primer empleo en Appleton, Wisconsin, a través de una agencia de empleo del barrio chino hace unos dos años.
«A veces ni sabes dónde estás. A veces te decían, ‘vas a Indianápolis’ y cuando estabas en Indianápolis, alguien te recogía y te llevaba a otro sitio, a ciudades pequeñas», dijo.
afirmó que los empleos pueden ser algo pasajero. Una vez, relató, un patrón lo mandó de vuelta a la agencia porque no le gustaban sus tatuajes.
«Si no les caes bien a estos tipos (los dueños de los restaurantes), te mandan de vuelta, no les importa si no tienes dinero», manifestó Beto.
Agregó que pasó el invierno en departamentos fríos o en sótanos mojados suministrados por sus empleadores. Dijo que trabajaban muchas horas comiendo solo arroz blanco.
«A veces los que cocinan para ti no quieren gastar mucho dinero en ti», dijo.
Si alguien se quejaba, dijo, lo amenazaban con llamar a la policía para que fuera deportado. Por ello nadie se queja.
En una reciente visita de periodistas a la agencia Xing Ying para este artículo, Beto violó esa norma.
Dijo que fue despedido después de que uno de los dueños del restaurante se enteró de que había estado hablando con periodistas. Sus pertenencias fueron colocadas en un banco frente a la agencia de empleo. Acotó que también fue desalojado por otra agencia de empleo en la que planeaba pasar la noche.
Dijo que la mayoría de los empleados en los sitios donde trabajó eran mexicanos y que había también chinos. Los mexicanos, explicó, «son más baratos».
Zhu Ying Zhang («Cindy» para los trabajadores) y Jun Jin Cheung son los propietarios de Xing Ying y también manejan la empresa, que tenía licencia para operar en Chicago pero no para funcionar como agencia de empleo, de acuerdo con los fiscales.
Durante una reciente visita, había varios colchones junto a una pared en el departamento del segundo piso. Hacia la derecha había un pasillo con varias habitaciones. Unos seis trabajadores descansaban en los colchones y varios salieron de las habitaciones del pasillo.
Al preguntársele por la demanda, Zhang dijo que no entendía la pregunta y se fue de allí.
Cheung, que la fiscalía describe en su presentación como alguien que manejaba a los empleados con amenazas y violencia, no habló, pero miró con cara de pocos amigos a los demás y fumó durante una breve entrevista. Según la demanda, Xing Ying cobraba a hasta 10 empleados 10 dólares la noche para que durmieran en la agencia.
La justicia ordenó al restaurante Hibachi Suchi Buffet de Cicero, Illinois, que les pagara un total de 96.000 dólares en sueldos atrasados a siete empleados y multas al estado. Hibachi Grill Buffet de Elk Grove Village fue conminado a pagar 100.000 dólares en sueldos atrasados a cuatro empleados, más multas.
La agencia Jiao tuvo que pagar una multa de 16.500 dólares y la Agencia de Empleo de Chinatown dejó de funcionar. En agosto las autoridades llegaron a un acuerdo con Xing Ying, pero no se han dado a conocer los detalles por ahora.
Lisa Palumbo, abogada de inmigración de la agrupación LAF, de Chicago, ofreció ayuda legal a los inmigrantes del caso de Madigan. Dijo que los patronos pudieron permanecer en el país, pero muchos de los trabajadores fueron deportados.
Carolyn Morales, organizadora del Centro Arise de Trabajadores de Chicago, que educa a los inmigrantes y a personas nacidas en Estados Unidos acerca de sus derechos y los organiza para mejorar las condiciones de trabajo, dijo que «la explotación de los trabajadores es común» porque estas redes suministran empleados a restaurantes del centro del país y más allá.
Beto sostuvo que los empleados no pueden salir adelante trabajando para las agencias por las comisiones y los sueldos bajos.
«Casi nadie sale ganando» aquí, manifestó. «Nosotros no ganamos nada».