Desde hace diez años en el ITESO existe el Programa de Asuntos Migratorios (Prami), que atiende cuestiones relacionadas con movilidad humana, migración y personas refugiadas, y desde donde se observa cómo, en el contexto actual, es urgente elaborar y promover políticas públicas que garanticen los derechos humanos de la población migrante en Jalisco.
Iliana Martínez Hernández, investigadora del Prami, destaca que en este decenio creció la cifra de personas que vuelven, junto con sus hijos que nacieron en Estados Unidos, con la esperanza de reincorporarse como habitantes del estado: “Es una población muy significativa y muy poco visible. Es población importante para el país, y muchos se vienen al Área Metropolitana de Guadalajara por las características de la ciudad o las oportunidades que hay aquí”.
Históricamente, Jalisco es una entidad que ha recibido a una migración interestatal de México muy importante: “Al tener este movimiento de jaliscienses que van a Estados Unidos y que se regresan como mano de obra jornalera agrícola, hay un movimiento poblacional muy grande en el estado, y es impresionante que, teniendo esa diáspora tan potente en Estados Unidos, no tengamos aún unas políticas migratorias estatales correspondientes, ni para recibir a los propios jaliscienses ni en materia de derechos políticos”, recalca Martínez.
De acuerdo con el informe Diagnóstico de Movilidad Humana en Jalisco, presentado por la Coordinación del Centro de Estudios Migratorios de la Secretaría de Gobernación en abril de 2022, en el quinquenio 2015-2020 se registró el regreso de 26 mil residentes, cifra que incluye a personas que vuelven de forma voluntaria e involuntaria (repatriaciones). Esto tiene que ver con el hecho de que Jalisco es el segundo estado con más personas migrantes, sólo por debajo de Guanajuato.
El documento describe que entre los principales municipios de expulsión destacan Guadalajara, Zapopan, Tlajomulco de Zúñiga, Tonalá, San Pedro Tlaquepaque, Puerto Vallarta y Lagos de Moreno, de los cuales es 46.4 por ciento de la población jalisciense que se fue a vivir a otro país en el quinquenio de referencia.
En el estado se dan todos los tipos de flujos migratorios. Jalisco forma parte de la región histórica de migración hacia Estados Unidos, de ida y de regreso. Esa población, sobre todo la de regreso, en los años más recientes enfrenta muchas necesidades para su integración o reintegración: “Regresan o son deportados. Mucha de la población que está de paso, alguna extranjera, otra también de otros estados, busca insertarse en la ciudad. Otros quieren estar un tiempo mientras logran moverse hacia el norte. Son necesidades de tipo humanitario, pero mientras más personas van tomando la decisión de quedarse, detectamos todo tipo de necesidades, como acceso a la identidad, a la justicia, vivienda, trabajo, educación. Cualquier persona que llega a querer formar parte de la ciudad necesita un paquete completo”.
“Con las personas refugiadas es más o menos una situación similar. Es volver a empezar su vida y todo lo que eso implica. Todos los obstáculos que hay que enfrentar con el sistema burocrático mexicano, el sistema social; temas de racismo, discriminación, hay desconocimiento de muchas de las condiciones en las que vive la población”, expresó la académica.
Investigación e incidencia
Desde agosto de 2020, Adriana González Arias y Olga Aikin Araluce, académicas del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos ITESO, comenzaron a trabajar en la investigación “Movilidad humana por la ruta centro-norte del Occidente de México, vulnerabilidades alternativas y políticas públicas”. Su plan era concluir el estudio dos años después, pero los hallazgos las llevaron a ampliar por tiempo indefinido su trabajo. Sus expectativas aumentaron y con ello crecieron su equipo de trabajo.
El proyecto surgió luego de que en 2014-2015 González y Aikin trabajaron el tema de vulnerabilidades y capacidades en migrantes nacionales y extranjeros en tránsito por México: “Teníamos ganas de replicar esa información. Hicimos trabajo de campo en dos lugares, aquí en Guadalajara y en la frontera de Nogales. Aplicamos un instrumento, sacamos muchas cosas muy interesantes que nos dieron para mucho”, refiere González.
Después de seis años tuvieron la necesidad de replicar la investigación: “Estamos muy de la mano con el Programa de Asuntos Migratorios del ITESO, que se enfoca mucho el tema de vinculación y trabajo con las organizaciones de sociedad civil. Pensábamos cómo presentar una investigación donde pudiéramos cubrir la parte de creación de conocimiento, pero también de qué manera colaborar con la sociedad civil para llegar directamente a la población que nosotros estudiamos, que son todas las personas en movilidad humana.
“Hicimos un proyecto con el objetivo de describir y analizar las condiciones en que se estaba dando la movilidad humana actualmente, con todos esos grupos de personas de diferentes nacionalidades que convergen en las regiones centro y norte del occidente de México, esto es: Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Baja California. También queríamos ver cómo podíamos construir una propuesta de política pública y cómo trabajar directamente con la sociedad civil”, relata la especialista.
A la fecha, la investigación lleva un avance de alrededor de 60 por ciento. Se trata de investigación aplicada, ya que tiene la finalidad de hacer propuestas para cambiar el contexto actual: “Queremos transformar la realidad. Se hizo una parte de trabajo de investigación documental y una parte de investigación que es etnografía multisituada. Hemos hecho trabajo de campo, yendo a los lugares aquí en Guadalajara […]. Hemos ido a Tijuana, Nogales, Tepic, Guanajuato, León, Celaya.
“Lo que queremos es tener una visión muy general, y también específica, desde las subjetividades de las personas. Ver qué es lo que están viviendo en sus trayectos migratorios”, agrega.