En realidad cuando ayudas a los demás, te estás ayudando a ti mismo.
Sabes que cuesta lo mismo servir, ayudar y apoyar a la persona que lo necesita que el no hacerlo. La diferencia solo radica en la intención y la disposición que uno tenga ante la vida.
¿Porque cuesta lo mismo? Porque en sí, el ayudar o no hacerlo son oportunidades personales que fortalecen el carácter y mejoran el autoestima propio que si se hacen bien por uno y si no pues no pasa nada, o quizá solo se pierde una buena ocasión para sentirse mejor.
Ayudar a las personas, brindar apoyo, cooperar con las organizaciones, etc., son actos buenos que mejoran la calidad de vida en general. Pero mas allá de ser una buena acción, estas gestiones benefician directa e inmediatamente a la persona que los realiza.
Una palabra de aliento a una persona que se siente sola o triste, una comida preparada, una sonrisa así como el apoyo económico a una persona necesitada puede cambiar la perspectiva de la vida de cualquier persona; y sin buscarlo, esta acción termina ayudando mayormente a la misma persona.
Cuando uno se voluntaria con el fin genuino y sincero de ayudar a los otros por gusto y con la pura intensión de dar sin esperar nada a cambio, surge un sentimiento de satisfacción y hasta de encanto que nutre y enriquece inmediatamente. Las capacidades personales se mejoran y la sensibilidad se afina logrando que finalmente todos salgan beneficiados.
Cuando una mujer se apunta para acompañar a su hijo a los paseos de su escuela, participa en todos los eventos y coopera con los maestros, claro que lo hace porque quiere a su hijo, pero en realidad ella también siente satisfacción en sus acciones,
Igualmente cuando una persona trabaja voluntariamente en una organización y da su tiempo con gusto y dedicación, claro que es una persona ejemplar, con buenos valores y gran sentido de responsabilidad, pero también, aprende, se rodea de personas igualmente influyentes y el también se siente bien consigo mismo por poder haber contribuido y aportado algo.
Siempre que uno da no se queda con menos, al contrario se le multiplica y se enriquece, una regla matemática difícil de explicar. El dar es un acto que carga de energía positiva a las personas además de que trae luz al mundo que vivimos.
¿Cuándo fue la última vez que ayudaste o sorprendiste con un buen detalle a alguien?
La receta
Ayuda a los demás y ayúdate a ti mismo
Ingredientes:
- 1 taza de iniciativa; entender y actuar antes de que te lo pidan
- 2 racimos de sensibilidad; ver con los ojos de da persona que requiere ayuda
- 1 pieza de creatividad; ingenio para dar con gusto y dignidad
- 2 cucharadas de bondad; condición básica para dar, humildad, gusto y compasión
- 1 manojo de alegría; actitud positiva, con energía que se contagia, satisfacción y agrado
- 1 pizca de amor; cariño y entrega por la vida y por los demas
Recomendación del chef: Tu puedes hacer la diferencia. No esperes a que te pidan ayuda para extender la mano, o dar palabras de ánimo hasta que veas que es lo único que puedes decir, recuerda que tú tienes el poder y la responsabilidad de hacer la diferencia y de ayudar.
Modo de preparación:
- Ayudar a los demás es ayudarse a sí mismo. Al auxiliar a otros, uno aprende a superar los desafíos propios, inspirando y proporcionando herramientas para que puedan solucionar sus complicaciones. Además, cuando uno vive para servir desarrolla sensibilidad, bondad y sus atenciones son más acertadas.
- Dar y ayudar es la mejor manera de sentir gratitud. Uno es más generoso cuando siente que tiene la posibilidad o la capacidad de hacerlo, por lo que tiende a buscar oportunidades para expresar su gratitud, al hacerlo le afloran simultáneamente mayores sentimientos de agradecimiento y satisfacción.
- Entre más ayudas a los demás, más rico emocionalmente te conviertes; Las posibilidades de dar son ilimitadas cuando se da de corazón y sin esperar nada a cambio. El universo se achica y las oportunidades se multiplican
“Una persona generosa de corazón es una persona rica, alegre y feliz”