Los ejecutivos de alto riesgo son aquellos que, por su responsabilidad, manejo y control de personal, junto al de información y masas, se vuelven vulnerables, resultando el blanco de ciertos ataques enemigos peligrosos. Podemos hallarlos entre los políticos como gobernadores, funcionarios públicos, líderes sindicales, prelados, periodistas y hasta directores generales en empresas privadas.
Estos ejecutivos, ya sean hombres o mujeres, cuentan con muy pocas defensas para librarse de los ataques que pueden ser tanto mentales como físicos, por lo que se convierten en presa fácil del estrés, la depresión, el infarto, las úlceras y por supuesto las agresiones físicas externas. El estrés, ya expandido como enfermedad viral, puede debilitar con facilidad energías y motivaciones. El estrés tiene cabida en los que buscan obtener una envidiable posición social, un medio de vida superior o en los que ya escalaron todos los peldaños y desean mantener su posición a pesar de los enemigos que deban enfrentar.
Muchos que han alcanzado la meta del dinero a su gusto y necesidades, centran su atención hacia el poder. La riqueza en estos casos queda en segundo término, dirigiendo los impulsos hacia una cúspide mucho más importante para ellos, llamada poder. Y si la riqueza es tensión, el poder no lo es menos, dado que el poseedor de tales beneficios difícilmente podrá existir sin ellos, por lo que termina cayendo en una trampa mortal.
Hay diferentes métodos para erradicar o suavizar el estrés. La mayoría de los que sufren agotamiento físico recurren a los fármacos que incrementan el rendimiento o los que regulan la presión arterial, que al tiempo que relajan, crean un estado anímico más receptivo. Muchos prefieren el licor, pero lamentablemente tales opciones terminan en adicciones que son nocivas para la salud. Sin embargo, existen otros sistemas para disminuir la tensión, como los ejercicios de meditación y relajación,
habiéndose divulgado varios métodos, algunos de procedencia oriental y otros con estudios de occidente que muestran cómo transformar el estrés en energía. La consulta y práctica de ciertos procedimientos de meditación y relajación, pueden librar permanentemente del estrés a quien lo padece.
En ocasiones, la depresión también se desarrolla en aquellos ejecutivos que abusan de los estimulantes, los tranquilizantes o el alcohol, convirtiéndolos en adictos, problema que puede ir en aumento y difícil de controlar. ¿Qué hacer cuando se ha llegado a esos extremos? Lo más adecuado es recibir atención médica. Han logrado ya verdaderos avances en el control de la depresión y de las adicciones, sin llegar por ello a tratamientos muy agresivos.
El infarto y la úlcera van unidos de la mano del ejecutivo de alto riesgo. ¿Cómo evitarlos si las emociones, los enfados, los miedos, la presión, las decisiones, los excesos en fumar, beber y en disgustos y discusiones, están a la orden del día? Para el prospecto de tan temibles enfermedades, sólo hay un remedio: pensar en sí mismo y, partiendo de ahí, acogerse a las reglas de la armonía que nos marcan tiempos para comer, para dormir, para trabajar, para descansar, para divertirse, disfrutar de la familia y … ¡para soñar!
El poder y la riqueza son imanes que atraen la envidia, la competencia y los actos de terrorismo. Para estos hechos, los ejecutivos de alto riesgo tienen la opción de no dejarse ver tan a menudo, de contratar guardaespaldas y el uso de chaleco antibalas, el que además de proteger su integridad física, logra un estado mental de tranquilidad en el usuario. Antiguamente, los chalecos antibalas estaban formados con placas de porcelana o a base de cadenas de anillos de aleaciones de diversos metales, con un peso excesivo, pero en 1965 se inventó una fibra artificial llamada Kevlar y hasta la fecha los chalecos antibalas más ligeros y seguros están fabricados con esta fibra parecida al algodón. Gabardinas y chaquetas se unieron a los chalecos de protección.
Una vez más confirmamos que todo tiene un precio, y si después de leer lo anterior usted insiste en tener riqueza y poder, recuerde: ¡No es nada fácil ni seguro llegar a ser un ejecutivo de alto riesgo!
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