La marcha del domingo en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador –cacerolista o no– revela una primera reacción interesante frente a un gobierno que lleva tan solo cinco meses. Los partidarios de la cuarta transformación pueden alegar, con algo de razón, que se trata de una reacción reaccionaria, valga la redundancia, es decir, de los sectores fifí o conservadores, o de clase media alta, pero de todas maneras es algo que no habían visto. Los partidarios de esta oposición al gobierno, como es mi caso, aunque no haya asistido a la manifestación, podemos alegar que no se había visto una protesta antigubernamental tan pronto en un sexenio como ahora.

¿Qué es lo que está sucediendo? En primer lugar, una respuesta compleja, contradictoria, difícil de entender de un sector importante de la población, principalmente de la Ciudad de , que no ve con buenos ojos lo que ha venido sucediendo. En segundo lugar, un principio de aceptación de la protesta: se empieza a volver políticamente correcto o aceptable el no estar de acuerdo con la 4T, aunque tenga los supuestos niveles de popularidad que se dicen.

Parece que la realidad se empieza a constituir en la principal fuente de oposición al régimen. Desde la escasa creación de empleos, hasta el subejercicio del gasto –entre otros rubros en salud, por ejemplo– pero también para la clase media en lo que se refiere a un 10% de caída en la compra de automóviles, la única oposición verdadera al gobierno de López Obrador empieza a manifestarse.

No va a verse con claridad esta oposición, o este descontento o este rechazo, hasta que la realidad empiece a afectar a la gente, y hasta que las promesas o anuncios de López Obrador se compruebe que son irrelevantes. Es el gobierno del “vamos a”. Pero lo que es real es que el gobierno empieza a enfrentar una serie de contradicciones y de reveses que son difíciles de justificar.

Creo que todavía tiene tiempo el régimen para seguir disfrutando de su luna de miel en materia de aprobación y favorables en las encuestas. Pero no tanto. Pronto aparecerán las encuestas que indiquen, que como tenía que suceder con este gobierno o con cualquier otro, los números empiecen a descender. Entiendo que no se puedan publicar todos, pero si no se publican, se filtran.

Empieza a llegar un primer momento de la verdad.

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