La vida es el bien más preciado. El sólo hecho de vivir ya es un motivo para celebrar. Sin embargo, la mayoría de la gente pasa esto por alto y encuentra una infinita cantidad de motivos para quejarse. Esto impide apreciar y alegrarse por lo que se tiene. No significa que uno no pueda aspirar a más. El querer continuar creciendo y disfrutando de lo que el mundo nos ofrece es parte de la condición humana. Pero a la vez, hay que estar consciente de tantos motivos que existen por los cuales hay que estar constantemente agradecidos.
Graciela era una joven de dieciocho años cuando necesitó urgentemente un trasplante de médula. El día fijado para el trasplante, la médula debía llegar por avión ya que el donante residía en el exterior. La casualidad quiso que justo ese día comenzara una huelga del personal de aviación con lo cual ningún avión tenía permitido despegar o aterrizar en el aeropuerto. Esto era un asunto de vida o muerte. Sus padres se hallaban desesperados por salvar a su hija. En los pasillos del hospital se comentaba lo delicada que se encontraba Graciela y el desenlace fatal que se avecinaba ya que su trasplante era vital.
El rumor se extendió rápidamente hasta que un familiar de otro paciente escuchó la triste historia. Inmediatamente, llamó a un amigo que tenía una alta jerarquía en la Federación General de Trabajadores. También le pidió a su esposo que se comunicara con su clérigo que se hallaba fuera del país en ese momento. Fue así que lograron que el clérigo consiguiera subirse a un avión privado, recogiera la médula y pudiera traerla al país, gracias al permiso especial que el sindicato había otorgado para que pudiera aterrizar el avión. De esta manera se logró que la médula llegara a tiempo al hospital donde se encontraba Graciela y así le salvaron la vida.
Años más tarde y en mejores condiciones de salud, Graciela sintió la gran necesidad de agradecer a la pareja que aun sin conocerla, luchó por salvarle su vida, así como a todas las demás personas que también habían contribuido. Se percató de la gran cadena de gente y circunstancias por las cuales debía estar agradecida. Comenzó a mirar la vida con ojos nuevos, dándose cuenta por primera vez que uno no está solo, descubriendo de repente, que aun detrás de la más simple acción, hay un sin fin de condiciones que la hacen posible.
La vida funciona de maneras muy extrañas. Muchas veces es imposible entender cuál es ese motor que nos permite conseguir satisfacer nuestras necesidades. Es así como una vez, en un recital de una escuela sentada en un teatro, Graciela se encontró con la pareja que había movido mar y tierra para conseguir su médula. Con mucha emoción y lágrimas Graciela les agradeció con los más profundos y sinceros sentimientos. Después de todo, esta gente que ni siquiera la conocían le habían ayudado a salvar su vida, sin esperar ni siquiera una sonrisa a cambio.
Recetas para la vida ™
Gracias a la vida
Ingredientes:
- 2 cubos de Reconocimiento
- 3 ramitas de Agradecimiento
- ½ taza de Humildad
- 1 acción positiva diaria
Condimentos:
Pensamientos positivos, sensibilidad y altruismo.
Modo de Preparación:
- La gratitud es el atributo de la naturaleza humana. Es la propiedad de un corazón siempre dispuesto a expresar aprecio y agradecimiento. No hay límite por las razones por las que se puede agradecer.
- La gratitud es el ingrediente básico e indispensable para ser feliz. Nos conecta con el amor y nos engrandece. Si falta este ingrediente vital para la existencia humana, se limita la visión de la vida, se incrementa la infelicidad y la insatisfacción. La gratitud añade sabor y sentido a la vida.
- La gratitud nos ubica, nos recuerda cuanto tenemos así como también que no somos el centro del mundo y que dependemos de los demás. Una persona agradecida tiene menos arrogancia y egoísmo; siempre está encaminada a apreciar. Esto genera un bienestar interno que se desarrolla continuamente y se incrementa cuanta más gratitud se siente y se expresa.
«Entre más agradecidos estemos, más contentos viviremos.»





En una relación de pareja es tan importante lo que se dice como lo que se calla.
Es muy difícil solucionar los problemas que no nos conciernen. Si percibimos un problema como lejano a nosotros o que no es nuestro, difícilmente encontraremos la posibilidad de repararlo. El poder de cambiar o poner límites sólo se da a partir del reconocimiento que la situación o la relación nos están afectando directamente y que debemos hacer algo al respecto.
Son las pequeñas y triviales palabras las que dan forma a las conversaciones profundas. Un comentario, una anécdota y una sonrisa son ingredientes importantes para cultivar la comunicación en las relaciones personales. Cuando uno deja de compartir las pequeñas cosas de la vida diaria, los canales de comunicación se van deteriorando y cerrando. Lamentablemente y sin querer, la comunicación se enfría y disminuye, y cuando es necesaria ya no está disponible.
Parece que finalmente se perdió el sentido común. Hoy en día cuando uno se enoja le grita y le da explicaciones hasta a los animales domésticos, pretende que estos entiendan, cambien su conducta y hasta que se disculpen. Hay veces que hay que aceptar que ciertas cosas suceden y que amargarse por ello no tiene sentido; sería como reclamarle al cielo porque está lloviendo, lo cual es ridículo. No podemos controlar ni cambiar a los demás. De nada sirve pelearse, enojarse, gritar y tratar de cambiar lo que ya sucedió. Cuando uno puede entender la situación sin utilizar el enojo como reflejo, es posible que pueda manejar con más efectividad cualquier imprevista y acto inesperado.
La infidelidad puede ocurrir en cualquier momento, en todo tipo de relaciones, y le puede suceder a cualquier persona. Tan sólo se necesita un instante de descuido, un segundo de arrebato y lo que comenzó quizá en forma casual termina arruinando de una buena vida y destruyendo los lazos más importantes que uno tiene. El ser humano tiene la capacidad de elevarse y controlar sus impulsos para perseguir un fin más alto, como ser el compromiso con la pareja, la familia, etc. Pero cuando uno actúa respondiendo simplemente a sus inclinaciones se está comportando a un nivel más rudimentario, lo que más se acerca al comportamiento animal.
Nadie nos prometió un jardín de rosas, como nos recuerda el atinado y famoso título de una película (Nunca te prometí un jardín de rosas). La vida muchas veces no es lo que esperábamos, hay ocasiones que definitivamente tenemos mucho más de lo que soñamos y en otros casos nos toca vivir experiencias y pruebas que jamás nos imaginamos que íbamos a tener que afrontar. De una u otra manera la vida le ofrece a cada uno lo que necesita para crecer, desarrollar su potencial y su carácter. A veces, esto se presenta bajo desafíos muy duros y dolorosos. Cuando se aprende a aceptar las circunstancias particulares que a cada quien le toca y se tiene una actitud realista, entonces es más fácil enfrentar las pruebas de la vida y dejar ir al enojo, al resentimiento y al dolor. Esto no implica resignarse sino comenzar a hacer lo mejor que uno puede a partir de lo que tiene.
Año a año buscamos una historia especial que nos toque el corazón y nos recuerde por qué ser madre (así como también ser padre) es la condición más noble que se puede llegar a tener. Hay incontables cantidad de historias que nos inspiran y nos enseñan acerca de mujeres maravillosas que nos llenan el alma, cultivan nuestro espíritu y a las que les debemos haber llegado a ser quienes somos.
Querer a los hijos es un acto natural, educarlos correctamente es un arte. En nuestra sociedad es muy común tratar de que los niños entiendan y cooperen cuando se les pide algo. Con niños, sobretodo chicos, esto es muchas veces un error. Muchas veces los padres se desgastan en dar explicaciones esperando que el niño razone y voluntariamente siga las indicaciones lo que termina generalmente en un gran frustración ya que más allá de si entiende o no el hijo no tienen deseos de cooperar. Entonces allí es cuando comienzan los gritos y las grandes batallas. Los padres se preguntan equivocadamente ¿Por qué será que mi hijo no entiende?
¡Qué difícil y doloroso es para los padres ver tropezar a sus hijos! Sin embargo, por más duro que esto sea, es mejor que nuestros hijos sepan y aprendan a levantase por sí mismos. De lo contrario, los estamos privando de la posibilidad de crecer, y eso realmente es una tragedia.