Nadie niega que los doctores sean una bendición enorme; gracias a su trabajo, al tiempo que dedican y sus grandes aportaciones, hoy en día contamos con una mejor calidad de vida. Son incontables el número de vidas que han salvado gracias a una operación, un trasplante o un buen diagnóstico; hombres, mujeres y niños que continúan gozando de la vida, gracias a algún médico prodigioso que les devolvió la salud. ¿Pero qué pasa cuando algún doctor decide decirle a su paciente que se va a morir? Por más complicada y avanzada que sea cualquier enfermedad los médicos no siempre tienen la última palabra. La fe, la esperanza y la lucha por la vida, a veces logran verdaderos milagros. ¿Cuánta gente ha vivido más de veinte años después de que un médico le ha dado la triste sentencia «no le doy más de tres meses, lo siento»?

Esteban y su familia esperaban impacientes la llegada del doctor para obtener los resultados de los exámenes que le habían realizado. El doctor les podría decir con exactitud si la enfermedad le había regresado o si simplemente se sentía mal por algún malestar pasajero. Después de varios meses de tratamiento, de múltiples medicamentos y grandes cambios en el estilo de vida, toda la familia tenía la esperanza de que la temida enfermedad hubiera sido derrotada y la pesadilla quedara atrás.

En el momento que entró el médico al cuarto, la ansiedad de la familia era evidente; el aire se sentía denso y pesado. Esteban inmediatamente preguntó: «¿me voy a morir? » El doctor respondió: «Si «. Todos se quedaron helados. De repente se sintieron invadidos por la oscuridad y se esfumaba la esperanza.

El doctor continuó explicando el diagnóstico, el tratamiento a seguir, la frecuencia, la duración etc. Pero ni Esteban ni su familia pudieron prestar atención a las palabras del médico; sus ilusiones habían desaparecido y el dolor se había multiplicado.

No hay duda que la medicina está muy avanzada y los doctores tienen una buena preparación, pero el destino de cada persona solo lo decide D-os, y la lucha por la vida no termina hasta que se apague la última luz.

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Sabiduría medica

Ingredientes:

  • 1 taza de prudencia
  • 2 rebanadas grandes de sensibilidad
  • 2 cucharadas de conocimiento
  • 1 manojo de compasión
  • 1 trozo de gentileza
  • 1 sobre de palabras claras y precisas

Condimentos:

Entendimiento, opciones factibles, esperanza

Nota del chef: Cuando se es sensible a los sentimientos del paciente hay más apertura y mejora la disposición para cualquier futura decisión y tratamiento

Modo de preparación:

  1. Decir la verdad es un valor universal. Nadie niega que hablar con la realidad es básico, sin embargo es importante saber cómo y cuándo decir las cosas. Si el decir toda la verdad dañará y perjudicará a la persona, entonces es recomendable medir las palabras y decirlas justo de acuerdo a la necesidad del paciente.
  2. Cada persona y cada condición es única, hay que tratar a cada quien como la situación amerite. No hay reglas, cada persona requiere un trato distinto. Para los doctores lo más importante debería de ser preservar la vida y mejorar la calidad de esta. Dar fe y esperanza, entender a cada individuo y tener una sincera compasión, hace del médico un verdadero ser humano con valor y conocimiento.
  3. La información que se da debe ser beneficiosa y terapéutica. Entre más clara y precisa sea la comunicación y la comprensión de la situación, más fáciles serán las decisiones a tomar; el paciente se siente más contenido y menos angustiado. Si uno toma parte activa dentro del proceso de su sanación, la posibilidad de mejora aumenta y la sensación de impotencia se reduce, ya sea que se trate de una enfermedad terminal o tratable.

«No se trata de ocultar la verdad de una enfermedad, sino de cómo, cuándo y para qué se dice el diagnóstico y el pronóstico del paciente.»

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