Si llamamos mini a las faldas que van por encima de las rodillas, podemos decir con seguridad que el ejército griego vistió minifalda en el siglo V antes de la Era Cristiana, y recurriré a los recuerdos de Moda para que nos diga cómo se introdujo entre los griegos el uso del calzón en calidad de complemento de sus cortos faldellines: nos relata que los guerreros griegos tuvieron que cambiar de opinión acerca de la indumentaria de los persas y afganos hasta llegar a imitarlos en parte, ¡por causa del caballo!
Nos explica que, en épocas remotas, los helenos se mofaban de los habitantes de Asia Central por no entender cómo podían vestir ropa tan ceñida de acuerdo a ciertos pantalones, hasta que un día –cuenta emocionada Moda- irrumpieron en sus tierras los escitas (así los nombraban) montados en sus caballos. Los aterrados ojos de los griegos vieron por primera vez al hombre sobre un caballo y fue tal su miedo y la imaginación desbordada, que a partir de ahí nació el mitológico centauro, creyendo que hombre y bestia eran un solo ser. Pasada la sorpresa, -continúa Moda-, y ya familiarizados con los caballos, los guerreros griegos se dieron cuenta del porqué de la indumentaria aparentemente ridícula de los escitas, y era porque los pantalones les protegían de las rozaduras al montar los animales. Conclusión, termina Moda, los helenos tuvieron que ponerse debajo de su corto faldellín algo similar a las trusas varoniles, pues se negaron a desprenderse de las minifaldas para usar pantalones.
Pero no sólo el ejército griego vistió minifalda, pues el vestuario masculino común consistió en un chitón parecido al femenino, pero mucho más corto. Tenía la característica de una blusa alargada hasta las rodillas. Otra variante de esta prenda para hombre fue una túnica corta que pasaba por debajo del brazo derecho anudándose en el hombro izquierdo. A ese traje se le llamó exomis luciéndolo generalmente artistas, artesanos y esclavos.
En contraste con las prendas usadas por los guerreros y la gente del pueblo, los filósofos griegos emplearon el himation, pieza rectangular de unos tres metros de largo por uno y medio de ancho, igual que el femenino. Se envolvían de izquierda a derecha echándose una de las puntas sobre el hombro. Era confeccionado, por lo regular, en lana blanca permitiéndoles absoluta desnudez debajo de la voluminosa prenda, lucida con exquisita elegancia.
La clámide fue otro manto también rectangular que vestían tanto guerreros como viajeros, lo sujetaban en el hombro derecho colgando en cada uno de sus ángulos un pequeño peso para evitar que el viento lo hiciera volar. Esta indumentaria se complementaba con el sombrero de cuero o paja llamado petasos y unas sandalias. Por cierto que las primitivas sandalias de los primeros egipcios y griegos sentaron las bases para los modelos de nuestra actualidad, como puede usted apreciar en los estilos de calzado que diseñé extrayendo lo primordial de aquellas primitivas sandalias.
No hay duda que para crear en el presente, lo único que necesitamos los diseñadores es escarbar en el pasado, revolviendo las miles de ideas y formas que Moda y Vanidad se encargaron de divulgar en la antigüedad y que hoy nos motivan al recordarlas.