Aprendiendo a vivir a pesar del malestar

El dolor es una condición que no perdona ni excluye a nadie. Este es real, no miente y no se oculta, cuando algo molesta, lastima o incomoda quiere decir que hay dolencia. No tiene ninguna carga emocional, ya que el dolor es dolor.

Lo que se hace a partir de la molestia es lo que puede cambiar la manera en cómo se le percibe y se maneje. Por ejemplo, se puede sufrir y hacer de esa situación un problema, victimizándose, culpando y encontrando motivos por los cuales uno merece ese sufrimiento, o bien, se puede reconocer el daño, tratar de entenderlo y en lo posible resolverlo.

El dolor como tal, siempre termina por pasar, lo único que queda es el malestar y el sufrimiento o el aprendizaje y el reconocimiento del paso de la vida, de una o de otra manera, esto siempre es completamente opcional.

Existen muchos tipos de dolor, ya sea, físico, mental, moral, etc… y a pesar de que todos provienen de distintas fuentes, cada uno es y se siente en una forma particular. Es así como el proceso de sentir, vivir y manejar el dolor pudiera ser similar a pesar de parecer completamente distintos.

El primer pinchazo ya sea físico (un dolor de muela, del estómago etc…), moral (una traición, decepción, agresión etc…), anímico (perdida, miedo, angustia etc…) o cualquier otro tipo. Se vivencian de una manera similar.

Primero un dolor inesperado, intenso y especifico. Un dolor tal cual.

Después, un sentir agudo, entorpecedor e incómodo pero muy bien identificado, se sabe que duele o que paso… aunque no se quiera exteriorizar o aceptar.

Sigue una mezcla de sentimientos, tristeza miedo, enojo, desesperación, angustia.

Si hay valor y recursos emocionales para aguantar y enfrentar el dolor, la persona generalmente se logra calmar, vive su proceso de pérdida, duelo, o dolor (negación, enojo, negociación, depresión y aceptación Elisabeth Kubber Ross) o en su defecto se queda encapsulado en alguna etapa anterior rompiendo lazos y relaciones importantes por la imposibilidad de poder procesar su dolor.

Una vez que el dolor pasa o se desvanece, se olvida y en muchos casos este deja una marca que se queda gravada en el alma para siempre.

En realidad, por más que todos tratan de minimizar el dolor este es inevitable, necesario y además bien procesado, también tiene sus aspectos trascendentales.

El dolor es un proceso que se debe de vivir. Este es un ingrediente importante para crecer y ver la vida con una concepción más amplia y completa. No es un castigo, ni una penitencia es parte de la realidad, la cual se debe de aprender a aceptar y a manejar.

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La receta

Aprendiendo del dolor

Ingredientes:

  • 1 taza de cordura – claridad, prudencia y perspectiva de la realidad
  • 1 racimo de responsabilidad- obligación personal de tomar compostura y valor
  • 2 cucharadas de gratitud- recordar y reconocer lo que se tiene y se tuvo a pesar del dolor
  • 1 pieza de aguante- paciencia para soportar el malestar
  • 1 pizca de respeto – dar espacio para que cada quien pueda expresar su dolor como pueda
  • 1 cubito de fe- esperanza para recibir paz y luz que ayude a seguir adelante
  • 2 vainas de aceptación – dejar de luchar por lo inevitable e imposible. Permiso para dejar ir al dolor

Recomendación del chef: «El dolor generalmente es pasajero” Cuando el malestar se desvanece…todo cambia, se reacomoda y toma una nueva dirección.

Como se puede manejar el dolor:

  • La actitud personal influye directamente en la manera como se vive el dolor. Un carácter positivo y bondadoso invita a vivir el dolor con paz e integridad. Una actitud negativa y prepotente, dejan odio, malestar, enojo y mucha desesperación.
  • Cada quien vive el dolo a su manera. Algunas personas requieren recluirse en sí mismas, otras ocupan ocuparse, sentir control y movimiento, distintas se acercan a la fe y a la meditación, el caso es que cada quien enfrenta el dolor como lo puede manejar mejor.
  • El consuelo no es un proceso natural es un buen gesto que ayuda a compartir el malestar pero nunca lo puede llegar a quitar. Ni el paso del tiempo, ni la incomodidad, ni los gestos bien intencionados de los demás pueden remover la memoria o eliminar el dolor. Hay procesos que se tienen que vivir a pesar de su incomodidad, tener fe y esperanza puede ayudar.

“Hay que aprender a vivir a pesar del dolor….de nada sirve entender por qué suceden las cosas que duelen nunca habrá una buena explicación.”