Desde hace más de cinco mil años las gemas o piedras preciosas han fascinado al ser humano. Las primeras que se conocieron son la amatista, el cristal de roca, la esmeralda, la turquesa, el lapislázuli y el jade y, a pesar del tiempo transcurrido, en algunos grupos persiste como en aquellos años la creencia de que las piedras tienen un halo de misterio, un algo espiritual que les confiere poderes para la salud y la buena suerte, por lo que muchas veces las vemos lucidas como talismanes o amuletos más que como adorno. Sin embargo, esa espiritualidad es opacada cuando a las gemas se les otorga un valor monetario.
La esmeralda, conocida en la antigüedad como piedra verde, debe su color a la casi ausencia de óxido de bromo o vanadio mezclado en su estructura, y precisamente el valor de la esmeralda va ligado a su color, obligado a ser uniforme, es decir, totalmente verde. Entre más obscuro sea su tono, será mayor su calidad, como la llamada gota de aceite, procedente de Colombia de un color verde muy obscuro. Algunas de tales gemas dejan ver en su interior “el jardín“, que no son sino pequeñas manchas todavía más obscuras.
Los yacimientos más antiguos que se conocen proceden del Alto Egipto en las costas del Mar Rojo. Sabemos que, desde hace más de tres mil años los egipcios usaron estas gemas en forma de escarabajo. Durante el imperio de Alejandro Magno los griegos explotaron aquella riqueza, y prueba de ello la tenemos en el famoso anillo con la efigie del ilustre conquistador grabada en una esmeralda engastada en oro.
Las minas de esmeraldas se hallan en grupos aislados, aprisionadas en las betas de calcita o cerca de ellas. Su extracción requiere sumo cuidado. En Colombia, país productor de las mejores esmeraldas, el trabajo lo hacen a base de pequeños martillos y picos para evitar dañar las gemas. La mina más importante de Colombia es la de Muzo, descubierta por los europeos en 1537. Esta mina se convirtió en la más famosa debido a que en ella fue donde se hallaron las dos esmeraldas más grandes y valiosas del mundo hasta la fecha. Fura es el nombre de la esmeralda más grande, tiene once mil quilates y pesa más de dos kilos. Tena, hallada a su lado, es el nombre de otra esmeralda con dos mil kilates y es la más valiosa por su intenso color obscuro.
Los nombres de Fura y Tena fueron aplicados debido a una leyenda que contaba que dos enamorados no podían estar juntos porque eran hijo e hija de dos caciques de tribus enemigas. Las lágrimas de los amantes se convirtieron en enormes montañas y de ahí surgieron las valiosas esmeraldas, que a la fecha se exhiben periódicamente en diversos museos del mundo.