En sus orígenes, el pueblo árabe se hallaba dividido en centenares de tribus que vivían por el desierto en constante desacuerdo. Pero cierto día surgió un hombre llamado Mahoma quien, con simples palabras, difundió las ideas que cambiarían su manera de pensar y hasta de vestir.
Moda, haciendo gala de su sabiduría, dijo: -Antes del pasaje que mencionas, llamado Islam, te diré que los hombres del desierto vistieron toscas camisas hechas con pelo de cabra o camello. Posteriormente, y siguiendo mis instrucciones, perfeccionaron sus tejidos hasta lograr diversas prendas, entre ellas el kamis: camisa larga con mangas al codo.
Debajo de ese indumento se dejaban ver los “zaragüelles”, calzones amplios plegados llamados en árabe schirwal, sujetos a la cintura con una faja. Complementaban el sencillo vestuario con turbante y sandalias.
A raíz de aceptar los preceptos de Mahoma, los árabes tuvieron que acatar algunas restricciones. Por ejemplo, los peregrinos que se dirigían a la Meca debían usar el ihram en blanco o en rayados blanco y negro, pero nunca amarillo o rojo, pues según los mahometanos estos colores significan odio y sangre.
Vanidad cortó diciendo: -“Yo te hablaré de otras prendas árabes…”, y continuó. “El caftán fue un abrigo propio para gente rica, ya que lo confeccionaban con tela de seda brocada y el albornoz era una túnica de lana con las características del conocido capuchón y mangas largas y anchas“.
Moda añadió volviendo a tomar la palabra: -“Déjame que te cuente lo siguiente: te hablaré del vestuario femenino, confiándote un secreto que pocos conocen. Sabemos que el agua era para los árabes el elemento más preciado de la naturaleza, pues viviendo en el desierto la necesidad del líquido se convertía en sueño, y conseguirlo en la delicia mayor, por lo que no extraña que los vestidos de las mujeres árabes tuvieran la transparencia del agua y la caída de una cascada, logradas con telas de muselina, gasa y seda, consiguiendo en ellas la dulzura y sensualidad del agua fresca”.
Vanidad se rió de lo poético que resultaba el relato de Moda, por lo que terminó diciéndome que, como prenda interior, las árabes vestían la túnica kamis, después colocaban los zaragüelles llamados schirwal o libás, luego ponían la djobba y por último un velo que caía desde la cabeza hasta los pies.
Lo antiguo siempre será aplicado al presente con sólo inyectar los elementos prácticos de nuestro mundo, y como muestra he sacado una vez más mi versión moderna del vestuario árabe.