Casi todos los modelos que actualmente lucimos se usaron en algún momento de la historia, ya sea con el mismo propósito u otro diferente quizás, como es el caso de los bolsos de mano llamados “morrales”.
Antes de la Era Cristiana, en la Península Ibérica se establecieron varias tribus, entre ellas la de los iberos, quienes muy ingeniosos convirtieron la planta gramínea llamada esparto, en fibra para tejer prendas que los cubrían, dejando las pieles sólo como abrigo. De acuerdo a los relatos de Moda y Vanidad he sabido que el esparto también les sirvió para fabricar gorros y sandalias, además de otras muchas cosas de uso cotidiano.
Tanto Moda como Vanidad querían contarme algo, pero con trabajo pude entenderles pues las dos hablaban al mismo tiempo. Finalmente logré descifrar lo siguiente: que los iberos no acostumbraban cabalgar como los galos, pues ellos más bien eran caminantes y muy diestros en el lanzamiento de la honda. Estas dos prácticas los llevaron a descubrir la forma de cargar tanto sus alimentos como las piedras que usaban para su defensa o cacería.
Y fue así, por necesidad, que confeccionaron con esparto y cuero unos bolsos o zurrones que les permitían portar todo lo que requerían. Y en este punto de la narración Vanidad dijo hilarante: “Alimentos y piedras acarreaban los hombres en los zurrones de aquella época. Hoy las mujeres los usan para llevar … bueno, ¿para qué te digo si sabes que son cosas útiles para cualquier momento determinado? … hasta un rizador de pelo y el maquillaje necesario para estar siempre bien presentadas y…”.
“¡Ya basta! -cortó Moda también entre risas-. Hablemos ahora del vestuario de las mujeres iberas y no sólo de los accesorios. Recuerdo que aquellas mujeres no siguieron la moda imperante entre los griegos y los celtas. Sus vestidos tenían cortes simétricos muy diferentes al resto de las prendas de aquella época. Cuando los trajes llegaban a ser de corte sencillo, los adornaban con pasamanería muy similar a la asiria”.
Vanidad interrumpió para hablar de los adornos: “Los hallazgos arqueológicos demuestran que las mujeres iberas lucían en su cabeza un manto o velo que bajaba hasta los pies. Y gracias a mis consejos, engalanaban sus cuellos con medallones y collares, sin descuidar los brazos, que llenaban de brazaletes y anillos. Los orfebres de ese entonces eran muy diestros en sus trabajos logrando piezas originales, como los discos de filigrana que cubrían las orejas de las damas, las cuales, por alguna razón, trataban de ocultar ya fuese con peinados o colgantes”.
Transformé el pasado en presente para poder usarlo en los siguientes modelos: