“Los chinos son considerados un pueblo amante de tradiciones y, como tal, su vestuario sufrió pocas variantes en el transcurso de los siglos. La holgura, las telas, los bordados y los colores se mantuvieron sin cambios por generaciones”. Así comenzó Moda su relato cuando Vanidad entró a la habitación luciendo una larga y vistosa corbata. Continuó afirmando que los chinos dieron una gran importancia al colorido como signo de sus jerarquías, y en esa escala, puntualizó que el violeta, el azul y el negro fueron usados por el pueblo en común. El amarillo limón sólo era permitido al emperador y sus príncipes, o a los ancianos mayores de ochenta años. El grisáceo y el verde predominaban en las clases medias y el encarnado entre los mandarines o familia imperial. Lucían el blanco en momentos de luto. Las mujeres usaban pantalones negros y azules, o blancos los varones.
Vanidad tomó la palabra para aclarar que las flores, los peces, las aves, dragones y paisajes bordados o estampados con que decoraban sus preciosas telas, fueron creación de ella. Moda la interrumpió para decir lo siguiente: “El vestuario de las mujeres chinas cubría de tal forma sus cuerpos que las hacía parecer obesas. Sin embargo, la riqueza artística de sus bordados lograba disimular ese aparente volumen. Las prendas elementales de aquella indumentaria fueron, en primer término, anchos pantalones plegados que ajustaban con una banda de seda a la cintura y a los tobillos con cintas, dejando ver sus diminutos pies. Luego se ponían el han schaol, camisa corta y abierta por delante. Sobre esa prenda usaban el haol, túnica hasta los pies con aberturas laterales, mangas largas y botonadura en el costado derecho. El makual se usó como atavío de cobertura, generalmente más corto que el haol. Y como el han schaol, el haol y el makual carecían de cuello, las damas chinas lucían largas corbatas que enrollaban en muy variadas y originales formas, como la que ahora muestra Vanidad”, terminó diciendo Moda.
La moda de las pañoletas, corbatas y pañuelos para cubrir o adornar el cuello se divulgó en todo el mundo: fue tal su influencia y utilidad, que se ha convertido en parte del vestuario femenino actual con los toques que cada mujer le imprime, motivada por Vanidad.
Vanidad comenzó este relato asegurando que ella no tuvo nada que ver con la moda aberrante que siguieron las chinas durante centurias, y para ello dio la siguiente explicación: “Había en las clases sociales altas de la sociedad china tres categorías para el uso del calzado: la primera correspondió a quienes tenían pies pequeñísimos de forma natural; la segunda, a quienes eran sometidas a la reducción para lograr que midieran de 5 a 7.5 cms. como máximo, y la tercera, a las que trataban de aparentar esa pequeñez a base de zapatos especiales. En esta última moda hallé cierta similitud con los tacones altos usados en el presente. Aquellas chinas empleaban un calzado llamado ‘pie de cierva’, consistente nada menos que en un tacón muy alto de puente con cierta inclinación hacia delante hasta lograr, por efecto óptico, empequeñecer los pies. Respecto a las damas que lucían pies de 5 o 7 cms., te diré que desde muy pequeñas eran sometidas al suplicio de mantener unos vendajes y hormas opresoras que impedían su crecimiento normal. Sin embargo, esas tremendas molestias tenían gran recompensa a lo largo de sus vidas, pues de todos era sabido que mujeres con pies tan pequeños no eran aptas para el trabajo, por lo que los hombres que las desposaran tenían que ser de muy buena posición económica. ¿Te das cuenta que yo no tuve injerencia en esa moda?”
“Otra costumbre extraña para el presente, en la sociedad china –intervino Moda-, es que tenían por descortés o de baja categoría a quien mostrara los pies o las manos desnudos. Por ello, los trajes del emperador y de los mandarines o príncipes tenían mangas tan largas que las cubrían por completo. Claro que tal regla tenía sus excepciones cuando se trataba de comer, dejando ver en esos casos sólo parte de los dedos.”
Vanidad aprovechó un respiro de Moda para tomar nuevamente la palabra: “Algo que me encantó de la moda china, y aclaro que me sigue gustando, es la esclavina, ese adorno muy característico de la aristocracia, lo mismo que el pectoral pu-fu, ya fuera bordado o pintado sobre la misma tela del traje. El pectoral me recuerda al tablión bizantino, también usado por altas jerarquías.” Y aquí aclaró Moda que Vanidad sí fue la responsable del uso de esos elementos decorativos.