Moda y Vanidad se arrebujaron en una poltrona y saboreando sus recuerdos ancestrales, retomaron el tema de los trajes de novios. Vanidad, como siempre, acaparó la plática: “Si a algunos hombres no les importa alquilar su traje de boda, las mujeres nunca podrían aceptar esa opción pues para ellas el traje de novia describe su personalidad, aunque sea por un solo día.
A ella corresponde seleccionarlo de acuerdo a sus sentimientos y forma de ser. Y así -dijo risueña-, te describiré algunos modelos del presente: tenemos el vestuario de la romántica, cuyos volantes, vuelos y talle princesa, la hacen revivir un cuento de hadas. La sensual escogerá un traje entubado con un hombro descubierto, pero la introvertida se inclinará por los cuellos altos y mangas largas o por la sugerencia de mamá. La liberada se encontrará con la disyuntiva de elegir una minifalda o una maxi con la abertura lateral hasta el muslo, o un estilo Madonna con el corset por fuera. La hippie llevará varias faldas sobrepuestas a diferentes alturas y se repetirá a sí misma: me visto para mí, no para mi novio ni su familia, ni para otra mujer.
El traje transformer lo empleará la novia práctica, quien, conforme lo vaya necesitando, quitará piezas al vestido para darle un uso adecuado: misa, banquete, viaje y cama”.
Moda intervino con cierto apresuramiento para mencionar: “Te diré que también `hay de bodas a bodas´, es decir, que no todas son iguales, ni todas tienen el mismo final. Recuerdo aquella celebrada en el sur de Italia de la que, tras una tragedia, surgió una de las más temidas asociaciones delictivas del mundo moderno: la mafia. Como reproche a un crimen perpetrado por delincuentes de la mafia calabresa, hace algunos años, el diseñador romano Antón Giulio Grande presentó en su colección vestidos bordados y transparentes en blanco y negro, pero con un aditamento poco común: las modelos llevaban a la espalda la LUPARA, clásica escopeta de cañones recortados tradicionalmente utilizada por el crimen organizado del sur de Italia”. Vanidad censuró a Moda hablar de temas tan tristes, evocando en cambio una boda totalmente diferente, pues ella tuvo gran intervención: más de siete mil diamantes valorados por encima de 4 millones de dólares adornaban el traje de novia de Sabrina Battaglia, una joven italiana que siempre deseó casarse como una princesa. El novio, Aniello Formisano, cumplió su deseo.
Cuando pude interrumpir, dije a Moda que me había quedado con la curiosidad de saber más acerca de aquella boda trágica. Ella, sin tardanza, tomó la palabra: “Fue algo muy dramático… en esa boda, los franceses, en guerra contra los italianos, mataron al novio y secuestraron a la joven para luego también acabar con ella. Los enardecidos familiares, apoyados por todo el pueblo, juraron vengarse. La venganza por aquel hecho siguió hasta terminar la guerra bajo el lema de Morte alla Francia Italia Anela, MAFIA, para después tomar otro giro y convertirse en lo que es actualmente”.
Para terminar con el tema, dije a mis etéreas amigas que esperaba tuvieran cordura al influir en el diseño de los trajes para novios del mismo sexo, los trajes unisex, ya no como corriente juvenil, sino como una realidad permanente.
Moda y Vanidad retomaron el tema del vestuario de los hombres de principios de siglo veinte, subrayando que continuaron usando la camisa blanca con cuello almidonado, cuyas puntas mantenían dobladas llamando al modelo “de pajarita”. Las corbatas, dijeron, iban de las más anchas, que cubrían parte de la pechera, hasta las muy delgadas; simplificaron su colocación y quedaron atrás los modelos del Barón del Almidón, seudónimo de Balzac, quien en 16 lecciones indicaba a los elegantes del siglo anterior cómo usar la corbata según la ocasión en que se luciera. Los cuellos ingleses hicieron su aparición en la primera década del siglo que nos ocupa, introduciéndose en los mercados extranjeros con gran éxito.
Como complemento del vestuario masculino, se implantó el sombrero y aquí reproduzco la intervención de Vanidad al respecto: “…los había estilo canotier, Panamá, de paja de Manila y Puerto Rico y los ingleses.
El calzado francés para hombres cruzó fronteras y en América se puso de moda el botín con botonadura de lado, mientras que los americanos enviaron lo suyo a Europa, de ojillos y agujetas al frente. El camisón con el gorrito para dormir fue sustituido por el pijama de creación inglesa, pero con mi aprobación” –recalcó Vanidad.
La joyería formó parte del arreglo personal masculino siendo Vanidad la que hizo poner de moda los alfileres en la corbata, los relojes con cadena y las sortijas con figuras de animales.
Moda, por su parte, resolvió el problema que los hombres tenían cuando en tiempo de lluvia sus pantalones eran ensuciados por el lodo que se formaba en las calles: sugirió a los sastres ingleses levantar los pantalones por su ribete haciendo un doblez que con el correr del tiempo se le llamó valenciana, cobrando fama en todo el mundo. Esta moda ha cumplido ya cien años y, como la corbata, no creo que deje de usarse.