“¡Ahora te contaremos algo de Hungría!”, dijeron con alegría mis etéreas amigas Moda y Vanidad. Como siempre fue Vanidad quien tomó la palabra.
“Entre la capital de Hungría, Budapest, y los pueblos de aquel país, hay una diferencia de muchos años, y no sólo se hace notorio en las construcciones, sino en sus costumbres”.
“En algunas aldeas –continuó- hasta podemos observar un letrero, que dice: “Prohibido cambiar de pareja durante el baile“, y esto es sólo para prevenir peleas entre varones, lo que demuestra que las tradiciones húngaras se mantienen vigentes en regiones rurales”.
-Bueno… bueno… ya déjame contar algo, -protestó Moda, guardando de inmediato silencio Vanidad.
“Bailables, bordados y arquitectura dan muestra del interés que siente el húngaro por darnos a conocer su folclor, el que por lo regular está conectado con alguna festividad religiosa, como la de Pascua de Resurrección o de Navidad, el Carnaval o las festividades del Pentecostés”.
“Recuerda, -abordó Vanidad- que por lo regular, los trajes femeninos típicos de Hungría constan de faldas floreadas muy amplias, blusas de abundantes pliegues, chalecos ceñidos y una gran variedad de tocados”.
“En las tierras altas de Hungría, -agregó Moda-, en la región de Palotz, las mujeres lucen faldas cortas con una gran amplitud. Algunas son plisadas, complementándolas con un delantal de color contrastante y cintas colgantes en la parte trasera que hacen juego con las del sombrero”.
“En la región de Transdanubia –continuó Moda-, son famosos los bordados de capas y abrigos masculinos. Los varones del pueblo de Buldog lucen elegantes trajes negros”.
Interviene Vanidad con alegría, para decir: “Los tocados de las húngaras van desde una simple pañoleta hasta los más complicados y voluminosos.
En Dechs, las mujeres colocan encima de su blusa un chaleco muy abierto por delante ajustado a la cintura, simulando un cinturón”,
-terminó relatando Vanidad.
Flores, gitanos, violines, gulash, czardas son algunas de las palabras que nos conducen al folclor húngaro, pero indudablemente que todo esto representa sólo un mínimo de lo que podemos hallar en Hungría: un país pequeño, pero que cautiva por ser tan rico en tradiciones