La influencia que la moda europea ejercía sobre el resto del mundo era notoria en el siglo XIX: vestidos blancos con algún adorno en negro, como si la moda tuviera un oculto duelo, nos decían de allá, vía Chicago; que «la esgrima es el mejor ejercicio para la mujer», así es que todas a vestir blanco y negro y practicar esgrima. También Nueva York marcaba su influencia, pero con indecisión, pues en la última década de ese siglo no se ponían de acuerdo si los trajes de verano llevarían blusa y falda o no. En la actualidad ya no tenemos tales indecisiones: nos ponemos lo que nos queda y nos gusta, sea largo, corto, ancho, estrecho, verde o negro.
¿Cree usted que el corsé sólo fue usado por las damas de siglos pasados? Pues no, también los hombres adoptaron tal sistema de tortura voluntaria. Las exageraciones de la moda masculina a mediado del siglo XIX se hicieron notar con los dandies, personajes que seguían los pasos del rey de la moda, George Bryan Brummel, famoso por su pereza y sus trajes impecables. No cabe duda que la imagen graciosa de la cintura estrecha en las mujeres perduró, ya no con la moda del corsé, sino de cinturones elásticos aunque estos cinturones pasaron de moda para dar paso de nuevo a los corsés, pero exteriores y bordados que forman parte de los vestidos de noche.