Uno de los dolores más grandes que se puede llegar a sentir, es cuando un hijo engaña o defrauda a su familia, sobre todo a sus padres. Ya sea por su mala actitud, por su poco aprecio a la vida o por su falta de responsabilidad. Cuando se tiene un hijo que roba lo que no tiene, exige lo que no le pertenece, hace todo lo posible por herir a quien lo quiere y además, siempre se mete en problemas, tantos, que es imposible rescatando.
Más allá de la desilusión, perder las expectativas y los sueños que se crearon el dia que con tanto gusto fue recibido en este mundo. Hay que enfrentar la realidad que el hijo querido, no es, ni será la persona que podría haber sido. Sin buscar culpables, ni encontrar victimas es importante reconocer cuando un hijo no tiene los valores claros, su autoestima esta por los suelos y tiene malas influencias, es difícil encontrar un camino para que entienda y se pueda superar.
Entonces, surge un sentimiento de frustración e impotencia compuestas con un profundo dolor que solo los padres que sufren pueden comprender. A pesar de todo el amor, la confianza y el cariño que se les da…nada es suficiente, ellos deciden ser su peor versión, dan la espalda al mundo, empezando por su propia familia y sin darse cuenta, terminan por defraudándose a sí mismos.
No estamos describiendo al niño pequeño que se porta mal y hace berrinches, por no estregar sus deberes escolares; ni siquiera se refiere al joven que se equivoca un par de ocasiones antes de encontrar su camino al éxito. Estamos hablando del adulto, testarudo, infantil que no entiende de razones, que nunca creció, que sigue esperando y exige que sus padres y la vida le den lo que él cree merecer.
¿Cuantas veces pueden los padres rescatar a el hijo que no aprende su lección? Al cual, tampoco agradece, ni reconoce el esfuerzo y… ¿cuantas veces puede un hijo dar la espalada a su familia? ¿Cuánto tiempo, dinero, atenciones se puede regalar a una persona, sin que entre en razón?
Sera enfermedad, narcisismo, testarudez o sea lo que fuere, hay un límite para todo y para todos. Uno no puede ayudar, a quien no desea ser ayudado. No puede dar, al que no entiende de gratitud. No se puede regalar cariño, al que exige sin piedad.
Hay momentos que la mejor ayuda es saber decir NO, se acabó, ya vasta. Te quiero, pero sin embargo, no te voy a apoyar. Tú envidia, inconciencia o desesperación te han segado y te han convertido en ser sin valores, crees que todos te deben y que tú todo lo mereces.
A pesar de que duele más dejar de dar, es importante aprender a poner límites y reconocer que uno hizo todo lo que pudo. Es tiempo de dejar ir y cuidarse a sí mismo, sin dolor, ni culpa.
LA RECETA
Sobreponiéndose a la desilusión
INGREDIENTES:
- 2 piezas de valor- fortaleza para querer y dejar ser sin interferir
- 1 taza de aceptación- tolerancia para vivir en paz con lo que no se puede cambiar
- 2 rebanadas de límites – amor propio, respeto y dignidad
- 1 cucharada de esperanza- no perder la fe en la gratitud, él amor y los milagros
- 1 manojo empatía – entender sin justificar, ni apoyar los aspectos negativos
Afirmación positiva: Nadie tiene el poder de quitarme lo que es mío. Busco paz, harmonía, amor y salud, cerca de mí. Tengo que poner límites y protegerme aun de las personas que amo, sobre todo si estas me lastiman. Yo me quiero y me cuido, yo soy un ser valioso. Mi vida es importante para mí.
Aprender a poner límites sin dejar de querer:
- Respetar el comportamiento de los hijos adultos no implica que se aprueba sus tonterías. Cuando uno entiende que no se puede cambiar el comportamiento de las personas que se quiere, se les trata de aceptar sin, permitir por ello que lastimen.
- Es importante preservar la salud y tranquilidad personal. Toda persona es valiosa y nadie tiene el poder de robar su paz emocional. Ni siquiera una persona querida puede justificar el derecho para hacer dañó.
- Vivir con culpa y resentimiento contamina el alma y desperdicia la vida. No te puedes castigar por las actitudes negativas o perversas de otras personas. Dejar ir, protegerte y poner límites es una señal de salud mental y de amor a tu vida.
No puedes cambiar a las personas que te lastiman o te defraudan, pero si puedes cambiar la manera de percibirlos y como te puedes proteger.
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