Política exterior:
La política exterior no es, por lo general, un tema relevante en las elecciones presidenciales de EE.UU. Y mucho menos en elecciones intermedias, que tienden a centrarse en temas nacionales y locales. Pero estos no son tiempos normales. «Estas elecciones suelen ser un reflejo de la popularidad del presidente», dice Trevor Thrall, académico de política exterior en la Universidad George Mason y el Instituto Cato, para quien «la política exterior de Trump ha sido bastante impopular entre los estadounidenses».
La administración de Trump puede ser afectada de varias maneras, si los demócratas se aseguran el control del Senado, en manos republicanas. Algo improbable, pero no imposible.
Dado que se requiere la aprobación del Senado para las nominaciones de la rama ejecutiva y los tratados internacionales, los demócratas podrían bloquear el nombramiento de funcionarios de política exterior y bloquear acuerdos comerciales, una piedra angular de la agenda política de Trump. Es por eso que si Trump y los republicanos pierden, el Senado se les convertiría en una pesadilla: los demócratas adquirían un potente instrumento de presión en la política exterior de la Casa Blanca.
Así los demócratas solo recuperen la Cámara de Representantes, lo que es probable, más no seguro, pedirían interferir en la política exterior de Trump. «Las audiencias y el discurso público cambiarán mucho si los demócratas toman el control de la Cámara de Representantes, porque asumirían el arbitraje en las acciones administrativas en general, incluidos los cambios administrativos en la aplicación de la ley de inmigración», apunta Frances Lee, académica congresista de la Universidad de Maryland. Los demócratas examinarían la ofensiva del Gobierno de Trump contra los inmigrantes indocumentados e impulsarían la investigación sobre las conexiones de la campaña de Trump con Rusia. por ejemplo.
Política interna:
La reconquista demócrata de una o dos cámaras del Parlamento sería un logro para la política exterior, y más para la interior, gracias a que la Constitución le concede al Congreso más atribuciones en este campo. Empoderados, los demócratas frenarían los planes republicanos de eliminar el seguro médico introducido por Obama, por ejemplo.
El control demócrata de la Cámara obligaría a Trump a tratar más con el partido de la oposición. Trump necesitaría la aprobación demócrata para adelantar tareas rutinarias pero cruciales para mantener la operabilidad de la administración o elevar el techo de la deuda.
Pero Trump podría rehusarse a conciliar y asumir una postura aún más conflictiva, para enardecer a sus seguidores y alimentar el odio contra los demócratas. Eso llevaría a un ambiente político aún más tóxico que el actual.