viene diciendo desde hace tiempo que la es un flagelo que perjudica la economía y la seguridad nacional. Se comprometió a construir un muro a lo largo de la frontera con México para frenar la inmigración ilegal y la llegada de personas que piden asilo, aunque dio marcha atrás con sus esfuerzos por restringir la inmigración legal en su informe anual sobre el Estado de la Unión.

Acusó a los inmigrantes de quitarles trabajos a los estadounidenses, al tiempo que afirmaba que el país necesitaba más inmigrantes para mantener un boom económico. Estas afirmaciones parten de una serie de estereotipos falsos.

“Quiero que venga a nuestro país más gente que nunca, pero tienen que hacerlo legalmente”, declaró en el informe, pero poco después sostuvo que “la clase trabajadora estadounidense paga el precio de la inmigración ilegal masiva: menos empleos, sueldos más bajos, escuelas que no dan abasto, hospitales tan llenos que no se puede entrar, más delitos y una red de seguridad social abrumada”.

Esta visión se aparta levemente de la que expuso en el 2015, cuando dijo que los inmigrantes “se están quedando con nuestros puestos de trabajo, con nuestros empleos en las fábricas, con nuestro dinero, nos están matando”.

La realidad es que el 75% de los inmigrantes llegaron legalmente al país, según el Centro de Investigaciones Pew. En términos generales, la población de inmigrantes está mejor educada que la de los estadounidenses nativos.

Hay más probabilidades de que tengan un trabajo y es menos factible que cometan delitos violentos. Ayudan a impulsar el crecimiento económico. Y, tomados en grupo, no representan una carga para el fisco más grande que la de los nativos.

Además, por mucho que se hable de la frontera sur, en los últimos años los inmigrantes provinieron más bien de Asia que de México.

Tres economistas de la Universidad de Harvard difundieron en junio un informe sobre la inmigración en distintos países y llegaron a la conclusión de que los estadounidenses nativosexageran mucho el impacto de la inmigración. Estimaron, por ejemplo, que la inmigración legal representa el 36% de la población, más del triple de lo que en realidad representa. También pensaban que había buenas posibilidades de que no trabajasen y de que dependiesen de programas de asistencia mucho más de lo que en realidad dependen. Todos estos estereotipos, dijeron, hacen que no vean con buenos ojos los programas sociales que ayudan a los inmigrantes.

“Nos sorprendió lo errados que estaban acerca del nivel educativo, de ingresos y la contribución que hacen los inmigrantes a la sociedad”, dijo Alberto Alesini, economista de Harvard que fue uno de los autores del informe.

Algunos mitos en torno a la inmigración y la economía de :

MITO: GRANDES CANTIDADES DE INMIGRANTES INGRESAN ILEGALMENTE

REALIDAD: No es así.

El flujo neto de en los últimos años –aproximadamente el 0,3% de la población– se mantiene en los niveles históricos de siempre, de acuerdo con un análisis de datos del gobierno hecho por Lyman Stone, economista especializado en temas demográficos.

“No está muy bajo, pero tampoco muy alto”, afirmó Stone.

Los economistas dicen que si se restringe la inmigración, probablemente se resienta la economía. En vista de las bajas tasas de nacimientos de Estados Unidos, se necesitan inmigrantes para mantener el crecimiento poblacional que permita la expansión de la economía.

Es cierto que los inmigrantes representan hoy el 13% de la población, comparado con el 5% en 1970, pero este dato ignora el hecho de que los nativos tienen cada vez menos hijos. Se calcula que para el 2030 los inmigrantes serán los principales responsables del crecimiento de la población, con más nacimientos que entre los nativos.

MITO: LOS INMIGRANTES LES QUITAN EMPLEOS A LOS NATIVOS

REALIDAD: Abundan las quejas de que un inmigrante se quedó con un empleo en la construcción o en una oficina que tenía un nativo. Esto es normal en una economía tan diversa como la de Estados Unidos, en la que los nativos también pierden sus empleos a manos de otros nativos.

La información disponible sobre los empleos, no obstante, indican que la llegada de inmigrantes hace que aumente la contratación de personas en lugar de disminuirla. Esa tendencia se ve claramente reflejada en el informe mensual del gobierno sobre la creación de empleos. La información no distingue entre inmigrantes con permiso de residencia y sin él.

Casi el 64% de los inmigrantes tienen trabajo, comparado con aproximadamente el 60% de los nativos, de acuerdo con el Departamento del Trabajo. El año pasado, el 40% de los 2,4 millones de empleos generados fue para inmigrantes.

La expansión de la economía fue posible gracias a este continuo crecimiento de la fuerza laboral y se especula que si hay menos inmigrantes, el crecimiento podría disminuir. Las tasas de nacimientos bajas y la jubilación de la generación de postguerra implican que en los próximos años habrá menos trabajadores, con el consiguiente efecto en la economía y el empleo.

Muchos economistas dicen que los inmigrantes pueden ayudar a mantener el flujo de trabajadores necesarios para mantener el crecimiento.

MITO: LOS INMIGRANTES SON GENTE SIN ESTUDIOS

REALIDAD: El presidente se ha comprometido a crear un sistema de inmigración basado en “méritos”, lo que da a entender que Estados Unidos atrae solo a personas sin estudios y poco calificadas.

“Cuando México nos manda su gente, no nos manda lo mejor que tienen”, sostuvo Trump al lanzar su campaña presidencial en el 2015.

Pero los inmigrantes de hoy tienden a ser mejor educados que los estadounidenses nativos. El país atrae cada vez más extranjeros con doctorados y maestrías. El 16% de los inmigrantes que llegaron desde el 2000 tenía especializaciones, comparado con el 13% de la población nativa, según la Oficina del Censo.

Hacia el 2017, los inmigrantes que sacaron la ciudadanía tenían un doble de posibilidades de contar con un doctorado, comparado con los nativos. Desde el 2000 que el porcentaje de inmigrantes con doctorados es mayor que el de los nativos.

La información del censo indica asimismo que los hijos de inmigrantes tienden a completar la universidad en mayor porcentaje que los hijos de nativos.

Esto no quiere decir, desde ya, que los inmigrantes estén mejor educados. En términos generales, las disparidades entre la población de inmigrantes son tales que el porcentaje de inmigrantes que completó la secundara es menor que el de los nativos. Pero las estadísticas revelan que hay cada vez más extranjeros con títulos de posgrado y sueldos altos.

MITO: LOS INMIGRANTES SON LOS CULPABLES DE QUE LOS SUELDOS NO SUBAN

REALIDAD: Los estudios indican que esto no es cierto.

David Card, economista de la Universidad de California de Berkeley, estudió el tema por primera vez en 1990, analizando lo sucedido con los cubanos que llegaron a Miami desde el puerto de Mariel. La llegada de semejante cantidad de inmigrantes en un período tan corto posibilitó un experimento en el que se midió su impacto en los ingresos de la zona. Y su conclusión fue que los “marielitos” “no parecen haber tenido efecto alguno en los sueldos ni en las tasas de desempleo de los trabajadores menos calificados”.

Giovanni Peri, economista de la Universidad de California de Davis, estudió la inmigración a California de 1960 al 2005. Un informe suyo del 2010 dice que ese flujo inmigratorio “básicamente” no tuvo impacto en los sueldos ni en el empleo de los nativos.

Mucha gente que quiere reducir la inmigración apela a trabajos de George Borjas, economista de Harvard que dice que los marielitos hicieron que bajasen los sueldos de los nativos que no completaron la secundaria en Miami. Otros economistas cuestionan su metodología.

Las conclusiones de Borjas, por otro lado, se aplicarían a un pequeño porcentaje de la fuerza laboral, el 6,2% que no tiene título de secundaria.

Otras explicaciones para el estancamiento de los salarios van más allá de la inmigración. Incluyen asuntos como el hecho de que hay cada vez menos trabajadores sindicalizados, la tendencia a reducir costos y aumentar las ganancias, el costo cada vez más alto de los planes de salud y el aumento de una fuerza laboral mundial que cobra poco, la cual, en una economía mundial tan integrada, puede impactar el alza de los sueldos en Estados Unidos.

MITO: LOS INMIGRANTES SON UNA CARGA PARA LOS CONTRIBUYENTES

REALIDAD: La Academia Nacional de Ciencias exploró la carga de los contribuyentes en el 2016. Es un tema complejo. El gobierno nacional tiene un déficit, lo que implica que gasta más de lo que cobra en impuestos.

Pero el costo que representan los inmigrantes es casi el mismo que el de los nativos.

“Un inmigrante y un nativo de las mismas características tendrán el mismo impacto fiscal”, señala el informe.

El documento analiza también los gastos de los estados y las municipalidades, que deben tener presupuestos equilibrados. Dado que son ellos los que aportan el dinero para las escuelas públicas, los inmigrantes generalmente reciben más beneficios que lo que lo que pagan en impuestos.

A largo plazo, no obstante, es beneficioso educar a los niños, que de adultos trabajarán, comprarán automóviles, casas y pagarán impuestos, aportando al crecimiento económico.

Los hogares de inmigrantes con hijos son más proclives a apelar a programas sociales como ayuda alimenticia y el seguro médico Medicaid que los hogares de los nativos, en buena medida porque las familias de inmigrantes tienen sueldos promedio más bajos y familias más numerosas, según el informe de la Academia Nacional.

MITO: LA INMIGRACIÓN ILEGAL GENERA DELITOS VIOLENTOS

REALIDAD: Trump a menudo habla de la violencia de los “salvajes” de la pandilla MS-13. En su discurso del martes dijo que opera en al menos 20 estados y “casi todos vienen a través de nuestra frontera sur”.

Usa a los pandilleros, que son predominantemente salvadoreños o ciudadanos estadounidenses descendientes de salvadoreños, para pintar a los inmigrantes como delincuentes. Una delincuencia generalizada hace que sea más difícil tener un negocio, gastar dinero e incurrir en las transacciones diarias que mantienen la economía a flote.

Pero hay poca evidencia de que los inmigrantes estén detrás de una ola delictiva. En un estudio publicado el año pasado, los sociólogos Michael Light y Ty Miller analizaron la delincuencia en todos los estados y en el Distrito de Columbia de 1990 hasta el 2014 y comprobaron que el aumento en la cantidad de inmigrantes que ingresan al país ilegalmente estuvo acompañado por una merma en las denuncias de delitos.

Los autores del informe admiten que es posible que la gente que está en el país ilegalmente sea reticente a denunciar delitos. Pero acotan que gran cantidad de los inmigrantes vinieron en busca de trabajo, lo que ayuda a reducir las tasas de delincuencia. Investigaciones previas señalan que el 93% de los hombres que están en el país sin permiso de residencia trabajan o están buscando empleo.

“Como mínimo, el estudio pone en duda la tesis de que los indocumentados hacen que aumenten los delitos violentos”, concluyó el informe. “De hecho, la información disponible indica lo contrario”.

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