Cuando Martha Santiago se radicó en 1979 en el condado de Polk, en la Florida, procedente de Puerto Rico, para enseñar en una de dos escuelas bilingües de la zona, había dos cosas seguras: Que las naranjas eran el motor de la economía de esta localidad entre Tampa y Orlando y que la recolección de naranjas y otras tareas agrícolas eran hechas mayormente por mexicanos sin permiso de residencia.
Cuarenta años después, Santiago es la primera comisionada hispana del condado. Las plantaciones de cítricos han sido reemplazadas por complejos habitacionales y la cantidad de hispanos registrados para votar se disparó en el condado como consecuencia más que nada de la llegada de puertorriqueños, que son ciudadanos estadounidenses.
La presencia de grandes cantidades de puertorriqueños es uno de los grandes imponderables de las elecciones de fin de año y podría inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro.
“En Puerto Rico la política es muy importante para la gente. Es el principal tema de conversación”, expresó Santiago, quien es republicana y apoya a Donald Trump.
En el condado de Polk, la población de votantes hispanos registrados para votar subió de 19.000 en el 2006 a 65.000 en el 2018, un 15% del total comparado con un 3% en 1980. En el 2018 los hispanos representaban el 23% de los 700.000 residentes del condado, lo que implica que el caudal de votantes de esa comunidad podría aumentar en el 2020.
Tradicionalmente, los puertorriqueños de tierra firme han sido un bastión demócrata. Pero como demuestran Santiago y el inesperado respaldo puertorriqueño a Rick Scott en las elecciones senatoriales del 2016, ya no se puede generalizar ni dar nada por sentado.
“Este es uno de los grandes interrogantes de la Florida: ¿Qué impacto tendrá el voto hispano”, comentó Jens Manuel Krogstad, analista del Centro de Investigaciones Pew, que estudia el papel de los hispanos en la política de Estados Unidos. “¿Qué es el voto hispano? ¿Hay un voto hispano? Lo digo porque los hispanos son muy distintos en muchos sentidos, incluidos sus puntos de vista políticos. Especialmente en la Florida”.
La campaña de Trump corteja intensamente el voto hispano, sobre todo el de los conservadores religiosos, en la Florida. El vicepresidente Mike Pence visitará el centro de la Florida la semana que viene y Trump se presentó el 3 de enero en una megaiglesia hispana del estado.
Los candidatos demócratas se han estado concentrando en los estados donde se vota primero en las primarias y no han tenido mucha presencia todavía en la Florida. Pero organizaciones alineadas con los demócratas han estado promoviendo el voto en el condado de Polk y en el corredor de la carretera 4 en la esperanza de registrar decenas de miles de votantes nuevos.
María José Chapa, de la Federación Hispana, se instaló recientemente en un viejo centro comercial del centro de Haines City y sostuvo un extremo de un moño rojo. Media docena de personas que la acompañaban se amontonaron alrededor del moño mientras otra integrante de su equipo sostenía el otro extremo.
“Córtalo”, le dijo en español, entre aplausos. Y la mujer lo partió en dos con una tijera.
Quedó así inaugurada una oficina de enlace con la comunidad de la Federación Hispana en el condado de Polk. Estos activistas, no obstante, ya venían trabajando desde antes de la ceremonia. Entre el 18 de noviembre y el 10 de diciembre el grupo registró a 915 personas en bodegas, bibliotecas y frente a dependencias municipales.
Chapa, quien es mexicana, viaja a Polk desde Orlando y toma nota de los puertorriqueños que se empadronaron hace poco. Muchos vinieron a la Florida tras el paso devastador del huracán María por Puerto Rico en el 2017. Algunos llegaron inicialmente a Orlando pero con la intención de radicarse en Polk. Se calcula que unos 400.000 isleños se vinieron a la parte continental tras el paso de María.
“Es lo lógico ya que la vivienda es más barata”, expresó Chapa mientras sostenía un tablero anaranjado con formularios para registrar votantes.
Una hora después se presentó en la oficina del recolector de impuestos de Polk. Con una sonrisa en el rostro les preguntó a quienes salían de la dependencia si estaban registrados para votar, en inglés y en español.
La mayoría de las personas respondía en español. Muchos decían que sí estaban registrados, mientras que otros comentaban que tenían que cambiar de dirección.
Chapa registró a un puertorriqueño el día que abrieron la oficina. David Serrano, obrero de 49 años, puso mala cara cuando le preguntaron por Trump mientras llenaba el formulario para cambiar su dirección.
“Odio a la gente que odia a los demás”, dijo Chapa. “No son mi tipo de persona”.
Dijo que votará en el 2020 y Chapa hizo notar que se había registrado como votante sin afiliación política, lo que implica que no podrá participar en las primarias.
Serrano dijo que se ocuparía de eso más adelante y se fue.
Según la Secretaría de Estado de la Florida, en el 2019 se registraron 107.600 votantes hispanos nuevos. La mayoría, un 46%, sin afiliación política. Un 33% lo hizo como demócrata y un 18% como republicano.
A Chapa le preocupan esos votantes. Dice que muchos puertorriqueños se están registrando sin afiliación partidaria, lo que hace prácticamente imposible pronosticar cómo votarán.
“No pueden participar plenamente en el proceso”, se lamentó, sacudiendo la cabeza. “Eso afecta la elección”.
María Morales, maestra de 56 años, también cambió de dirección. Dijo que se vino al condado de Polk hace poco desde Orlando, radicándose en Davenport. Es puertorriqueña y se vino a tierra firme hace cuatro años. Cuando habla del huracán y de las penurias que debió soportar su hijo mayor tras su paso, se le quiebra la voz.
“Me dijo, ‘mami, sácame de aquí’”, relató. Muchos se instalaron en la Florida, incluido el hijo de Morales.
Cuando se le preguntó por la respuesta del gobierno de Trump al huracán –criticó al gobierno isleño y lo tildó de corrupto– y si volvería a votar por el mandatario, se encogió de hombros y dijo “no sé todavía”.
Morales votó por Trump en el 2016 y piensa que manejó bien la economía. “Tiendo a coincidir con él” en relación con la corrupción en Puerto Rico, señaló. Sin embargo, no descarta votar por un demócrata, aunque todavía no distingue mucho a los candidatos.
“¿Biden?”, manifestó. “¿Es el viejo canoso, verdad?”.
Los demócratas de la Florida esperan registrar 200.000 votantes para las primarias y dijeron en marzo que planeaban invertir 2 millones de dólares con ese fin en marzo. El excandidato demócrata a la gobernación del estado Andrew Gillum creó una agrupación llamada Bring It Home Florida que se propone registrar un millón de votantes.
No está claro cuánto piensan invertir los republicanos en la movilización de votantes, aunque según la División de Elecciones de la Florida, entre enero y septiembre (el último mes del que se tienen datos) del 2019 los republicanos registraron 23.084 votantes en la Florida y los demócratas 10.731.
Daniel Smith, presidente del departamento de ciencias políticas de la Universidad de la Florida, dijo que la tendencia del voto puertorriqueño se diferencia de la del voto de otros hispanos en algunos puntos clave.
El ausentismo es mayor que el de otros grupos hispanos en la Florida, según determinó tras estudiar precintos del estado con al menos 100 puertorriqueños registrados para votar en el 2016.
De los más de 180.000 puertorriqueños de su banco de datos, solo votaron 112.000, el 62%, un porcentaje muy por debajo del de los cubanos, que fue del 75% (votaron 242.000 de los 325.000 cubanos habilitados para hacerlo).
En las elecciones de mitad de término del 2018 la participación de puertorriqueños fue baja, lo que preocupó a los demócratas.
El exgobernador Rick Scott se postuló al senado ese año y visitó la isla varias veces tras el paso de María. Su interés en la isla pareció rendirle dividendos. Análisis de algunos precintos del condado de Osceola con gran presencia boricua indican que Scott sacó muchos más votos que otro republicano como él, Ron de Santis, que se postuló a la gobernación.
“El voto hispano no es monolítico”, dijo Chapa. “No todos somos demócratas”.