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Mexico stands with migrants. The new U.S. asylum policy must respect their rights.

Roberto Velasco Alvarez is the spokesman of the Mexican Secretariat of Foreign Affairs.
Mexico is adopting a new migratory framework in line with the solidarity that has always characterized our foreign policy. Our new policies rely on a comprehensive vision to understand migration and all its repercussions from their root causes. We believe trying to halt the flow of without addressing the factors that force people to flee their countries is insufficient.
As President Andrés Manuel López Obrador stated in a letter to President Trump, a plan to boost development in Guatemala, El Salvador and Honduras that creates employment and, as a consequence, lowers crime rates, represents a better and more effective alternative than merely focusing in stemming the outflow of immigrants.
The ongoing initiative between Guatemala, El Salvador, Honduras and Mexico is designed to raise investment, enhance governance, reduce violence and foster economic growth. Our governments must properly implement several complex policies to meet this ambitious set of goals. The technical expertise and financial support of the United States represent a significant advantage toward the success of those policies, and should be commended.
Our administration’s new migratory plan is a far-reaching shift from that of our predecessors. Mexico is the first country to adjust its migratory policy as recommended by the new United Nations Global Compact for Migration. In accordance with this international agreement adopted by more than 160 countries, Mexico’s position will no longer be one of migration deterrence and blockage. Mexico’s National Migration Institute has provided visiting registrations for humanitarian reasons to migrants that otherwise would have entered the country irregularly. In light of our regional responsibilities and commitment to human rights, migrants will be able to work and, as a consequence, will benefit from access to health care, education and other social programs.
But our new migratory blueprint is at odds in some respects with the announcement by U.S. authorities that some migrants looking for asylum who entered through our shared border could be returned to Mexico to wait for their proceedings.
In accordance to our new migratory policy, one that puts human rights at its core, Mexico will temporarily welcome some migrants seeking asylum in the United States. But in the interest of protecting vulnerable migrants, unaccompanied children and those in poor health conditions will not be accepted into our territory from the United States. With this, Mexico reaffirms its adherence to the paramount principle of non-refoulement. As stated by international law, no government should return an asylum seeker to territories where his or her life would be threatened on account of race, religion, nationality or membership of a particular social group. Therefore, Mexico expects that asylum seekers with a credible fear of such threats will not be sent to our country.
The operational complexity of receiving asylum seekers from the United States opens the door to new potential drawbacks. Mexico will keep raising these concerns to the United States, to adequately manage the situation while guaranteeing the orderly functioning of our border. There are several technical-level questions — the specific ports of entry where this measure would apply, the timeline of the process, among others — that our two governments need to address to guarantee an adequate implementation of this unilateral policy.
In the future, Mexico will continue investing in development policies to reduce violence and poverty in our country and Central America, so that migration will no longer be a necessity but an option. In this regard, the potential cooperation with the European Union, Canada and Japan to bolster our Comprehensive Development Plan is a sign of our willingness to expand alliances for development on a global scale.
Mexico will continue to emphasize the protection of human rights in our new migratory policy. Our new comprehensive stance entails not only the defense of rights but the expansion of opportunity. That is the road Mexico will follow in the years to come.

 

En realidad, Trump no quiere el muro en la frontera

Trump no quiere construir un el en la frontera con México. En realidad, lo que busca es que sus seguidores y su base electoral, lo vean pelearse por el muro con los demócratas y con los medios de comunicación. Busca confrontaciones públicas en televisión para vender la idea de que lucha intensamente por la seguridad de su país y por cumplir una promesa que no quiere diligenciar y que le sirve para mantener el espectáculo que tiene montado. Es una estrategia de comunicación . El muro es la herramienta para mantener el show en suspenso, una pelea permanente, una confrontación sin rumbo que asegura titulares y un rating alto. Es tratar la política como entretenimiento.

Hace unos meses decía que el muro, grande y fuerte, valdría 20.000 millones de dólares y que los mexicanos iban a pagar por él. “Nunca dije que México pagaría por el muro y nunca quise decir que México iba a escribir un cheque con el dinero”, dijo Trump el 10 de enero. Ahora la pelea es por 5,700 millones y contra los demócratas porque no le aprueban el presupuesto en el Congreso para una barrera de metal. Como resultado, el gobierno lleva un mes cerrado dejando sin salario a al menos 800.000 de personas.

Si en realidad quisiera construir el muro ya hubiera conseguido los 5,700 millones de dólares hace mucho tiempo. Él, que es un ‘gran negociador’ sabe que eso es poco comparado con el presupuesto de 4 trillones de dólares que tiene para el 2019 y que hay muchas otras formas de conseguir los fondos. Pero no está preocupado por encontrar el dinero ni está dispuesto a negociar su financiación con los demócratas. De hecho, negó la propuesta de los demócratas cuando aceptaron financiar el muro a cambio de mantener el programa DACA, que le da estatus legal a los jóvenes que entraron de niños al país sin papeles. Pero ahora formula la misma propuesta que rechazó hace unas semanas.

De haber querido financiar el muro hubiera aprovechado sus primeros dos años de gobierno cuando tuvo la mayoría republicana en el congreso para asegurar los fondos. Sin embargo, esperó a que los demócratas ganaran la mayoría en la cámara de representantes para seguir generando debate confrontación.

“Yo ya ni se si el presidente quiere el muro. Creo que solo quiere el debate sobre el muro”, dijo la demócrata Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de Representantes.

Si en realidad quisiera construir el muro, ya hubiera empezado hace rato y los kilómetros construidos los habría promocionado como un gran logro para la seguridad del país. En cambio, ya lleva dos años de gobierno, le quedan dos. En este tiempo no ha construido ni un kilómetro y no le va a alcanzar el tiempo para terminarlo, si es que lo empieza.

En la frontera ya hay 1050 KM de barrera construida que ha llevado 3 años en construirse. Los otros dos tercios de barrera, equivalentes a 2170 kilómetros se demorarían al menos 6 años en hacerse. Esto, sin tener en cuenta que todavía no se han comprado los predios por donde se construiría el resto de la barrera que pasaría por reservas naturales y que afronta otros desafíos legales. Razón por la cual, el tiempo estimado de construcción podría extenderse aún más.

En total son casi 3200 kilómetros de frontera terrestre con México con 25 puntos de entrada legales que es por donde ingresa la mayor cantidad de droga a Estados Unidos, como lo afirma la DEA (Oficina de control de drogas de EE. UU.). Esta información que contradice la hipótesis de Trump donde dice que el muro acabaría con el crimen y el tráfico de drogas. La corrupción en la frontera y el lucro de muchos en este negocio parece ser el problema real como lo expone Vice en el documental “Como los carteles mexicanos pasan la metanfetamina a Estados Unidos”.

El muro claramente no solucionaría el problema de la droga ni tampoco el de la inmigración ilegal porque muchas de las personas llegan a la frontera por los puntos de entrada legales a pedir asilo político. Hechos que el presidente Trump conoce, pero insiste en el muro para mantener el show mediático y asegurar la fidelidad de su base electoral masificada alrededor del miedo en un enemigo en común: el inmigrante.

Trump no quiere el muro. Quiere el debate y la confrontación él. Es su mejor herramienta para distraer la atención pública de la investigación sobre sus vínculos con Rusia y su mal manejo de fondos de campaña electoral a la presidencia que ponen en riesgo su permanencia en el poder.

Trump ofrece extender DACA y TPS por tres años a cambio de muro

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El presidente propuso hoy extender programas que benefician a inmigrantes que viven en a cambio de fondos para el fronterizo, iniciativas que los demócratas ya habían calificado de «inaceptables» y que han sido rechazadas antes.

Antes de que Trump presentará su propuesta en un mensaje televisado, la dirigente demócrata en la cámara baja, Nancy Pelosi, señaló que «los demócratas tenían la esperanza de que el presidente finalmente estuviera dispuesto a reabrir el gobierno y proceder a una discusión muy necesaria para proteger la frontera».

Sin embargo, los informes iniciales señalan que las propuestas del gobernante son iniciativas rechazadas anteriormente, que son «inaceptables» y no representan un esfuerzo de buena fe para eliminar la incertidumbre entre los estadunidenses.

A fin de levantar el cierre parcial del gobierno, desde hace 29 días, por falta de fondos, Trump propuso al Partido Demócrata extender por tres años el programa de Acción Diferida para los llegados en la Infancia (DACA) y el de Estatus de Protección Temporal (TPS) a cambio de que los cinco mil 700 millones de dólares solicitados para la construcción de un muro en la frontera con México.

Pelosi señaló que los demócratas sólo aceptarán una propuesta que beneficie a los inmigrantes de manera permanente y aseveró que el gobernante es el que debe tomar medidas para abrir el gobierno. Como parte de su propuesta, Trump pidió además 800 millones de dólares para asistencia humanitaria, 850 millones para tecnología en la frontera, dos mil agentes fronterizos más y 75 jueces de inmigración.

Otros cambios que propuso fueron que los ciudadanos centroamericanos puedan solicitar asilo en Estados Unidos desde sus países, sin tener que viajar a la frontera para hacerlo, la única manera de pedirlo actualmente.

“Ese es nuestro plan, seguridad fronteriza, Daca, TPS, simple y directo”, dijo Trump cerca del final de su mensaje, en el que reiteró sus afirmaciones de que la migración indocumentada está vinculada con problemas de violaciones sexuales, tráfico de drogas, pandillerismo y criminalidad en Estados Unidos.

Anunció que el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, acordó incluir su propuesta en un proyecto de ley y presentarla al final de la próxima semana. Por su parte, el demócrata número dos en el Senado, Dick Durbin, aseveró que que no puede respaldar esa propuesta, ya que Trump y McConnell deben abrir hoy el gobierno. «Estoy listo para sentarme en cualquier momento después de que se abra el gobierno y trabajar para resolver todos los problemas pendientes».

Funcionarios de la Casa Blanca, citados por medios locales, calificaron la propuesta del mandatario como una «rama de olivo» para los demócratas y una forma potencial de terminar con el cierre parcial del gobierno.

Mientras que organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes como United We Dream también expresaron su rechazo a la propuesta de Trump y señalaron que desconfían de sus ofrecimientos.

«No podemos confiar en sus promesas y negociaciones». Los llamados «dreamers» o beneficiarios del DACA han señalado que rechazan ser la «moneda de cambio» para construir su muro y fortalecer su de tolerancia cero a la inmigración.

Otras organizaciones consideraron que en el debate del tema no solo deberían estar los «dreamers» y los beneficiarios del TPS, sino todos los que viven en Estados Unidos, algunos desde hace varias décadas.

La Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA) calificó la propuesta de «medieval» y consideró que el Congreso debe detener la táctica del presidente Trump para construir un muro innecesario y votar para reabrir el gobierno.

Second In Charge Of State Schools Was Born In Tijuana, Educated In Poway

The state’s new chief deputy superintendent — the second in line at the Department of Education, behind State Superintendent Tony Thurmond — likes to say she “flunked” kindergarten.

Lupita Cortez Alcalá’s father moved the family from to Poway in 1977, after saving up enough from his job as a civil engineer for a down payment on a house north of the border. When Alcalá enrolled in kindergarten at Midland Elementary School in Poway Unified, she didn’t speak English and the school lacked instruction in Spanish. They held her back for a second year.

“You’re listening and hearing five years or more of Spanish when you first start kindergarten, and when you start school only in English, it’s like you’re starting all over again,” Alcalá said.

“While I received a very good public education, language forty years ago — bilingual education and dual immersion — just wasn’t as very prominent, particularly in Poway,” she said. “We were one of the only Latino families that were at that school at that time.”

Alcalá went on to earn straight A’s in middle and high school, and attend UC San Diego and the Harvard University School of Education. She later worked at the department she now helps lead, working on the roll-out the state’s current academic standards and developing standards for English-language learners.

Before being sworn in as the state’s first Latina chief deputy superintendent Jan. 9, Alcalá served as executive director of the California Student Aid Commission.

Below is a Q&A with Alcalá. Her answers have been lightly edited for brevity.

Q: How did your experience as a student at schools here in the San Diego region impact you eventually getting into education and winding up where you are now?

A: First and foremost, I received a really good public education and I was surrounded by other students who wanted to go to college and whose parents expected that of them, as well. My parents did, as well, but they didn’t know how to navigate the education system, so they placed us in a really reputable school district because they expected the teachers and administrators to help lead us and guide us.

I didn’t always know I wanted to go into education. I think my experiences in elementary school with learning English and the struggles that my family and I had may have, unbeknownst to me at the time, been planting a seed in my head about what I thought maybe was missing at the time.

I ended up going to UCSD and during my very first quarter, during the ‘92 recession, my dad lost his civil engineering job and I had to work 30 to 40 hours a week and take a full load. At that moment I had a low-income student experience, going from sort of a lower middle class experience, and I realized how hard it was.

One of the jobs I had was with the early academic outreach program, and I would talk with middle and high school students about how to get into college.

They would take all the requirements, they took the SAT, they filled out the FAFSA. But some of the students, they came back to me the next semester and they had D’s and F’s in every class. So that led me to think, it’s not good enough for me to tell them what they need to do to go to higher ed. There’s something that’s happening way early on. And, interestingly, these students were low-income, mostly Latino, English learners.

My passion for access and opportunity grew from my experience and the experience I had working with all these students. Informing families how to get into higher education is not where the real work is; the real work is in K-12 education.

Q: The state has been working to improve the achievement gap for English-language learners, but only 12 percent met or exceeded standards on state tests in 2017, so there’s still a lot of work to do. What can the state expect from you and Superintendent Thurmond to help English-language learners?

A: English-learners are learning English, so they’re not going to reflect a high assessment score on English and math for three to five years, maybe seven in some cases, as research states. So where we’re going to look is reclassified students and how are they doing in comparison to other students, and I think we do have a good track record there.

The most important piece of the puzzle is the teacher in the classroom and their ability to get the resources they need to assist the student. There’s the language acquisition and learning how to transfer skills from the student’s current language to English to help maximize their potential to learn, read and write. And then there are the resources that are required to assist those students that are often times low-income, refugees from other countries that have suffered some trauma. They need health services and they need support. You can’t teach a child if they’re hungry.

I’m not generalizing, but some of these students have other factors affecting their ability to be successful. We want to focus on the whole child, and the most important part is whether the teacher has the professional development and language transitional skills they need.

Q: You were previously the director of the California Student Aid Commission. Can you talk about what the state has been doing to improve college affordability and what might be on the horizon?

A: College affordability does not discriminate on income. Middle-income and low-income families in California all suffer from the same concerns over being able to afford college. While the state has had a $2 billion financial aid program, which is the largest and most generous in the nation by far, that covers primarily tuition and fees and it doesn’t cover living expenses in the way it could and should.

Many of the students that we are encouraging to go to college, including career-technical students, are low-income. They don’t stop being low-income when they turn 18. That’s why you’re seeing a lot of articles and research on food and housing insecurity. Students are having to go part time and work full time.

We need to consolidate Cal Grant A, B, and C. Right now, for a family of four that makes $50,000 and below, if you have a 2.0-grade point average, you’re good to go. If you’re a family of four and you make $60,000 and you don’t have a 3.0, you get nothing. That’s a problem. You think they can go to a community college, you get the California Promise tuition assistance. But they don’t offer you nearly the same package that UC or CSU would in terms of housing and food. So one of the things we’ve been doing is advocating for more award for living expenses.

Q: What else are you looking forward to in terms of education policy?

A: We’re really excited about the whole spectrum, so early education to higher education and ensuring that not only the students get a high quality education and we close the achievement gap, but that teachers are prepared and provided the professional development they need, and the parents of students — parent engagement is not only being active in their students’ education. For low-income parents, we want them to go back to school. We intend to work with the California Community College District, the Workforce Development Board and the Employment Development Department to make that happen. We intend to serve the whole family.

Second In Charge Of State Schools Was Born In Tijuana, Educated In Poway

The state’s new chief deputy superintendent — the second in line at the Department of Education, behind State Superintendent Tony Thurmond — likes to say she “flunked” kindergarten.

Lupita Cortez Alcalá’s father moved the family from to Poway in 1977, after saving up enough from his job as a civil engineer for a down payment on a house north of the border. When Alcalá enrolled in kindergarten at Midland Elementary School in Poway Unified, she didn’t speak English and the school lacked instruction in Spanish. They held her back for a second year.

“You’re listening and hearing five years or more of Spanish when you first start kindergarten, and when you start school only in English, it’s like you’re starting all over again,” Alcalá said.

“While I received a very good public education, language forty years ago — bilingual education and dual immersion — just wasn’t as very prominent, particularly in Poway,” she said. “We were one of the only Latino families that were at that school at that time.”

Alcalá went on to earn straight A’s in middle and high school, and attend UC San Diego and the Harvard University School of Education. She later worked at the department she now helps lead, working on the roll-out the state’s current academic standards and developing standards for English-language learners.

Before being sworn in as the state’s first Latina chief deputy superintendent Jan. 9, Alcalá served as executive director of the California Student Aid Commission.

Below is a Q&A with Alcalá. Her answers have been lightly edited for brevity.

Q: How did your experience as a student at schools here in the San Diego region impact you eventually getting into education and winding up where you are now?

A: First and foremost, I received a really good public education and I was surrounded by other students who wanted to go to college and whose parents expected that of them, as well. My parents did, as well, but they didn’t know how to navigate the education system, so they placed us in a really reputable school district because they expected the teachers and administrators to help lead us and guide us.

I didn’t always know I wanted to go into education. I think my experiences in elementary school with learning English and the struggles that my family and I had may have, unbeknownst to me at the time, been planting a seed in my head about what I thought maybe was missing at the time.

I ended up going to UCSD and during my very first quarter, during the ‘92 recession, my dad lost his civil engineering job and I had to work 30 to 40 hours a week and take a full load. At that moment I had a low-income student experience, going from sort of a lower middle class experience, and I realized how hard it was.

One of the jobs I had was with the early academic outreach program, and I would talk with middle and high school students about how to get into college.

They would take all the requirements, they took the SAT, they filled out the FAFSA. But some of the students, they came back to me the next semester and they had D’s and F’s in every class. So that led me to think, it’s not good enough for me to tell them what they need to do to go to higher ed. There’s something that’s happening way early on. And, interestingly, these students were low-income, mostly Latino, English learners.

My passion for access and opportunity grew from my experience and the experience I had working with all these students. Informing families how to get into higher education is not where the real work is; the real work is in K-12 education.

Q: The state has been working to improve the achievement gap for English-language learners, but only 12 percent met or exceeded standards on state tests in 2017, so there’s still a lot of work to do. What can the state expect from you and Superintendent Thurmond to help English-language learners?

A: English-learners are learning English, so they’re not going to reflect a high assessment score on English and math for three to five years, maybe seven in some cases, as research states. So where we’re going to look is reclassified students and how are they doing in comparison to other students, and I think we do have a good track record there.

The most important piece of the puzzle is the teacher in the classroom and their ability to get the resources they need to assist the student. There’s the language acquisition and learning how to transfer skills from the student’s current language to English to help maximize their potential to learn, read and write. And then there are the resources that are required to assist those students that are often times low-income, refugees from other countries that have suffered some trauma. They need health services and they need support. You can’t teach a child if they’re hungry.

I’m not generalizing, but some of these students have other factors affecting their ability to be successful. We want to focus on the whole child, and the most important part is whether the teacher has the professional development and language transitional skills they need.

Q: You were previously the director of the California Student Aid Commission. Can you talk about what the state has been doing to improve college affordability and what might be on the horizon?

A: College affordability does not discriminate on income. Middle-income and low-income families in California all suffer from the same concerns over being able to afford college. While the state has had a $2 billion financial aid program, which is the largest and most generous in the nation by far, that covers primarily tuition and fees and it doesn’t cover living expenses in the way it could and should.

Many of the students that we are encouraging to go to college, including career-technical students, are low-income. They don’t stop being low-income when they turn 18. That’s why you’re seeing a lot of articles and research on food and housing insecurity. Students are having to go part time and work full time.

We need to consolidate Cal Grant A, B, and C. Right now, for a family of four that makes $50,000 and below, if you have a 2.0-grade point average, you’re good to go. If you’re a family of four and you make $60,000 and you don’t have a 3.0, you get nothing. That’s a problem. You think they can go to a community college, you get the California Promise tuition assistance. But they don’t offer you nearly the same package that UC or CSU would in terms of housing and food. So one of the things we’ve been doing is advocating for more award for living expenses.

Q: What else are you looking forward to in terms of education policy?

A: We’re really excited about the whole spectrum, so early education to higher education and ensuring that not only the students get a high quality education and we close the achievement gap, but that teachers are prepared and provided the professional development they need, and the parents of students — parent engagement is not only being active in their students’ education. For low-income parents, we want them to go back to school. We intend to work with the California Community College District, the Workforce Development Board and the Employment Development Department to make that happen. We intend to serve the whole family.

Trump, el pago del muro y México

«¿Quién pagará el ?», preguntaba el entonces candidato a ser presidente de EE UU, , en sus eventos de campaña. «¡México!», respondía al unísono una agitada multitud, que no dudaba de la capacidad negociadora del neoyorquino para conseguir cerrar acuerdos. Todo eso ha cambiado.

Ese «arte de negociar», del que tanto ha presumido Trump a lo largo de su carrera profesional y, ahora, , no ha funcionado con esa promesa electoral, que aseguraba que el país vecino iba a sufragar el coste de la construcción del cercado fronterizo.

Cuestionado esta semana sobre si será México quién pague el muro, Trump defendió que «nunca» ha dicho que el país vecino «escribiría un cheque» para pagar su construcción, a pesar de que ha repetido más de 210 veces que financiaría la protección fronteriza de su nación, según el recuento del diario Washington Post.

Ese supuesto plan se basaba en gran medida en amenazar con prohibir las remesas de mexicanos viviendo en hacia sus familiares, a menos que el Ejecutivo mexicano pagase una cantidad para el muro

La campaña electoral de Trump describió en abril de 2016 los pasos que el entonces candidato tomaría para obligar a México a pagar entre 5.000 y 10.000 millones de dólares para financiar el muro.

Ese supuesto plan se basaba en gran medida en amenazar con prohibir las remesas de mexicanos viviendo en Estados Unidos hacia sus familiares, a menos que el Ejecutivo mexicano pagase una cantidad para el muro.

«Es una decisión fácil para México: realizar un pago único de entre 5.000 y 10.000 millones para garantizar que 24.000 millones continúen fluyendo en su país cada año», reflejó la nota de la campaña.

La primera vez que el mandatario afirmó que sería México el que se haría cargo del costo de la barrera en el linde ocurrió en junio de 2015, en una celebración en la Torre Trump, situada en la Quinta Avenida de Nueva York.

«Yo construiría un gran muro, y nadie construye muros mejor que yo, créanme, y lo construiré a muy bajo costo, construiré un gran gran muro en nuestra frontera sur. Y haré que México pague», auguró el precandidato presidencial.

Trump evitó entrar en detalles, pero repitió esa noche que México iba a costear su anhelada construcción fronteriza.

Tanto el expresidente mexicano, Enrique Peña Nieto, como su sucesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador, han rechazado frontalmente la idea de que el muro se financie con dinero de las arcas mexicanas

A medida que fue avanzando la campaña, prometió que encontraría el dinero necesario para el muro usando todo tipo de estrategias: reduciendo el déficit comercial con México, obligando al Gobierno a pagar mediante el bloqueo de transferencias bancarias y visados o aumentando los impuestos de los visados a ciudadanos mexicanos, entre otras.

Tanto el expresidente mexicano, Enrique Peña Nieto (2012-2018), como su sucesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador, han rechazado frontalmente la idea de que el muro se financie con dinero de las arcas mexicanas.

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump bajó el ritmo en sus referencias al pago de la barrera, aunque continuó afirmando que México se haría cargo.

En las últimas semanas, fue un paso más allá y aseguró que «México está pagando por el muro».

Según su argumento, ya está sufragando la construcción del muro gracias al dinero que EE UU se ahorra a través del nuevo acuerdo comercial T-MEC, que aún no ha sido aprobado por el Congreso

Según su argumento, ya está sufragando la construcción del muro gracias al dinero que EE UU se ahorra a través del nuevo acuerdo comercial T-MEC, que aún no ha sido aprobado por el Congreso estadounidense y que, por ende, no ha entrado en vigor.

Hasta ahora, ninguna de las promesas, amenazas o estrategias de Trump ha funcionado y, ahora, su inamovible actitud respecto a la «necesidad» de levantar un muro en la frontera sur de su país ha provocado un cierre parcial de la Administración, que inició el pasado 22 de diciembre.

Después de asumir de que México no financiará el muro, el mandatario quiere obligar al Congreso a incluir fondos para su construcción en los presupuestos, una opción que la bancada demócrata no acepta y que ha llevado al país a la parálisis administrativa más larga de su historia.

Trump, el pago del muro y México

«¿Quién pagará el ?», preguntaba el entonces candidato a ser presidente de EE UU, , en sus eventos de campaña. «¡México!», respondía al unísono una agitada multitud, que no dudaba de la capacidad negociadora del neoyorquino para conseguir cerrar acuerdos. Todo eso ha cambiado.

Ese «arte de negociar», del que tanto ha presumido Trump a lo largo de su carrera profesional y, ahora, , no ha funcionado con esa promesa electoral, que aseguraba que el país vecino iba a sufragar el coste de la construcción del cercado fronterizo.

Cuestionado esta semana sobre si será México quién pague el muro, Trump defendió que «nunca» ha dicho que el país vecino «escribiría un cheque» para pagar su construcción, a pesar de que ha repetido más de 210 veces que financiaría la protección fronteriza de su nación, según el recuento del diario Washington Post.

Ese supuesto plan se basaba en gran medida en amenazar con prohibir las remesas de mexicanos viviendo en hacia sus familiares, a menos que el Ejecutivo mexicano pagase una cantidad para el muro

La campaña electoral de Trump describió en abril de 2016 los pasos que el entonces candidato tomaría para obligar a México a pagar entre 5.000 y 10.000 millones de dólares para financiar el muro.

Ese supuesto plan se basaba en gran medida en amenazar con prohibir las remesas de mexicanos viviendo en Estados Unidos hacia sus familiares, a menos que el Ejecutivo mexicano pagase una cantidad para el muro.

«Es una decisión fácil para México: realizar un pago único de entre 5.000 y 10.000 millones para garantizar que 24.000 millones continúen fluyendo en su país cada año», reflejó la nota de la campaña.

La primera vez que el mandatario afirmó que sería México el que se haría cargo del costo de la barrera en el linde ocurrió en junio de 2015, en una celebración en la Torre Trump, situada en la Quinta Avenida de Nueva York.

«Yo construiría un gran muro, y nadie construye muros mejor que yo, créanme, y lo construiré a muy bajo costo, construiré un gran gran muro en nuestra frontera sur. Y haré que México pague», auguró el precandidato presidencial.

Trump evitó entrar en detalles, pero repitió esa noche que México iba a costear su anhelada construcción fronteriza.

Tanto el expresidente mexicano, Enrique Peña Nieto, como su sucesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador, han rechazado frontalmente la idea de que el muro se financie con dinero de las arcas mexicanas

A medida que fue avanzando la campaña, prometió que encontraría el dinero necesario para el muro usando todo tipo de estrategias: reduciendo el déficit comercial con México, obligando al Gobierno a pagar mediante el bloqueo de transferencias bancarias y visados o aumentando los impuestos de los visados a ciudadanos mexicanos, entre otras.

Tanto el expresidente mexicano, Enrique Peña Nieto (2012-2018), como su sucesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador, han rechazado frontalmente la idea de que el muro se financie con dinero de las arcas mexicanas.

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump bajó el ritmo en sus referencias al pago de la barrera, aunque continuó afirmando que México se haría cargo.

En las últimas semanas, fue un paso más allá y aseguró que «México está pagando por el muro».

Según su argumento, ya está sufragando la construcción del muro gracias al dinero que EE UU se ahorra a través del nuevo acuerdo comercial T-MEC, que aún no ha sido aprobado por el Congreso

Según su argumento, ya está sufragando la construcción del muro gracias al dinero que EE UU se ahorra a través del nuevo acuerdo comercial T-MEC, que aún no ha sido aprobado por el Congreso estadounidense y que, por ende, no ha entrado en vigor.

Hasta ahora, ninguna de las promesas, amenazas o estrategias de Trump ha funcionado y, ahora, su inamovible actitud respecto a la «necesidad» de levantar un muro en la frontera sur de su país ha provocado un cierre parcial de la Administración, que inició el pasado 22 de diciembre.

Después de asumir de que México no financiará el muro, el mandatario quiere obligar al Congreso a incluir fondos para su construcción en los presupuestos, una opción que la bancada demócrata no acepta y que ha llevado al país a la parálisis administrativa más larga de su historia.

Méxicoamericano va por la Presidencia de Estados Unidos

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Con promesas como “Sí dreamers” y una reforma migratoria integral, el demócrata de o9rigen mexicano , quien fue secretario de Vivienda en el Gobierno del expresidente de Barack Obama (2009-2017), anunció este sábado su candidatura para las próximas elecciones presidenciales de 2020.

“Cuando mi abuela llegó aquí, hace ya casi cien años, estoy seguro de que nunca se imaginó que solo dos generaciones después, uno de sus nietos formaría parte del Congreso de los Estados Unidos, y que el otro estaría ante ustedes hoy diciendo las siguientes palabras: Yo soy candidato para Presidente de los Estados Unidos” precisó Castro, quien finalizó su anuncio al grito de “Vámonos”.

Después de meses de especulación, Castro dio a conocer su decisión sobre su candidatura en la Plaza Guadalupe al oeste de San Antonio, zona altamente poblada por la comunidad mexicoamericana y donde él mismo creció y vive.

La candidatura para presidente de Estados Unidos de Castro llevará el eslogan “One Nation. One Destiny” o “Una Nación. Un Destino”.

Castro, quien también fue alcalde de San Antonio, Texas, entre 2009 y 2014, creó el pasado mes un comité exploratorio para analizar su posible candidatura presidencial de cara a las elecciones, en las que, de ganar las primarias demócratas, lo más seguro es que se enfrente al republicano , que aspira a la reelección.

En los últimos meses, el demócrata había insinuado en que presentaría su candidatura, aunque sin una comunicación oficial.

El político publicó un video en el que repasó los orígenes mexicanos de su familia y explicó el éxito que han tenido él y su hermano, el representante por Texas en la Cámara Baja, Joaquín Castro, gracias al esfuerzo de su abuela de llegar a Estados Unidos “sin nada”.

En las pasadas elecciones presidenciales, Castro fue uno de los nombres que sonó como posible compañero de candidatura de la demócrata Hillary Clinton en los comicios presidenciales de 2016, aunque finalmente el senador Tim Kaine fue el elegido como candidato demócrata a la Vicepresidencia.

La noticia sobre su posible candidatura llega después de que la senadora demócrata Elizabeth Warren, una de las figuras más populares y progresistas del Partido Demócrata, anunciase a comienzos de año que planea competir por la Presidencia en las elecciones de 2020.

Junto a Warren y Castro, también han confirmado su intención de competir en las primarias demócratas los legisladores John Delaney (Maryland) y Tulsi Gabbard (Hawái).
Se espera que este grupo continúe ampliándose en las próximas semanas, y entre el que los demócratas escogerán a quien se enfrentará en las elecciones al actual presidente, el republicano Donald Trump, quien ya ha afirmado que buscará la reelección.

Méxicoamericano va por la Presidencia de Estados Unidos

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Con promesas como “Sí dreamers” y una reforma migratoria integral, el demócrata de o9rigen mexicano , quien fue secretario de Vivienda en el Gobierno del expresidente de Barack Obama (2009-2017), anunció este sábado su candidatura para las próximas elecciones presidenciales de 2020.

“Cuando mi abuela llegó aquí, hace ya casi cien años, estoy seguro de que nunca se imaginó que solo dos generaciones después, uno de sus nietos formaría parte del Congreso de los Estados Unidos, y que el otro estaría ante ustedes hoy diciendo las siguientes palabras: Yo soy candidato para Presidente de los Estados Unidos” precisó Castro, quien finalizó su anuncio al grito de “Vámonos”.

Después de meses de especulación, Castro dio a conocer su decisión sobre su candidatura en la Plaza Guadalupe al oeste de San Antonio, zona altamente poblada por la comunidad mexicoamericana y donde él mismo creció y vive.

La candidatura para presidente de Estados Unidos de Castro llevará el eslogan “One Nation. One Destiny” o “Una Nación. Un Destino”.

Castro, quien también fue alcalde de San Antonio, Texas, entre 2009 y 2014, creó el pasado mes un comité exploratorio para analizar su posible candidatura presidencial de cara a las elecciones, en las que, de ganar las primarias demócratas, lo más seguro es que se enfrente al republicano , que aspira a la reelección.

En los últimos meses, el demócrata había insinuado en que presentaría su candidatura, aunque sin una comunicación oficial.

El político publicó un video en el que repasó los orígenes mexicanos de su familia y explicó el éxito que han tenido él y su hermano, el representante por Texas en la Cámara Baja, Joaquín Castro, gracias al esfuerzo de su abuela de llegar a Estados Unidos “sin nada”.

En las pasadas elecciones presidenciales, Castro fue uno de los nombres que sonó como posible compañero de candidatura de la demócrata Hillary Clinton en los comicios presidenciales de 2016, aunque finalmente el senador Tim Kaine fue el elegido como candidato demócrata a la Vicepresidencia.

La noticia sobre su posible candidatura llega después de que la senadora demócrata Elizabeth Warren, una de las figuras más populares y progresistas del Partido Demócrata, anunciase a comienzos de año que planea competir por la Presidencia en las elecciones de 2020.

Junto a Warren y Castro, también han confirmado su intención de competir en las primarias demócratas los legisladores John Delaney (Maryland) y Tulsi Gabbard (Hawái).
Se espera que este grupo continúe ampliándose en las próximas semanas, y entre el que los demócratas escogerán a quien se enfrentará en las elecciones al actual presidente, el republicano Donald Trump, quien ya ha afirmado que buscará la reelección.

La mayoría de los norteamericanos en contra de Trumpo por el muro y el cierre del gobierno (inglés)

President  is taking his case to the American people over why they should back him in the partial government shutdown.

His primetime address on Tuesday will be about the «Humanitarian and National Security crisis on our Southern Border,» he tweeted. But Trump is facing an uphill climb: polls show a majority of Americans blame him and Republicans for the shutdowns, and the majority have also consistently been opposed to his idea of a border wall with Mexico.
The average of polls taken since the shutdown began indicate that Americans are blaming Republicans for the shutdown. In the average, about 50% think Trump is most to blame, 35% think congressional Democrats are most to blame and about 5% think congressional Republicans are most to blame.
When you combine all the numbers together, about 55% blame Republicans (either Trump or congressional Republicans) and about just 35% blame Democrats for the shutdown.
The good news for Trump and Republicans is that it is not clear their position on the shutdown is any worse than it was before it began. Polls before the shutdown started indicated that Americans would blame Republicans for a shutdown by about a 15 to 20 point margin, which is about where the polls are now.
Trump and congressional Republicans’ steady position is in large part because they continue to hold onto their base. In the average of polls, more than 80% of those who voted for Trump in 2016 say congressional Democrats are more to blame for the shutdown.
There is perhaps some sign, however, that Trump may be losing voters in the center of the electorate because of the shutdown. Before the shutdown began, Trump’s position on the shutdown was somewhat more unpopular than Trump’s overall approval rating.
Now, the President’s approval rating seems to have taken a bit of a dip in the last few weeks as the shutdown has taken its course. According to the FiveThirtyEight aggregate of polls, Trump’s approval rating stands at just 41%. That’s the lowest it’s been since September by a point. His disapproval rating, meanwhile, stands at 54%, which is the highest by a point it has been since September.
Interestingly, Trump’s not doing considerably better with voters. As I’ve written about previously, Trump’s secret political weapon is that his base is older Americans and they «are more likely to be voters than younger people are.» The latest average of polls has his approval rating with voters at only 42%. That’s Trump’s worst standing since September. His disapproval is 53%. Like his overall disapproval rating, this is Trump’s highest since September.
The fact that Trump is losing the shutdown fight in the court of public opinion shouldn’t be a surprise. He came into the negotiations in a rather weak position.
Trump’s biggest issue is that he wants funding of a US-Mexico border wall. While that may be popular with his base, Americans have been consistently opposed to a border wall. Before the shutdown, they opposed it by about a 10-to-20 point margin. There’s no sign that’s changed in the latest polling.
His second and smaller problem is that he is less popular than his main adversary, House Speaker Nancy Pelosi. That’s quite a feat given that congressional leaders (by virtue of leading an unpopular branch of government) are usually unpopular. This hurts his ability to potentially win the shutdown by making it a popularity contest between two politicians.
Of course, for a President who has been satisfied with being popular only among his base, Trump having only the support of Republicans may be all he needs to not give into Democrats during this shutdown. On the other hand, Democrats have no reason to give into Trump with the public on their side.
The result could be an extended shutdown.