Cuando no hay flexibilidad, capacidad de ceder y de buscar el compromiso es imposible construir un hogar armonioso, tener una buena relación y vivir con tranquilidad. En general, uno quiere tener la razón, espera que los otros entiendan su punto de vista y se empeña en defender las propias ideas. Sin embargo, cuando uno puede validar la realidad del otro, consigue ponerse en su lugar y entenderlo con apertura, entonces se logra ceder con cariño y solidificar una relación positiva y emocionalmente nutritiva.

Mónica y Alberto gozaron de un buen matrimonio por mucho tiempo. Los roles estaban bien definidos: Alberto era el proveedor del hogar y Mónica se dedicaba a la casa y a los niños.

El problema comenzó a surgir cuando los hijos crecieron y Mónica comenzó a tener más tiempo disponible. Decidió que quería crecer como persona y comenzar a trabajar. Esto no fue del agrado de Alberto. Le gustaba que su mujer estuviera en la casa y se dedicara a él y a la familia. A pesar de las protestas de su esposo, Mónica buscó un trabajo. Es inteligente, laboriosa y pronto descubrió que disfrutaba de poder trabajar y relacionarse con más gente. Comenzó a crecer en su trabajo y a dedicarle más horas. Esto llevó a que no tuviera tanto tiempo disponible para cocinar, ocuparse de la ropa, la casa y atender a su esposo como lo había hecho en el pasado.

Alberto estaba muy disgustado y se lo hizo saber. Insistió con que su esposa dejara el trabajo inmediatamente a lo que ella se rehusó. Comenzaron las discusiones y las peleas. Ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder. Mónica insistía que tenía derecho a trabajar y que estaba cansada de tener que ocuparse de todo en la casa, lo que la aburría y nunca le había gustado. Opinaba que su esposo era muy egoísta y que no podía ver lo feliz que ella era en su trabajo. Le daba mucha rabia escuchar cómo le exigía que ella cocinara después de un duro y largo día de trabajo. Mónica insistía que con cualquier comida sencilla o comprada podía satisfacer su gran apetito. Además, él también tenía la completa capacidad de poder cocinar, ayudar más en la casa y atender a la familia. Alberto, por el otro lado, sostenía que la función de su esposa era estar en la casa y que no quería que ella trabajara siquiera media jornada.

La relación empeoró. En vez de funcionar como un equipo y ceder cada uno un poco, se pusieron cada vez más obstinados hasta que llegó el momento que la situación se hizo insostenible y la pareja decidió divorciarse. Hoy en día están pasando por un divorcio muy difícil y por muchos momentos se hace insoportable por la gran cantidad de demandas, insultos y fuertes peleas. No pueden siquiera sentarse en la misma mesa para festejar el compromiso de uno de sus hijos. La tensión está presente en cualquier evento familiar.

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Ceder para vivir mejor

Ingredientes:

  • 1 barra de tolerancia
  • 2 sobres de compromiso
  • 1 taza de flexibilidad
  • 1 cucharada de aprecio
  • 1 manojo de respeto
  • Una pizca de ojo noble

Condimentos:
Amabilidad, generosidad, paciencia

Precaución: Hay que pensar antes de actuar; Siempre hay tiempo para reclamar y pelear

Modo de preparación:

  1. Esposos, socios, amigos, siempre dos es mejor que uno solo. Cuando se está consciente que es necesario tener a una pareja o a un compañero para levantarse y para disfrutar, los desafíos se diluyen y las alegrías se multiplican. Cuidar, ceder y entender a la pareja es quizá la acción más beneficiosa para uno mismo.
  2. Hay que tener un corazón que sabe escuchar para poder entender y ceder. El corazón que escucha con atención mantiene una relación calurosa y compasiva, suscita una comunicación amena, una sonrisa continua, buena energía y refuerza la relación de tal manera que es fácil hablar y comprender hasta los sentimientos más penosos.
  3. Vale más la persona que sabe ceder y motivar al otro a ser mejor que aquella que sólo afirma las propias creencias. Una relación sólida consiste en tener la flexibilidad y la capacidad de aprender cuando se notan los errores, los puntos de vista distintos, las opiniones contrarias y los intereses disparejos. El propio orgullo hace que el camino a veces, no sea fácil ni placentero pero como resultado se obtiene un gran crecimiento personal y una relación armoniosa y duradera.

«Ceder no es perder la batalla; es crecer, ganar carácter y vivir mejor»

Fuente: www.recetasparalavida.com

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