¿Sabes que es lo que ayuda a recuperarse de una enfermedad? Una buena amistad. Varios estudios demuestran que tener buenos amigos ayuda a mantener la salud mental, física y emocional. La falta de amistades, por el otro lado, afecta negativamente. Los amigos ofrecen un gran apoyo en las buenas y en las malas. ¡No hay como el tener a alguien con quien poder compartir y sentirse acompañado!

Matilde y Lidia eran amigas envidiables de acuerdo a todos los que las conocían. Siempre juntas para todo. Habían estudiado la misma carrera, confiado las historias del primer amor y sus más íntimas aspiraciones, compartido divertidos viajes… No había cosa que una no supiera de la otra, bastaba una mirada para saber lo que la otra sentía. Era una de esas relaciones que se complementaba y se nutría continuamente. Ambas trabajaban como asesoras en la misma universidad. Nadie hubiera sospechado que estas grandes amigas algún día podrían tener algún problema mayor.

Desafortunadamente, pasado un tiempo, la universidad debió recortar personal; así que les informaron que sólo una de las dos podría mantener su trabajo. En un instante, la gran amistad se congeló y las buenas amigas se convirtieron en rivales. Matilde comenzó a seducir a sus superiores por medio de atenciones especiales. La traición y la frialdad reemplazaron la calidez de lo que había sido una amistad indestructible. Lidia se sintió defraudada, triste y molesta. Por primera vez, comenzó a ver a su amiga como una mujer competitiva y envidiosa, mas nunca discutió abiertamente el hecho que se hayan vuelto rivales. Lidia no veía la necesidad de competir; creía que se podía lograr que la universidad les proporcionara una buena alternativa para ambas. Se llenó de reproches y resentimientos los cuales Matilde insistía que eran inadecuados e infantiles. La relación empeoró aún más cuando Matilde anunció que logró retener su trabajo mientras que Lidia perdió su puesto y a su amiga.

Es así como una amistad supuestamente inquebrantable se rompió para siempre en un instante, dejando atrás todos los recuerdos y la lealtad que se habían profesado mutuamente. Han pasado muchos años y nunca se han vuelto a acercar, pretendiendo como si el dolor de la separación no existiera.

La verdadera amistad no es fácil de encontrar. Requiere tiempo, esfuerzo y atención. Uno puede conocer mucha gente agradable pero resultan muy pocos aquellos que son verdaderos amigos, los que perduran a través del tiempo, con los que uno puede contar y en los que se puede confiar.

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Amistades Duraderas

Ingredientes:

  • 1 taza de confianza
  • 1 taza de respeto
  • 2 manojos de honestidad
  • 1 kg. de lazos fuertes
  • Espolvorear con cariño
  • Entrega y cooperación al gusto

Condimentos:
Tiempo, afinidad, apoyo incondicional y aceptación

Modo de Preparación:

  1. Para tener un buen amigo hay que ser un buen amigo. Bien se dice que los amigos son pocos y escasos; cuando se tiene un buen amigo se tiene un gran tesoro. Un amigo ayuda a fortalecer, a proteger y a apoyar en todo momento. Crea lazos emocionales y motiva a luchar para conseguir las metas que parecen inalcanzables.
  2. La verdadera amistad implica un gran compromiso. Exige lealtad, el estar allí para el otro en las buenas y en las malas y el saber dar y recibir. El buen amigo es un confidente, un aliado y un rincón donde se encuentra luz y calor. Esto es lo que marca la diferencia entre un auténtico amigo y un conocido.
  3. Los buenos amigos son incondicionales. Comparten valores y objetivos similares. No abandonan, compiten o envidian. Los logros del otro serán motivo de festejo y de alegría. No necesitan explicaciones, ni razones; complementan y llenan vacíos que otras relaciones no pueden colmar. Forjar una auténtica amistad requiere tiempo y esfuerzo.

«El amigo que nos quiere, nos entiende y nos protege es un tesoro que hay que valorar y cuidar».

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