Mucha gente no sabe que decir, comportarse o reaccionar cuando se trata de situaciones tristes, como pérdidas, muerte o serias enfermedades; Generalmente hay un sentimiento de incomodidad impide actuar con naturalidad, las palabras no fluyen y la compasión se congela.
Es muy embarazoso actuar con espontaneidad ante situaciones difíciles que surgen de improvisto, sobretodo cuando el dolor humano está presente. ¿Quién tiene la experiencia para hablarle a una persona querida que está sufriendo? De hecho ¿quién puede o sabe decir las palabras correctas a cualquier ser humano que está pasando por una situación difícil? Hay muchas personas que por no saber qué decir, por sentirse incómodos o poco preparados no se les ocurre qué decir o qué hacer.
Algunos optan por evadir la situación, se refugian en el silencio, toman distancia y hasta se ausentan, por el otro lado, otros preguntan de más, perdiendo la prudencia y la seriedad de la situación. No se dan cuenta que para la persona que sufre es importante el sentirse acompañada, sin estar atosigada, sentir que hay alguien que está presente y que los apoya incondicionalmente sin pedir explicaciones, sin rendir cuentas, simplemente una persona que pueda sostener, levantar y dar ánimo.
Una mirada calurosa, un texto reconfortante, una llamada de cariño, hay mil maneras de expresar el amor y la preocupación que se siente. Es aquí cuando los pretextos y los orgullos se tienen que desvanecer y la compasión y las acciones deberían de aflorar, sin preguntas solo con atenciones. A pesar de que no hay palabras perfectas, tampoco hay acciones equivocadas, el cariño se siente y se transmite cunado es genuino.
La triste realidad es que la persona que sufre, todo lo ve más negro, más frio y más difícil de lo que quizá este, ella, no entiende de razones. Es por esto, que es un poco cruel pedir que la persona que se encuentra atorada en su dolor y en sufrimiento entienda y pueda ver buenas intenciones, en palabras sin sentido, o en acciones confusas, ajenas a lo que realmente se pretende demostrar.
La receta
Ayudando a la persona que sufre
Ingredientes:
- 2 tazas de iniciativa- reconocer que la persona que sufre es la prioridad
- 2 manojos de valor – fortaleza para superar el miedo, la incomodidad y el orgullo
- 1 rebanada de responsabilidad- conciencia moral, emocional y sobretodo personal
- 1 cucharada de sensibilidad – reconocer el dolor y el sufrimiento de los demás
- 1 pieza de paciencia y tolerancia- aceptación incondicional del dolor
- 1 pizca de fe y esperanza – dar siempre la posibilidad de un mejor mañana
Recomendación del chef: Reconozco que no siempre tengo las palabras adecuadas para hablar, que el dolor humano es un ingrediente muy sensible, sin embargo, yo tengo la posibilidad de dar esperanza, compartir la pena u ofrecer conforte, es un privilegio que no debo desaprovechar nunca.
Modo de preparación:
- Tú siempre puedes hacer la diferencia. No es necesario tratar de llenar el silencio y el vacío que siente la persona que sufre, pero hay muchas pequeñas grandes acciones que pueden ayudar a acompañar y restablecer el ánimo de las gentes dolidas.
- Cada persona reacciona distinto, hay que saber respetar los tiempos de cada quien. Posiblemente lo que uno considere adecuado o necesario puede ser que sea molesto e intolerable para otros. Siempre hay que recordar que la única persona que importa es aquella que esta sufriendo.
- En algún momento de la vida, todos pasamos momentos amargos. Tarde o temprano cada quien se enfrenta al dolor y al sufrimiento. Así que, a pesar de que sea más fácil renunciar a la responsabilidad y el compromiso de actuar asertivamente por no saber qué decir, es importante recordar que todos estamos expuestos al dolor.
“Qué pena abandonar a un ser querido que sufre, por el hecho de sentir miedo e incomodidad al no saber que decir o como actuar”