El ser humano comenzó a cubrir su cuerpo por razones de pudor, pero al avanzar la civilización Helena, lo que taparon los antiguos, los modernos lo fueron descubriendo al darse cuenta de que poseían una hermosa anatomía suficientemente atractiva como para ocultar por completo. Es decir, desconocieron la inmoralidad del desnudo al concentrar sus ojos en la belleza. Los griegos edificaron gimnasios donde acudían con frecuencia para mantener en armonía sus exquisitos cuerpos.
Moda nos cuenta que rendían tal culto a la perfección física que, en una ocasión, la famosa cortesana Friné, modelo de Praxiteles, acusada por un acto de impiedad, fue absuelta por una, digamos “maniobra inteligente“ de su defensor, quien la desnudó por sorpresa ante un numeroso jurado. Despertó tal admiración por sus formas y armonía corporal que retiraron los cargos aduciendo que la hermosura de aquel cuerpo no podía estar en discordancia con la de su espíritu. Agrega Vanidad que la facilidad con que fue desnudada Friné se debió a que vestía uno de los trajes llamado peplo, el cual era sostenido sólo por dos broches, tratándose de una prenda que generalmente era usada encima del llamado chiton dórico, pero, en el caso de la cortesana, la lucía como única indumentaria.
El chiton dórico lo confeccionaban con tela de lana ligera muy flexible. Solían usarlo en forma plegada convirtiéndose en una pieza rectangular amplia muy larga que ceñían al talle con un cinturón. El largo de la prenda se determinaba tirando hacia arriba los pliegues para después dejarlos caer sobre el mencionado cinturón formando una cavidad suelta muy atractiva. En ocasiones el chiton se lucía completamente abierto por un lado logrando con ello suaves caídas.
Moda y Vanidad nos revelan que el traje femenino griego no sufrió grandes cambios, pero sí las telas con que se confeccionaban, pues empezaron con lana y terminaron con seda, pasando por el lino y sus variadas mezclas. Uno de los pocos cambios lo constituyó el chiton jónico, diferente al dórico, pues estaba provisto de mangas abiertas todo a lo largo, manteniendo algunas uniones con broches intercalados a los bordes que dejaban ver el brazo. Al igual que el chiton dórico, pasaban el excedente de tela por el cinturón para formar el kolpos, nombre que se le dio a la cavidad que producían los pliegues colgantes.
El ampechonion, otro indumento femenino, era una especie de blusón largo ajustado a la cintura con lo que se formaba un armonioso plegado pero, gracias a Moda, llegó a convertirse con el tiempo en una pieza de cobertura parecida al chal, pues sus lados se mantenían abiertos. Otra prenda de abrigo y la más importante, fue el himation, de tres metros por uno y medio, con el que cubrían su cuerpo dejando ver cierta coquetería, influída por Vanidad, ya que su colocación dependía de quien lo luciera.