Moda y Vanidad por fin se reintegran a nuestras tradicionales conversaciones. Vanidad no pudo evitar su emoción al recordar que el primer lugar que deseó visitar fue Francia. “¡Oh, la, la!“, no dejaba de musitar y entró de lleno a relatar lo que le llamó más la atención:
“Indudablemente lo que más me gustó de la indumentaria popular francesa fue la gran variedad de tocados que, por ejemplo en la región Normanda, llevan las mujeres en días de fiesta. Me recuerdan los enormes armazones que la reina María Antonieta lució en su época.
La moda de aquellos voluminosos tocados fue adoptada por las clases populares llegando hasta estos días para admiración de quienes los disfrutan.
Finas popelinas, encajes, tules y moños, todo ello dispuesto en las más diversas formas que dan muestra de lo que la imaginación, junto con la habilidad manual, pueden lograr“.
“- Para un poco -replicó Moda-, déjame contar algo“. Y así continuó: “Uno de los trajes masculinos más característicos en las aldeas francesas, es el usado por los bretones, especialmente los de Elliant y Finisterre.
Consta de camisa, chaleco, chaqueta y pantalón. La chaqueta va adornada con bordados que cubren la espalda, cayendo en rectángulos simétricos al frente. Las mangas se lucen con puños bordados. El chaleco, por su parte, lleva también bordados alrededor del cuello, haciendo juego con la chaqueta que, generalmente se lleva abierta.
En cuanto al pantalón, el Bragou-Braz es el más popular de aquella región. Es una especie de calzón de paño que llega a las rodillas muy plegado que le da la apariencia ahuecada. Se complementa con polainas. Otro modelo de chaqueta es la que se adorna con dos filas de botones encimados“. Así terminó Moda su recuerdo de aquella visita. Pero Vanidad no pudo detenerse para comentar que no pasaron desapercibidos para ella los perfumes que desprendía el ambiente de cada región que visitaban ¡Qué olores, qué aromas! Y con esa frase se alejó de mi vista.