Como padres uno quiere dar lo mejor que tiene a sus hijos, esperando que ellos crezcan sin carencias y se conviertan en personas exitosas y felices. Así, como papás uno se esfuerza y hace todo lo posible para crear las mejores oportunidades y educar a sus hijos con condiciones “superiores” de las que uno mismo fue criado.

Sin embargo, ¿pudiera ser posible que los mensajes que entendieron los hijos, no resultaron tan efectivos como se esperaba? ¿Sera probable que la comodidad y el exceso de prestaciones haya creado una generación de expertos en redes sociales, internet y teléfonos celulares, los cuales los ha convertido en tiranos, que exigen resultados inmediatos. Personas que solo desean vivir en el instante, sin medir consecuencias o dar oportunidad a que los procesos naturales se desarrollen.

Esta generación siente que el mundo es tan accesible, por lo que todo creen que está a su disposición, ellos se sienten seres únicos y especiales, consentidos que se les dio todo lo que piden y hasta de más.

Es injusto juzgar y culpar solo a los jóvenes por sentirse el centro del universo y pretender que con poco esfuerzo pueden lograr grandes resultados. Gran parte de este problema proviene de la casa y los padres que criaron a estos seres divinos.

Aquellos padres que evitaron la confrontación, se olvidaron de los límites, nunca resistieron la crítica de los profesores e insistían que sus hijos eran verdaderos genios y artistas. Cunado sus chiquitos tenían problemas en la escuela, asumían que estos tenían que ver más con la falta de control del maestro o con los problemas de aprendizaje y la con necesidad de tomar medicinas para controlar el estrés, la ansiedad y la falta de concentración que con el desinterés y la apatía.

Los padres que retaron al coach o al entrenador del deporte que participaban sus campeones cuando sus pequeños no jugaban como titular del partido. El inventar premios y medallas con categorías irrelevantes con el fin de no lastimar la autoestima de sus pequeñas joyas.

Los modales, los valores, el trabajo pesado, el respeto a la autoridad y la disciplina …quedaron en el olvido. Lo importante: cuidar la apariencia y no exigir aspectos que causen conflicto.

Las comparaciones, la compulsión por sobresalir, la obsesión por el éxito y los resultados, así como la necesidad de validación continua, entre tantas ideas toxicas, han desubicado a los jóvenes, hijos prodigio, seres perfectos y excepcionales.

En realidad, los hijos, así como sus padres, no son, ni tienen que ser personas perfectas, famosas, millonarias y físicamente espectaculares para ser merecedores del amor. Los hijos valen porque son hijos. El mejor que cualquiera puede tener.

Como actúan los padres, es el cómo educan a sus hijos.

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La receta

Padres exitosos

Ingredientes:

  • 1 taza de ejemplo – acciones y actitudes diarias que demuestran carácter e integridad
  • 1 taza de confianza – amor, pertenecía y alumbramiento que guía y da sentido al vivir
  • I manojo de tiempo – dedicación, presencia y constancia en la vida diaria
  • 1 sobre de valores– honestidad, sensibilidad, vulnerabilidad y sobretodo autenticad personal
  • 2 cucharadas de gratitud – reconocer y apreciar lo que se tiene y lo que se recibe

Recomendación del chef: Ayuda a tus hijos a reconocer su valor. No les pidas que sean perfectos, ni les exijas que sean algo que no son. Esto solo los convertirá en esclavos y estarán esperando la continua validación de los demás.

Como ser mejores padres:

1. Los hijos complementan la vida de sus padres no la limitan. Es importante balancear los intereses personales, las obligaciones y las responsabilidades para vivir una vida plena, siendo adultos que tienen vida propia y además cuidan y nutren a su familia.
2. El trabajo de ser padre radica en amar a sus hijos como son no es crear un mundo perfecto y sin complicaciones. Hay que amar sin exigir prerrequisitos, enseñar el valor de la vida y proveer con herramientas adecuadas para que sus hijos puedan ser seres independientes, íntegros y responsables.
3. Ser honestos y responsables es más importante que llenarlos de cosas que no necesitan. No hay que dar lo que no se puede y lo que no se tiene. Los hijos perciben la realidad por más de que sus padres la quieran esconder.

“No existen garantías para asegurar que los hijos tendrán éxito y serán felices en la vida, pero hay mejores probabilidades cuando los padres demuestran con su ejemplo los valores y actitudes que enseñan”.

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