-“Si te digo la verdad, –dijo Vanidad alterada- el sonido de la gaita no me gusta”.
-“No exageres, -respondió Moda y agregó- yo disfruté muchísimo la variedad de las telas de cuadros llamadas tartanes, las gaitas, los clanes, los juegos de las Highlands y vi cómo disfrutaban los lugareños el whisky, todo ello típicamente escoceses convirtiéndose en los legados de las antiguas tradiciones y formas de vida de Escocia”
“De los clanes, -interrumpió Vanidad- te diré que es el nombre que se le dio al grupo de parientes unidos bajo un jefe y así, tenemos al clan de los Macmillan, o al de Macdougal o el Macintosh.
“Bueno, -dijo Moda- los clanes se diferenciaban por el color del traje que usaban que consistía en túnica corta provista de una manta larga que recogían en el hombro izquierdo por medio de un alfiler. Esta prenda sufrió variación convirtiéndose en dos piezas: la conocida falda llamada kilt y el manto llamado plaid, confeccionados con el tartán”.
“¡El modelo de tartán cuenta con más de dos mil años de antigüedad! -aclaró Vanidad con emoción- Comprobado por los restos de un vestido encontrado en una turbera escandinava. El cuadriculado era logrado en aquel tiempo tejiendo hilos de diversas clases de lana, la que viene a demostrar que aún en años remotos, el ser humano no sólo se vestía por necesidad, sino que a sus trajes le imprimía ingeniosos adornos para halago de sus sentidos”.
Vanidad siguió hablando: “Más adelantado el tiempo, las mujeres escocesas vestían primordialmente el arisaid, compuesto de un corpiño y tres faldas sobrepuestas. La última falda era subida por la parte baja trasera hasta la cabeza usándola como prenda de cobertura. En otras ocasiones sólo la hacían llegar a los hombros, prendiéndola con un broche al frente”.
Y así terminaron mis amigas su relato acerca de Escocia.