La falta de trabajo digno, huir de la guerra o la violencia que imperaba en su país de origen fueron las historias que inspiraron al cineasta Antonio Salume Dib a realizar el cortometraje “La tierra de Clos”, que deja al descubierto las emociones que viven los migrantes lejos de su familia, entorno y cotidianidad.

Ambientado en vísperas de la Navidad, el cortometraje de poco más de 12 minutos presenta la historia de una mujer y su hija, quienes a su llegada a comienzan a extrañar su vida al lado de la familia y los amigos, su casa, su cotidianidad, sus costumbres.

Y es que muchos migrantes buscan refugio en casa de algún familiar o amigo, compartiendo el espacio en lo que encuentran trabajo y pueden alquilar un lugar para vivir. La Secretaría de Relaciones Exteriores (), a través de su Instituto de Mexicanos en el Exterior (IME), señala que actualmente se tiene el registro de 11 millones 848 mil 537 personas mexicanas que viven fuera de México, de las cuales 97.21 por ciento radica en Estados Unidos.

Esta información, con base en las oficinas de censo de cada país, así como la de los institutos de estadísticas, migración y departamentos de policía, cita la SRE en su página de internet. Al respecto, Antonio Salume Dib refirió que si bien tanto en los noticiarios como en los periódicos se habla del alto flujo de personas que salen de sus países de origen en busca de mejores oportunidades, poco se habla de la situación que enfrentan al llegar a casas ajenas y de las emociones que viven ya estando en otro país.

En el material, que en fecha próxima tendrá su estreno en festivales, se observa cómo “Luisa”, una niña de al menos 10 años de edad siente frustración por no entender el idioma en el que están los diálogos de las caricaturas en la televisión.

Y esa insatisfacción crece aún más cuando se entera de que su padre no estará con ellas en Navidad. Por otro lado, la mamá siente agobio por estar causando incomodidades en la casa ajena, por no conseguir empleo y aún más por no saber cuándo llegará su esposo. “Pocas veces se habla de las circunstancias en las que viven quienes deciden entrar a este país sin papeles, de entrada les llaman ilegales, como si fuera una marca.

Entonces mi intención fue contar una historia sin estereotipos, dejando al descubierto el lado más humano para lograr empatía con ese otro”, aseguró el cineasta. Aunque reconoció que su llegada a Estados Unidos fue completamente diferente, Antonio Salume Dib dijo que una circunstancia sí lo une a ellos, que es la búsqueda de mejores oportunidades y ese apego a las costumbres y tradiciones de México. De ahí que no fue accidental que situara la historia en vísperas de la Navidad. “Lo hice porque para cualquier mexicano o latinoamericano es una fecha muy importante para reunirse con la familia y es una tragedia que alguien no pueda estar”, anotó.

El objetivo, señaló el egresado de la Escuela de Artes Tisch en Nueva York, es hablar sobre cómo las costumbres y las tradiciones se ven alteradas con el fenómeno de la migración. De acuerdo con Antonio Salume Dib, “La tierra de Clos” está inscrito para formar parte de festivales de de Austin y Palm Springs, en Estados Unidos, así como en los de Guanajuato y Oaxaca, en México.

Mientras resuelven su exhibición en estos encuentros, el cineasta desarrolla el guion de su ópera prima en largometraje al lado de Karla Luna Cantú, realizadora nacida en Monterrey, pero que radica en Los Ángeles, California. En este material buscarán tocar temas sobre identidad e ideología a través de la historia de un abuelo y su nieta que viven en California.

La cinta es una coproducción entre México y Estados Unidos. Paralelo, el también productor musical trabaja en la preproducción de un cortometraje sobre cómo cambia la relación entre padres e hijos a través de los años. Inspirado en la relación personal con sus padres, el cineasta dará cuenta de cómo el ciclo de la vida hace que, con el paso de los años, los hijos cuiden de sus padres.

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