Amo el canto del cenzontle
* (1402-1472)

Amo el canto del cenzontle,
Pájaro de cuatrocientas voces.
Amo el color del jade
Y el enervante perfume de las flores,
Pero más amo a mi hermano: el hombre.

Desde la prehispánica California, MX.- Me llamo Nezahualcóyotl Acolmiztli Yoyontzin, El Gobernante, El Gran Tlatoani, poeta, constructor, ingeniero, arquitecto…
Nací el 28 de abril de 1402 (día 1 venado del año 1 conejo) en algún palacio de Tezcuco (Texcoco), a la orilla del lago del mismo nombre. De su padre el gobernante chichimeca: Chichimecatecuhtli Ixtlixochitl Ome Tochtli y Matlalcihuatl una hija del Huey Tlatoani de -Tenochtitlán.

Nezahualcóyotl significa “coyote que ayuna o penitente” por esta razón su glifo antroponímico tiene la cabeza de un coyote y una cuerda que lo estrangula. Acolmiztli significa “brazo u hombro de puma” pues hace referencia a su fuerza y a sus habilidades en la guerra. Yoyontzin significa “el que ambla al caminar”. Amblar es una forma de caminar, en la cual hay un contoneo al avanzar como lo realizan los animales corpulentos como el oso, lo que nos podría hablar de la robustez del gobernante texcocano.

Su infancia fue muy complicada debido a la guerra expansionista que libraba el estado tepaneca encabezado por Tezozómoc, quien logró asesinar al padre de Nezahualcóyotl después de perder el apoyo de importantes ciudades del oriente del valle como Huexotla, Coatlinchan, Tepexpan entre otras. Según las narraciones y el códice Xólotl, su hijo fue testigo como lo mataban desde la copa de un árbol. Nezahualcóyotl fue designado heredero al trono de Tezcuco a la edad de los 12 años y a partir de los 16 años, empezó a temer por su vida, debido a que su cabeza tenía un precio impuesto por el mismo Tezozómoc.

Durante este periodo se refugió en el valle de Tlaxcala-Puebla y también en Tenochtitlán, gracias a la intervención de sus tías ante el Huey Tlatoani Chimalpopoca.

A partir de la muerte de Tezozómoc en el año 1426 y de la usurpación del trono tepaneca por parte de Maxtla, los gobernantes de Tenochtitlán, Tlacopan y Tezcuco, se levantaron en armas para conseguir su libertad del poderío tepaneca. Gracias a estas acciones, Nezahualcóyotl pudo finalmente ser señor de Tezcuco, Acolhuatecuhtli y Chichimecatecuhtli a los 29 años. A esta edad empezó su fama como gran constructor, conquistador y de cuicapicqui o poeta. Construyó en el cerro de Tezcutzinco “pequeño Tezcuco”, un imponente complejo hidráulico a base de un acueducto, terrazas y cisternas para dotar de agua los jardines botánicos y ornamentales (tal vez los primeros de América), en la zona que actualmente llamamos los Baños de Nezahualcóyotl, un complejo palaciego en la cima de un cerro cónico. Diferentes piscinas talladas en la roca de la misma montaña hacían de este lugar, un espacio lúdico y de relajación para la nobleza acolhua de Tezcuco.

Constructor del Albadarrón de Nezahualcoyotl o de los Indios, el cuál corría de Atzacoalco a Iztapalapan, una especie de muralla que dividía las aguas dulces de las salobres del Lago de Tezcuco. También servía para controlar y regular los niveles de agua en las ciudades lacustres de Tenochtitlán y Xaltilolco, logrando evitar inundaciones.

A él también se debe la formación y el embellecimiento del bosque de Chapultepec en el año de 1430, se dice, que el planificó la siembra de varios gigantescos ahuehuetes y de plantas medicinales en las laderas del cerro, incluso si llegan a visitar Chapultepec, busquen el tronco muerto de un ahuehuete con más de 500 años de antigüedad, llamado El Sargento, que dicen las leyendas que formó parte del proyecto planteado por Nezahualcóyotl. Por último también participó en la construcción y consolidación del acueducto Chapultepec-Tenochtitlán, una gran obra pública que doto a dicha ciudad de agua limpia y potable. También construyó complejos palaciegos de los cuales aún tenemos vestigios, como el Cerrito de los Melones, zona arqueológica ubicada en el centro de Texcoco o el Tecpan de Chimalhuacán.

Nezahualcóyotl también se encargó de hacer de Tezcuco, la “Atenas mesoamericana”, pues fundo cantidad de colegios para las artes, el canto y la danza. Reestructuró “el sistema jurídico” con un cuerpo de leyes que fue modelo incluso para la misma Tenochtitlán, pues, “la aplicación de justicia” acolhua, era la mejor de todo el valle. Fundó cuatro consejos: el consejo de Gobierno, el consejo de Música y Ciencias, el consejo de Tributo y Hacienda, y el consejo de Guerra, para hacer más funcional y eficiente su gobierno.

Finalmente, está su fama como poeta, pues dejó un legado de 36 cantos (incluyendo 2 que fueron traducciones de su pariente Alva Ixtlixochitl), que se le pueden atribuir a él. Gran cantidad de ellos se encuentran en el manuscrito de Cantares Mexicanos, compilado de antiguos códices y obras de tradición indígena.

Nezahualcóyotl dejo este mundo a los 70 años de edad en el año 1472, después de haber gobernado 41 años, dejando como heredero a su hijo: Nezahualpilli.

Amo el canto del cenzontle

Amo el canto del cenzontle,
Pájaro de cuatrocientas voces.
Amo el color del jade
Y el enervante perfume de las flores,
Pero más amo a mi hermano: el hombre.

He llegado aquí
He llegado aquí,
soy Yoyontzin.
Sólo busco las flores,
sobre la tierra he venido a cortarlas.
Aquí corto ya las flores preciosas,
para mí corto aquellas de la amistad:
son ellas tu ser, ¡oh príncipe!,
yo soy Nezahualcóyotl, el señor Yoyontzin.

Ya busco presuroso
mi canto verdadero,
y así también busco
a ti, amigo nuestro.
Existe la reunión:
es ejemplo de amistad.

Por poco tiempo me alegro,
por breve lapso vive feliz
mi corazón en la tierra.
En tanto yo exista, yo, Yoyontzin,
anhelo las flores,
una a una las recojo,
aquí donde vivimos.

Con ansia yo quiero, anhelo
la amistad, la nobleza,
la comunidad.
Con cantos floridos yo vivo.

Como si fuera de oro,
como un collar fino,
como ancho plumaje de quetzal,
así aprecio
tu canto verdadero:
con él yo me alegro.

¿Quién es el que baila aquí,
en el lugar de la música,
en la casa de la primavera?
¡Soy yo, Yoyontzin!,
ojalá lo disfrute mi corazón.

No acabarán mis flores

No acabarán mis flores,
no cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
se reparten, se esparcen.
Aún cuando las flores
se marchitan y amarillecen,
serán llevadas allá,
al interior de la casa
del ave de plumas de oro.

Lo comprende mi corazón

Por fin lo comprende mi corazón:
escucho un canto,
contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!

Un recuerdo que dejo

¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos

Lo pregunto

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de verdad se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.

Con información de: Proyecto de divulgación cultural por Enrique Ortiz García.

Aquí el video:

Así la historia…

Fotografías, investigación, texto y video: Moisés Fco. López Smith

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