En el mundo de la moda hay diseños para toda ocasión y se ha creado vestuario para cualquier tipo de actividad. La moda que cambia cada temporada desde luego es la de las mujeres, quienes tienen a su disposición la serie de diseñadores que se encargan de dictar tendencias que duran un año o más, si el modelo diseñado tiene aceptación masiva.
En cuanto a los diseños creados para ciertas actividades no tienen muchos cambios y suelen ser de un corte muy sencillo. Sin embargo, hay una actividad cuyo traje despliega lujo, vistosidad y creatividad. Se trata del Traje de Luces y aunque no soy aficionada a la fiesta brava, sí admiro el trabajo que realizan diseñadores y bordadores para lucimiento de los toreros y en general de las corridas de toros.
Su evolución ha ido lenta, desde que los toreros se distinguían por el color de las bandas que usaban sobre sus trajes que sólo consistían en un jubón de terciopelo de color marrón. El calzón lo llevaban corto y las piernas iban enfundadas con medias gruesas y los pies calzados con zapatos fuertes con hebilla.
A finales del siglo XVIII los toreros cubrían su cabeza con un sombrero de ala ancha y su pelo era trenzado dejándolo caer sobre la espalda. Complementaban el conjunto con una capa. Con el tiempo tal capa se convirtió en el capote para torear confeccionándolo con tela resistente de color rosa por un lado y por el otro amarillo.
Fue a partir del 1800 cuando este traje se reformó: desapareció el jubón y surgieron las primeras chaquetillas adornadas con flecos y bordados con lentejuelas blancas, azules y rosas. En esa época se utilizó el capote de paseo galardonado de plata. En los años siguientes el traje fue tan profusamente adornado con bordados en oro y plata que llegaron a pesar más de 20 kilos por la aparición de las hombreras que acumulaban bordados agregando los alamares y borlas.
A partir de 1922 el excesivo peso del traje se redujo a la mitad al quitar los adornos más pesados.
En el presente, el matador se coloca las medias de algodón y encima de ellas las de seda. Después viste los calzones blancos y largos, sobre el pantalón o taleguilla. Luce medias hasta la rodilla y son siempre de color rosa fuerte. Las zapatillas son negras, planas y con un lazo de raso negro.
Usan una camisa que no se mete en el pantalón sino que se dobla y ata con cinturillas adecuadas para ello. Después se pone la faja que será del mismo color que el corbatín. El chaleco y la chaquetilla muy entallados son colocados al final, igual que la montera.
La chaquetilla está elaborada en raso. Se bordan primero con un cordoncillo que marca el dibujo elegido para luego rellenarlo con hojas de lentejuela y flores realizadas en canutillo de oro y plata. Las mangas se bordan igualmente como la chaquetilla, pero no van cosidas a la sisa, sino sujetadas al hombro mediante un cordoncillo dejando un hueco en la parte de la axila. Las hombreras van bordadas con lentejuelas y canutillo en oro o plata y rematadas con los llamados machos (colgantes).
La taleguilla o pantalón es una prenda que se confecciona con dos tipos de tejido: uno de punto que permite que sea ajustable por la cintura, glúteos y parte interna de los muslos y otro de raso, que es la parte que va bordada, de igual forma que la chaqueta.
Todo este conjunto tan lleno de colorido y brillos es producto del trabajo de varios operarios, que se esmeran por hacer que el diseño se ajuste al proyecto del diseñador y del diestro que lo lucirá.