Mis etéreas amigas Moda y Vanidad han regresado muy felices de su viaje por diversos países del mundo con vestuario nuevo, seguramente por la influencia de los países tropicales que visitaron.
Se llenaron de plumas y parecía que querían emprender el vuelo. Las dos, como siempre, hablaban al mismo tiempo contando sus experiencias. Moda, la más moderada, aprovechó una pausa de Vanidad para explicar lo siguiente:
“A pesar de que la indumentaria del ser humano ha tenido incontables variaciones a lo largo de su historia, en cada uno de los pueblos habitados hay prendas que se convirtieron en permanentes, como son los trajes típicos o folclóricos. Si hablamos de música o danza, sucede lo mismo: la marcha nupcial, las danzas folclóricas, las marchas bélicas, los himnos y un sinfín de temas que evocan una acción o una época y que siempre estarán presentes. Los trajes eclesiásticos tampoco están sujetos a los vaivenes de la moda y qué decir de los perfumes, hay aromas que los humanos jamás olvidarán, y si hablamos de comida, cada región, cada país tienen sus guisos tradicionales“.
Vanidad intervino para comentar que lo que decía Moda llevaba a la conclusión de que cuando el ser humano imprime un significado a las prendas que viste, le está dando “espíritu”, y tal espíritu le dará a su vez permanencia, porque representan su idiosincrasia, su región o su país. De igual manera, interviene el espíritu y simbolismo compenetrados en los trajes eclesiásticos los que le dan también permanencia. El espíritu está presente en todo aquello que nos emociona a los humanos y nos hace sentir bien dejando una marca indeleble en nuestro ser. Por ello gozamos de fiestas haciendo eco de la música, la danza, los trajes y las comidas que nos han sido transmitidos de generación en generación, convirtiéndolos en tradiciones.
Aquí intervino Moda para decir: “Aunque no todos los países tienen un traje típico o tradicional tan particular que se haya convertido en representativo de sus naciones, como lo son el kimono, el andaluz, el de china poblana, el escocés o el holandés, por nombrar algunos, sí hay gran variedad de elementos que identifican su procedencia como los zuecos nórdicos, la boina y alpargatas españolas, las plumas apaches, las boleadoras argentinas y uruguayas o el faldellín de los guardias griegos“.
En este recorrido por países del mundo, mis etéreas amigas Moda y Vanidad, nos muestran la indumentaria tradicional de sus habitantes y abordan también algunos aspectos de sus raíces étnicas para valorar su espíritu luchador y poder así mantener vivas sus costumbres, aún en contra de la modernidad que trata de empujarlos al olvido.
Hay vestidos indígenas que a pesar del tiempo continúan luciéndose en festividades, y en algunos lugares son parte integral de su indumentaria como en ciertas poblaciones de Guatemala y México. Hay otros que sufrieron modificaciones con la llegada e influencia de los colonizadores, pero que tienen un gran valor por el espíritu que supieron imprimirle.