Cuando se vive con culpa nada sabe bien.

La mente humana es sin duda un lugar misterioso difícil de entender. Para algunos, un acontecimiento puede ser tan un sólo un mal trago del momento, para otros puede ser una experiencia inolvidable que les ha dejado un aprendizaje y para otros se convierte en una eterna tortura. En este último caso, el mismo suceso se repite una y otra vez sin llegar a nada, excepto a obtener un sentimiento de profunda incomodidad y de impotencia. Si uno cree que fue en parte responsable de que esto ocurriera, se convierte en culpa que puede estar acompañada de depresión, frustración, tormento o enojo.

Damián era un hombre que tenía todo y sin embargo, no tenía nada. Se quitó la vida después de una arrebatada discusión con su esposa. Damián, dejó a cuatro hijos siendo el mayor tan sólo de nueve años.

¿Cuál pudo haber sido la razón tan poderosa que llevó a este hombre a dejar todo y quitarse la vida? Nadie sabrá, los muertos no hablan.

Sin embargo, las lenguas dicen que posiblemente él estaba involucrado en una relación con una amante y que su mujer lo había encontrado con ella. Otros, en cambio, lo atribuyen a que cuando era joven había tenido un accidente en su auto nuevo y el impacto había dejado paralítica a una muchacha de 15 años. Damián nunca tuvo el valor de disculparse y menos para ofrecer ayuda con las cuentas médicas. Los padres de la joven no tenían una buena posición económica pero se las ingeniaron para pagar las múltiples intervenciones quirúrgicas que tuvo. Ella nunca volvió a caminar.

Damián era un hombre con una bella familia, gozaba de buena salud, un buen trabajo y excelentes recursos económicos. Una persona amable, educada, que aparentemente lo tenía todo. Sin embargo, algo debía perturbarlo ya que vivía con demonios que lo torturaban y posiblemente lo llenaron de una culpa que le imposibilitaba disfrutar de su familia, valorar lo que tenía y construir un sólido y feliz. Hoy en día su familia sufre de una vida fragmentada, una vida que Damián destruyó.

Es posible que haya y situaciones que son imposibles de cambiar, pero vivir atrapados en un pasado lleno de torturas, culpas, remordimientos y angustia, no es vida. Es importante encontrar el valor para reconciliarse con el mundo y con uno mismo, poder pedir perdón, reparar y sobretodo poder caminar siempre hacia adelante buscando una razón, un sentido para continuar el camino por esta vida que nos han regalado, la cual no vuelve jamás.

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Diluyendo la culpa

Ingredientes:

  • 1 nueva visión
  • 1 taza de aceptación
  • 1 taza de esfuerzo
  • 2 cucharadas de perseverancia
  • 1 rebanada de valor
  • 1 manojo de acciones concretas

Condimentos:
Humildad, gratitud y consideración

Nota: muchas veces la culpa ayuda a tomar conciencia, a reparar y a mejorar.

Modo de preparación:

  1. Hay que evitar usar la culpa como una justificación. Cuando el sentimiento de culpa paraliza, la persona sufre de impotencia, enojo y frustración lo que lleva a que el dolor sea más intenso.
  2. Es importante juzgar y juzgarse con consideración. Equivocarse es humano, hay que utilizar los errores en aprendizajes que ayudan a la transformación personal e invitan a crecer.
  3. Hay que asumir las responsabilidades de cada una de nuestras acciones. La virtud más grande es encontrar el valor de aceptar lo que se ha hecho, dicho o provocado. Hay que reemplazarlo por actitudes y acciones más positivas y constructivas.

«De nada sirve sufrir como un mártir si nunca se hizo el esfuerzo de luchar por vivir en un mundo mejor»

Fuente: www.recetasparalavida.com

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