El pueblo asirio se caracterizó en el pasado por su crueldad. En cambio, el persa se distinguió por su tolerancia, bondad y generosidad, sobre todo con los vencidos en sus continuas guerras y conquistas. Según me cuentan esos personajes etéreos llamados Moda y Vanidad, los persas eran pastores y guerreros que, dada su afición al caballo, revolucionaron el vestuario masculino de la época introduciendo el calzón ajustado o pantalón. “También fueron los primeros en emplear calcetines y guantes, con carácter estrictamente práctico” -recalcó Moda.
Debido a su vecindad con Asiria, los persas adoptaron gran parte de esa indumentaria, haciendo también suya la túnica kandis, adornada con flecos y ricos bordados. Llevaban la barba y el pelo igualmente rizado, logrando tal efecto con el uso de tenazas calientes…, “¡Gracias a mí!” -gritó Vanidad, agregando que esa práctica fue adoptada por las mujeres y se ha mantenido vigente en el gusto femenino.
El común de los habitantes de Persia vestía una túnica a media pierna con manto de lana en forma rectangular, colocado artísticamente de manera que dejara libre el brazo derecho. La disposición de tal manto me dio la pauta para diseñar un modelo moderno con las mismas características.
Las mujeres persas seguían la moda de los pueblos vecinos Babilonia y Asiria, muy parecida a los estilos varoniles. Y aunque existen pocas representaciones de ese vestuario debido a que la mujer de aquellos tiempos sólo podía ser vista por su esposo e hijos, Moda me invitó a ir al Museo del Louvre donde exponen una imagen que me dio clara idea de su vestuario y que aquí reproduzco.