Aun cuando siempre requerirán de un contexto y posterior análisis, los números son los precisos y suelen decir bastante.
Según la Oficina del Censo, hoy día hay aproximadamente 62.1 millones de hispanos/latinos que viven en Estados Unidos, lo que equivale a 18.7 por ciento de la población. ¿Estos números te parecen poco? Pues agreguémosle contexto: 10 años antes se trataba de 16.3 por ciento.
Más contexto: en esta última década, la mitad del crecimiento de la población corrió a cuenta de los latinos. En la otra mitad estuvo la población asiática (24 millones en total), la población blanca (que bajó en número respecto a 2010) y los demás grupos demográficos que conforman un país cada vez más multirracial y multicultural.
Hablamos entonces de una población que puede considerarse “útil”, ya sea para trabajar o bien para especializarse. Todas las naciones desarrolladas agradecen contar con una población que les asegure un crecimiento en los próximos años, lo que constituye un presente y un futuro de fuerza laboral de inestimable valor.
¿Más contexto? Hablamos de 10 años menos que el promedio de edad de la población en general. Se trata de un rango en el que muchas y muchos están forjándose un futuro laboral. Algunos han terminado sus estudios universitarios, y no son pocos los que inician algún posgrado académico. Se trata de una edad en la que todos hemos aprendido muchas cosas, pero aún tenemos toda una vida por delante. Una edad en la que se tiene juventud, fuerza y muchas ganas.
En 1968, el Congreso autorizó al presidente demócrata Lyndon B. Johnson a que proclamara la Semana Nacional de la Herencia Hispana, la cual comenzaba el 15 de septiembre –fecha en que se celebran las independencias de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua– y abarcaba el 16 y el 18 de septiembre, días en los que México y Chile celebran también sus fiestas nacionales. La proclama del presidente instaba al pueblo de EEUU a festejar la semana con ceremonias y actividades apropiadas. Y para estimular aún más la participación, en 1974 el presidente Gerald R. Ford emitió un comunicado que instaba a las escuelas y a las organizaciones de derechos humanos a participar de lleno.
Pero una sola semana para un grupo “minoritario” tan grande no bastaba. Veinte años más tarde, el 17 de agosto de 1988, el republicano Ronald Reagan reiteró el llamado de Ford en un reconocimiento todavía más amplio de los estadounidenses de origen hispano. Para ello, el Congreso aprobó la Ley 100-402, la cual amplió la celebración a 31 días, periodo al que denominaron Mes Nacional de la Herencia Hispana y que estaría destinado a celebrar la historia, el idioma, el futuro y el pasado de los latinos en Estados Unidos.
Al momento de la proclama de Johnson, en 1968, había poco más de 9 millones de latinos en EEUU. Como decíamos más arriba, hoy son más de 62 millones las personas que identifican sus raíces con Cuba, México, Puerto Rico, Centro y Sudamérica, así como con alguna otra cultura hispano-latina independiente de su raza.
Esto no hará más que crecer, sobre todo si consideramos el promedio de edad que también comentamos. La población hispana tiene aún mucho que dar. Y eso que ya ha dado a este país una enormidad.
Hoy hay más de 4 millones de empresas con dueños y fundadores hispanos a lo largo y ancho de EEUU, los que contribuyen con más de $700,000 millones de dólares a la economía federal. En las próximas décadas, los hispanos representarán una proporción aún mayor: se estima que la población hispana en Estados Unidos alcanzará 128.8 millones de personas para 2060, lo que constituirá aproximadamente 31 por ciento de la población estadounidense. Constituirán –como ahora– una significativa proporción de la fuerza laboral, lo cual se sumará al creciente impacto de los hispanos en todos los ámbitos de la vida en Estados Unidos, tanto laborales como artísticos, culturales y, por supuesto, científicos y tecnológicos.
Porque el arte, la ciencia y la tecnología surgen donde hay ideas, visión y esfuerzo; donde hay iniciativa, inquietud y superación. Allí donde se imagina algo distinto de lo que ya se tiene, y cuenta con la capacidad para llevar esa imaginación a los hechos.
Celebramos todos este mes como un solo pueblo. Celebramos como lo que somos.