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Becky Krinsky

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Prestigiosa columnista internacional en más de 10 periódicos y revistas que se publican y distribuyen desde Nueva York hasta Argentina Con su famosa columna Recetas para la Vida©. Ganadora por tres años consecutivos del premio de excelencia en periodismo del San Diego Journal Club.

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Recetas Para la Vida © TM

Buscando los ingredientes para lograr una mejor vida.

Una alternativa fresca y diferente a los problemas de nuestra vida diaria. Ayudaremos a la gente a encontrar los ingredientes adecuados en la vida para mejorar las relaciones personales así como tener una mejor calidad de…


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Artículos Publicados

Es mi fiesta y no estoy ni con melón ni con sandía

Todos los graduados de la preparatoria estaban felices, finalmente habían terminado sus largos años en la escuela. Con sentimientos encontrados los jóvenes sonreían para las fotografías con sus amigos, familiares y los compañeros del salón. Pronto muchos de estos pasarán a ser tan sólo un recuerdo, un rostro y un pasado, otros, amigos por toda la vida. La mayoría de los graduados estaban acompañados de sus padres, hermanos, abuelos y tíos; algunos más afortunados tenían hasta sus amigos y vecinos. Finalmente era un día especial digno de ser compartido.

Jessica no fue la excepción, se la veía muy linda en medio de la fila de graduados, con su toga azul y su birrete, pero su cara tenía una mirada perdida, y no se podía saber si estaba contenta por haber terminado la escuela, o estaba triste ya que nadie la acompañaba en aquella ocasión tan especial.

Sus Padres se habían divorciado hace un par de años, y desde su divorcio sólo habían peleas, reproches y muy mala comunicación. Tristemente, los más afectados siempre son los hijos. Jessica se había convertido en un paquete entre los padres, una razón más por la cual pelear y tener una lucha de poder. Las conversaciones acerca de su hija se limitaban a: «te toca» o «si tú vas, yo no voy» «nunca estaré donde estás tú». Cuando llegó el momento de la graduación los padres exigieron que Jessica eligiera entre el padre y la madre ya que ambos se rehusaban a asistir si el otro iba a estar presente. El padre insistía que él debía ir porque pagaba la colegiatura y los gastos de su hija; su madre insistía que a ella le correspondía por ser la que cuidaba a la niña diariamente. Ninguno de los dos tomó en consideración las necesidades y los sentimientos de su hija; el salón era suficientemente grande como para acomodar a ambos sin que tuvieran que cruzarse, pero los padres estaban más interesados en satisfacer sus propias necesidades y caprichos.

Con mucho pesar e incomodidad, Jessica decidió que fuera su padre el que la acompañara en esa ocasión. El día de la graduación, al poco tiempo de comenzar la ceremonia, el papá de Jessica abandonó el evento porque debía buscar a su nueva novia en el aeropuerto. Así que Jessica tuvo que estar en su graduación sola. Se sentó junto a una amiga que sabía de su situación. Los familiares de su amiga, a pesar de ser unos extraños, muy amablemente acogieron a esta jovencita, le tomaron fotografías y la trataron como si fuese parte de la familia.

El orgullo de sus padres y su gran egoísmo impidieron ver el dolor y el vacío que le habían causado a Jessica. Esta era una de tantas ocasiones donde sus padres no se habían puesto de acuerdo, habían utilizado a su hija tal como si ella fuese tan sólo un paquete, una carga, como si el divorcio no hubiese sido suficiente dolor para esta chica. Una ocasión que pudo ser una celebración especial, fue tan sólo otra causa de pelea y dolor. La joven pasó sola su fiesta de graduación, los padres enojados y el paquete sin dueño que lo reclame.

El valor de los hijos

Ingredientes:

  • 500g. de tiempo
  • 2 tazas llenas de paciencia
  • 4 cucharadas de consistencia
  • 1 rebanada de involucración
  • 1 sobre de madurez
  • 1 manojo de flexibilidad
  • Sensibilidad al gusto
  • 3 gajos de cariño

Condimentos:
Preocupación, gentileza, reflexión y control

Modo de preparación:

Educar a un hijo es quizá una de las recetas más complicadas ya que lleva mucho tiempo, dedicación, entrega, atención y cariño. El menor descuido puede llegar a convertirse en un verdadero caos. Cuando uno se convierte en padre debe estar dispuesto a sacrificar su bienestar y felicidad para otorgársela a su hijo, ya que él es su creación, su inspiración y su razón para vivir. Cocinar tantos y tan variados platillos sólo tiene sentido cuando uno tiene a alguien para quien hacerlo. Más que hablar de una técnica en particular es importante mencionar que todos y cada uno de los ingredientes de esta receta juegan un papel determinante en la realización de este platillo tan especial.

Los buenos hijos no nacen, se hacen. Si bien el corazón del hijo siempre está buscando el cariño y la aprobación de sus padres, también es cierto que cuando el corazón de los padres no está alineado con el de su hijo, lo más probable es que este último, se de vuelta y se distancie, encontrando aquello que busca en algún otro lugar.

Un buen padre al igual que un chef, inspira, tiene mucha paciencia, mantiene la calma y con mucho amor impulsa a su hijo a convertirse en un ser íntegro, con el ímpetu de continuar transmitiendo todo aquello que ha recibido día a día en su hogar. Hace del hijo una persona que crece seguro de sí mismo, que sabe adaptarse, se siente querido. Capaz de conservar la misma receta de generación en generación.

Fuente: www.recetasparalavida.com

¿Por qué si me divierto tanto, aun no soy feliz?

Rodrigo un muchacho joven y sano terminó en la sala de emergencia en el hospital después de haber pasado todo el día en compañía de sus amigos. ¿Qué fue lo que le sucedió a este joven? Él, ni estaba enfermo, ni es un muchacho problemático. Rodrigo y sus amigos salieron a comer a un restaurante después de haber estado paseando por el centro comercial toda la tarde, pero para ellos esto no era suficientemente divertido. Afortunadamente en la noche tenían una gran fiesta, donde estaban invitados todos los jóvenes más populares del grupo, en un lugar muy exclusivo con la mejor música del lugar. Sin embargo, para Rodrigo esto no fue suficiente. Al sentirse un poco aburrido, buscó algo más para entretenerse. Decidió tomar un poco de alcohol y lo mezcló con las bebidas que estimulan la energía.

Los muchachos tuvieron que salir de la fiesta ya que Rodrigo comenzó a sentirse mal. Tuvo una reacción alérgica y no paró de vomitar por varias horas. Fue así como llegó al hospital. Los doctores no podían entender que era lo que le había causado tal reacción. Finalmente, al descubrir lo que había ingerido, determinaron que el alcohol junto con las bebidas para dar energía causaron aquella reacción que hubiera podido ser fatal.

Los amigos de Rodrigo están preocupados por él, pero aseguran que lo que le pasó a Rodrigo, no les puede pasar a ellos, sólo fue mala suerte. Sin embargo, ellos no se comportan de una manera muy diferente que su amigo. Al igual que Rodrigo, estos muchachos buscan constantemente como entretenerse y cada vez necesitan más excitación para lograrlo. Si no se divierten, se sienten apáticos, por eso buscan llenar su tiempo pasando largas horas frente al televisor, jugando juegos de video, buscando fiestas y cuando no les es suficiente la diversión, recurren a las bebidas y a las drogas.

Estos muchachos son jóvenes comunes que van a la escuela, viven pegados al teléfono, siempre están en búsqueda de lo más nuevo tanto en la moda como en la tecnología, así como en el entretenimiento. Son muchachos queridos y nada les falta, sin embargo no son felices. Se sienten vacíos y confunden las grandes emociones con la felicidad. Esta búsqueda se convierte en una adicción, donde cada vez es necesario buscar una dosis mayor para sentirse más estimulados. El juego de la adrenalina es el motor principal de sus actos.

Ellos han creado y viven en un mundo hueco que se asemeja a un gran parque de diversiones abierto continuamente. Asocian la felicidad con el placer, donde persiguen una ilusión y un deseo que se desvanece en el mismo instante en que han logrado alcanzarlo. Por otro lado, el esfuerzo y el trabajo laborioso es considerado por esta generación como sinónimo de la infelicidad e innecesario, evitando así realizar todo aquello que implique esfuerzo o responsabilidad; sin percatarse que esto será lo que finalmente los conduzca a conseguir sus metas y objetivos verdaderos. La felicidad tan anhelada no es la que se equipara con el principio del placer sino la que se consigue a través de valores y logros irreemplazables.

Llenando el vacío de la vida

Ingredientes:

  • 1 taza de Conciencia
  • 1 taza de Responsabilidad
  • 1 manojo de Obligaciones
  • 3 cucharadas de Disciplina
  • 5 gotas de esencia de Valores familiares
  • Una pizca de tolerancia al aburrimiento

Condimentos:

Esfuerzo, entusiasmo, comunicación, gratitud.

Modo de Preparación:

Estar divertido, no es sinónimo de ser feliz. Cuando vivimos con la idea que el placer debe ser la fuente de la felicidad creamos también la dependencia y la adicción a la búsqueda de la excitación. Nada es suficiente y todo es aburrido, después de probar el primer bocado el siguiente lo encontramos desabrido. De alguna manera es como si esperásemos que cada vez nuestros bocados se tornaran en un nuevo sabor, manteniéndonos entretenidos continuamente.

La verdadera felicidad es aquella que se consigue a través del compromiso y el esfuerzo, donde las cosas que se quieren tienen un verdadero valor en la vida. Para lograr la preparación adecuada de esta receta es necesario tener persistencia, disciplina y hacer múltiples intentos, experimentando quizás algo de frustración y sobre todo poniendo mucho esfuerzo y dedicación hasta llegar a dar con la medida apropiada. A veces implica luchar, en algunos casos sufrir un poco y trabajar; tomar conciencia y responsabilidad. Es importante comprometerse con aquello que se desea. El verdadero sabor de la felicidad está compuesto con varios ingredientes profundos y significativos. No se puede obtener la felicidad buscando sólo la diversión. La felicidad tan anhelada no se alcanza por medio del placer, se consigue a través de valores y de logros irreemplazables. Para divertirse, sólo hay que tener buenas fuentes de excitación sin obligación o responsabilidad. El buen cocinero nunca confunde esta diferencia.

Fuente: www.recetasparalavida.com

Impulsos que queman

Cuando nos enojamos paramos de pensar con la razón, nos dejamos invadir por nuestros impulsos y caemos en tentaciones peligrosas, sin poder escuchar con sensatez a nuestro alrededor. El orgullo y la ansiedad por quererle demostrar al mundo que uno «sí puede» llevan a la desesperación y a la locura.

Timoteo, un hombre respetable, casado y comprometido padre de familia, un hijo atento y un buen hermano, un amigo ejemplar, por enojarse y no pensar bien las cosas se metió en un gran problema. Sus clientes copiaron un producto patentado que él había inventado. Su enojo lo impulsó a tener una actitud agresiva e impetuosa que lo llevó a hacer cosas indebidas e ilegales. Debido a ello tuvo grandes complicaciones. Los abogados no saben como ayudarlo, ya que por actuar sin precaución, los clientes de Timoteo, a pesar de que le deben mucho dinero y actuaron de mala fe, se beneficiaron con la situación. Su impulsividad e ira lo llevaron a perder la oportunidad de ganar su caso. Las condiciones se revirtieron y ahora lo están acusando de crímenes que Timoteo asegura que no cometió pero que se le hace difícil comprobar. Desafortunadamente, sus arrebatos explosivos, llenos de rabia, lo llevaron a tener que defenderse de varios cargos, algunos incluso falsos pero que igualmente hoy lo persiguen.

Timoteo está viviendo la crisis más grande de su vida, ya que por no haber medido las consecuencias de sus actos está a punto de perderlo todo. Su esposa lo quiere dejar ya que está harta de tantos problemas, sus hijos están atemorizados, los abogados lo están presionando económicamente y lleva más de una semana sin salir de su casa por miedo a ser arrestado. Se lamenta de día y de noche, está tan arrepentido de sus tontas acciones, sin embargo ya es tarde para cambiar los hechos. Hoy tiene que ver como salir de esta situación.

Lamentablemente, no es la primera vez que Timoteo actúa impulsivamente sin pensar. Se trata de una persona intensa y temperamental. No ha aprendido a controlarse y a medir las consecuencias. Nunca ha querido aceptar que ha tomado decisiones equivocadas; continúa encaprichado y no reconoce como está actuando. Se comporta en forma impulsiva y hasta infantil, a veces incluso con sus padres y hermanos. Explota fácilmente, dice cosas que no debe, lastima a la gente; no lo hace con maldad, sino por ser tan impulsivo y temperamental.

TM

Midiendo las consecuencias

Ingredientes:

  • 1 kilo de Reconocimiento
  • 2 manojos de Precaución
  • 1 taza llena de Reflexión
  • 3 gotas concentradas de Control
  • 1 cucharada de Consideración
  • 3 gajos de Sensatez
  • Un chorrito de propósito claro
  • Agregue Práctica continua para lograr un óptimo resultado

Condimentos:

Calma, distancia, objetividad, comunicación, paciencia

Modo de preparación:

Porque todo cuenta en esta vida, es importante tomar decisiones correctas en la cocina de la vida. Cada acción por más pequeña que sea, agregará sabor; todo ingrediente cambia la consistencia, el aroma y hasta la presentación del platillo. Muchas veces estas elecciones pueden contribuir a mejorar el sabor de la comida y a dar un mejor sazón. Sin embargo, en ocasiones, la impulsiva y mala toma de decisiones, junto a la inadecuada selección de ingredientes, pueden arruinar cualquier platillo. Un cocinero productivo y exitoso es aquel que desarrolla la habilidad de responder constructivamente frente a cualquier situación, el que aprende a reaccionar después de tomarse su tiempo y analizar objetivamente las distintas opciones que se le presenten.

El cocinero verdaderamente sabio es aquel que puede anticipar las consecuencias, más aún, es ese cocinero que conquista sus inclinaciones, aquel que controla su enojo y domina sus impulsos. El cocinero que se hace cargo de sus acciones con gracia y sin arrebato, se adueña de su cocina y la transforma en un grato lugar para vivir.

Fuente: www.recetasparalavida.com

Se pudrió la relación, viene el divorcio

Marina estaba sentada frente al juez, finalizando los últimos detalles para firmar su divorcio. Los abogados discutían entre si las custodias, las vacaciones, etc. Marina no escuchaba, pareciera que por un instante se había transportado a un viaje a través del tiempo regresando 20 años atrás, justo al día de su boda. Recordó como se vistió con tanta ilusión, casi podía volver a sentir el vestido blanco sobre su cuerpo, le volvieron a su memoria imágenes de las múltiples pruebas con la costurera. Por un instante se vio a si misma como lucía el día de su boda, ¡Tantas ilusiones y sueños!

Vio a Fernando como si estuviera delante de sus ojos, vestido con su traje negro. Casi pudo volver a escucharlo susurrándole al oído que la amaba, que siempre cuidaría de ella, jurando amor eterno. Con el regreso del juez a la sala todo se desvaneció. Marina sintió un gran vació en el estómago y dolor en el corazón. Ya no quedaba nada de todas sus ilusiones, sólo tenía amargura, decepción y mucho enojo. Veía a lo lejos a Fernando y no había ni rastros de todos aquellos sentimientos que algún día habían llenado su alma.

¿Qué fue lo que hizo que esta pareja no perdurara?

Todo comenzó con dificultades similares a las que enfrentan muchas parejas: problemas económicos, falta de comunicación, falta de atención, reproches por falta de apoyo, quejas por falta de iniciativa etc.

Pero en vez de enfrentar los problemas dejaron que crecieran y empeoraran; dejaron que se acumulara el resentimiento y la desconfianza, permitieron que la relación se pudriera. Se le hizo fácil a Marina poner toda la culpa en Fernando por no haber podido llenar los vacíos en su vida y darle la atención que ella demandaba. Se convenció a si misma que ella cumplió con su matrimonio dedicándose a ser un ama de casa y cuidando a los niños. Fernando sentía que las demandas de su esposa no eran razonables por lo cual la ignoraba y creía que eventualmente se le iba a pasar el capricho.

Ninguno de los dos se dio cuenta que el matrimonio es una relación que implica mucho mantenimiento, compromiso y comunicación. Tampoco se dieron cuenta que no pueden depender del otro para llenar los propios vacíos. Cada uno debe aportar soluciones. Es necesario escuchar a la pareja y verdaderamente entenderla, complacerla, dando siempre un poco más para cultivar la relación. No basta con estar casados para permanecer casados.

Hoy en día, Marina vive sola con sus tres hijos, trabaja para poderse mantener y está consciente que hubiera podido actuar de manera distinta. Aprendió que ella es responsable de su vida y sus necesidades y que el matrimonio sólo cubre una parte. También se pregunta que hubiera sucedido si hubieran buscado soluciones a los problemas cuando recién aparecieron y aún eran manejables. Tania, su hija, le preguntó a su madre con gran dolor si el divorcio era imprescindible. Quería saber si no hubiesen podido esperar a que ella y sus hermanos crecieran. Marina no supo que contestar…

Cuando el Divorcio es inevitable

Ingredientes:

  • 1 taza de Responsabilidad
  • 1 manojo de Valor
  • 2 cucharadas grandes de Aceptación
  • 1 gajo de Dignidad
  • 3 gotas de Serenidad

Condimentos:

Paciencia, perdón, positivismo

Modo de preparación:

Que fácil es culpar a los demás y deshacerse de la propia responsabilidad. Es difícil aceptar que cuando las cosas no funcionan se debe generalmente al comportamiento de dos, rara vez es uno solo el culpable. El verdadero compromiso del matrimonio implica vivir y luchar sin vencerse.

odo lo que hacemos en la cocina de la vida cuenta y tiene su costo. Es necesario invertir diariamente en la relación ya que un pequeño descuido y ésta comienza a escurrirse de las propias manos. En la cocina de la vida, es vital reconocer que el Cocinero es responsable de si mismo y de su cocina, si nota que algo no está saliendo debidamente, entonces deberá de actuar de inmediato ya que cuanto más tarde en tratar de corregir el problema más difícil resulta reparar la receta; los ingredientes se pueden pudrir. El cocinero debe en ese momento dejar de quejarse y comenzar a actuar, meter sus manos en la masa, ensuciándoselas y tratando de salvar con gran determinación su platillo. Hay ocasiones en que el cocinero actúa demasiado tarde y los ingredientes se pudren. Es allí cuando tristemente el Chef se tiene que dar por vencido y con la mayor sensatez, calma y valor, aceptar su pérdida, aprender una dolorosa lección y empezar nuevamente a cocinar una nueva receta para su vida.

Fuente: www.recetasparalavida.com


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