Si hay algo que debemos aprender del holocausto es que a los ojos de nuestros enemigos todos los judíos somos iguales, sin importar nuestra ciudadanía, residencia, color, grado de religiosidad, nivel cultural, línea política, idioma o grado de asimilación.
Para nuestros enemigos todos somos uno y eso no debemos olvidarlo.
Hoy es un buen día para comprender que los migrantes mexicanos son los judíos de antaño, si para algunos los migrantes mexicanos, su idioma, sus apellidos, su físico, su existencia misma, son usadas para “unir” a quienes, en su ignorancia, se creen en el medio de una guerra existencial, creen que, si arrestan, persiguen o atosigan mexicanos, eso los hace a ellos más fuertes o más valiosos.
Hoy 75 años después de la persecución más enconada, más organizada, más internacional, queda claro que los perseguidores perdieron y los perseguidos no solo sobrevivieron, sino que además se fortalecieron por la persecución.
Migrantes unidos seremos más fuertes mañana de lo que fuimos ayer, precisamente gracias a la persecución.
Que nos obliga a reconocer que somos, quienes somos y seremos.