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Lupita Garnica (Kalónico)

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Kalóniko (Lupita Garnica) Durante más de cuatro décadas fue la asistente personal del periodista mundialmente conocido Jacobo Zabludovsky. En ese tiempo aprendió la mecánica del periodismo, misma que aplicó a su afición preferida: investigación de la historia de la indumentaria. En Televisa creó y dirigió una serie de cápsulas acerca de la historia del traje, transmitida tanto en Televisa como Galavisión con cobertura internacional. Produjo un videocasete sobre la historia del traje con tres horas y media de duración. En prensa publicó artículos acerca de la historia del traje ilustrados con diseños suyos en los diarios Novedades, Ovaciones, El Heraldo de México, Summa y colaboró en el periódico Reforma con una columna semanal que también fue subida a Internet con el título de Moda y Vanidad, durante más de diez años. Sus artículos fueron solicitados en las revistas: Varón, Vogue, Hombre Saludable, Voices of México (en inglés), la revista Carolina y la revista española Dunia. Ha editado en México el libro “La historia del traje“ con Editorial Diana, ahora de Planeta, y en España “Caprichos de la moda“ con la Fundación Hispano-Mexicana Castilnovo, Madrid 2011. Libros inéditos: “Trajes típicos de las Américas“, “Diccionario del vestuario“ y “Así te ven, así te tratan“. Actualmente vive en Benidorm (Alicante) España y es coautora del blog: www.kaloniko-nykur.blogspot.com Diseñadora de modas, de todos sus dibujos y de las portadas de cuatro libros y un disco LP.

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LA INDUMENTARIA SEGÚN MODA Y VANIDAD SIGLO XX (3ra. de 9 partes)

Moda y Vanidad se arrebujaron en una poltrona y saboreando sus recuerdos ancestrales, retomaron el tema de los trajes de novios. Vanidad, como siempre, acaparó la plática: “Si a algunos hombres no les importa alquilar su traje de boda, las mujeres nunca podrían aceptar esa opción pues para ellas el traje de novia describe su personalidad, aunque sea por un solo día.

TRAJES DE NOVIA DE PRINCIPIOS DE SIGLO
TRAJES DE NOVIA DE PRINCIPIOS DE SIGLO

A ella corresponde seleccionarlo de acuerdo a sus sentimientos y forma de ser. Y así -dijo risueña-, te describiré algunos modelos del presente: tenemos el vestuario de la romántica, cuyos volantes, vuelos y talle princesa, la hacen revivir un cuento de hadas. La sensual escogerá un traje entubado con un hombro descubierto, pero la introvertida se inclinará por los cuellos altos y mangas largas o por la sugerencia de mamá. La liberada se encontrará con la disyuntiva de elegir una minifalda o una maxi con la abertura lateral hasta el muslo, o un estilo Madonna con el corset por fuera. La hippie llevará varias faldas sobrepuestas a diferentes alturas y se repetirá a sí misma: me visto para mí, no para mi novio ni su familia, ni para otra mujer.

TRAJE DE NOVIA TRANSFORMER
TRAJE DE NOVIA TRANSFORMER

El traje transformer lo empleará la novia práctica, quien, conforme lo vaya necesitando, quitará piezas al vestido para darle un uso adecuado: misa, banquete, viaje y cama”.

PAREJAS DE NOVIOS
PAREJAS DE NOVIOS

intervino con cierto apresuramiento para mencionar: “Te diré que también `hay de bodas a bodas´, es decir, que no todas son iguales, ni todas tienen el mismo final. Recuerdo aquella celebrada en el sur de Italia de la que, tras una tragedia, surgió una de las más temidas asociaciones delictivas del mundo moderno: la mafia. Como reproche a un crimen perpetrado por delincuentes de la mafia calabresa, hace algunos años, el diseñador romano Antón Giulio Grande presentó en su colección vestidos bordados y transparentes en blanco y negro, pero con un aditamento poco común: las modelos llevaban a la espalda la LUPARA, clásica escopeta de cañones recortados tradicionalmente utilizada por el crimen organizado del sur de Italia”. Vanidad censuró a Moda hablar de temas tan tristes, evocando en cambio una boda totalmente diferente, pues ella tuvo gran intervención: más de siete mil diamantes valorados por encima de 4 millones de dólares adornaban el traje de novia de Sabrina Battaglia, una joven italiana que siempre deseó casarse como una princesa. El novio, Aniello Formisano, cumplió su deseo.
Cuando pude interrumpir, dije a Moda que me había quedado con la curiosidad de saber más acerca de aquella boda trágica. Ella, sin tardanza, tomó la palabra: “Fue algo muy dramático… en esa boda, los franceses, en guerra contra los italianos, mataron al novio y secuestraron a la joven para luego también acabar con ella. Los enardecidos familiares, apoyados por todo el pueblo, juraron vengarse. La venganza por aquel hecho siguió hasta terminar la guerra bajo el lema de Morte alla Francia Italia Anela, MAFIA, para después tomar otro giro y convertirse en lo que es actualmente”.
Para terminar con el tema, dije a mis etéreas amigas que esperaba tuvieran cordura al influir en el diseño de los trajes para novios del mismo sexo, los trajes unisex, ya no como corriente juvenil, sino como una realidad permanente.

CABALLERO
CABALLERO

Moda y Vanidad retomaron el tema del vestuario de los hombres de principios de siglo veinte, subrayando que continuaron usando la camisa blanca con cuello almidonado, cuyas puntas mantenían dobladas llamando al modelo “de pajarita”. Las corbatas, dijeron, iban de las más anchas, que cubrían parte de la pechera, hasta las muy delgadas; simplificaron su colocación y quedaron atrás los modelos del Barón del Almidón, seudónimo de Balzac, quien en 16 lecciones indicaba a los elegantes del siglo anterior cómo usar la corbata según la ocasión en que se luciera. Los cuellos ingleses hicieron su aparición en la primera década del siglo que nos ocupa, introduciéndose en los mercados extranjeros con gran éxito.

MODELOS DE SOMBREROS
MODELOS DE SOMBREROS

Como complemento del vestuario masculino, se implantó el sombrero y aquí reproduzco la intervención de Vanidad al respecto: “…los había estilo canotier, Panamá, de paja de Manila y Puerto Rico y los ingleses.

MODELOS DE CALZADO
MODELOS DE CALZADO

El calzado francés para hombres cruzó fronteras y en América se puso de moda el botín con botonadura de lado, mientras que los americanos enviaron lo suyo a Europa, de ojillos y agujetas al frente. El camisón con el gorrito para dormir fue sustituido por el pijama de creación inglesa, pero con mi aprobación” –recalcó Vanidad.
La joyería formó parte del arreglo personal masculino siendo Vanidad la que hizo poner de moda los alfileres en la corbata, los relojes con cadena y las sortijas con figuras de animales.

TRAJES MASCULINOS
TRAJES MASCULINOS

Moda, por su parte, resolvió el problema que los hombres tenían cuando en tiempo de lluvia sus pantalones eran ensuciados por el lodo que se formaba en las calles: sugirió a los sastres ingleses levantar los pantalones por su ribete haciendo un doblez que con el correr del tiempo se le llamó valenciana, cobrando fama en todo el mundo. Esta moda ha cumplido ya cien años y, como la corbata, no creo que deje de usarse.

LA INDUMENTARIA SEGÚN MODA Y VANIDAD SIGLO XX, (2da de 9 partes)

Los discretos bonetes empleados en la última década del siglo XIX cayeron en el olvido, tomando su lugar sombreros adornados con plumas de avestruz, aves completas, grandes ramilletes o copas con telas drapeadas o abullonadas, como tratando de evocar la época de la reina María Antonieta.

Sombreros
Sombreros

A los diseñadores Poiret y Worth siguieron madame Paquin, Madeleine Vionnet, Chanel, Patou, Schiaparelli y Lanvin, imprimiendo cada uno de ellos un sello personal a sus modelos. “¿Sabes cómo logró introducirse la falda corta en el siglo XX? -preguntó -. Te contaré –dijo y continuó-. Algunos estudiosos lo atribuyen a un simple deseo de la mujer hacia el cambio, pero lo cierto es que la actividad de la vida femenina exigió el recorte de tales faldas. Si las damas caminaban poco, retenidas en casa por costumbres, no importaba que los vestidos arrastraran en el suelo de sus pulcros hogares. Pero cuando las aceras de todas las ciudades se vieron invadidas por mujeres de cualquier clase social, dirigiéndose a objetivos diferentes y eludiendo las carrozas o los autos al cruzar las calles, esas mismas señoras se dieron cuenta de que las faldas hasta los pies no sólo almacenaban el polvo y el lodo, sino que eran cobijo de cuanta contaminación pudiera existir en el suelo”. “Resumiendo –dijo impaciente Vanidad-, la falda larga y voluminosa no era ni cómoda ni segura para las mujeres que desarrollaban labores diferentes a las del hogar. Por lo tanto, en un tremendo salto futurista y por supuesto motivadas por mí, al unísono se les oyó gritar: ¡Arriba las faldas!”.

CARICATURA ¡ARRIBA LAS FALDAS!
CARICATURA ¡ARRIBA LAS FALDAS!

Continuó Vanidad con tono picaresco: “En 1913 tomaron auge los cuellos femeninos en forma de “V”, mismos que fueron condenados por los moralistas pues los consideraron indecentes. Claro que, aunque yo alabé esa corriente, no tuve la culpa de que las mujeres fueran tan exageradas al prolongar el escote hasta la cintura”.

MODELO DE WORTH
MODELO DE WORTH

Moda comentó que la Primera Guerra Mundial imprimió cambios drásticos en el vestuario femenino, pues hizo su aparición el estilo militar o camisero hasta los tobillos, pero sin derrocar totalmente las formas acampanadas con volantes mostrando a la mujer más delicada y femenina.

TRAJE SASTRE ESTILO MILITAR
TRAJE SASTRE ESTILO MILITAR

Los hombres de principio de siglo no hicieron muchos cambios en su indumentaria, contentándose con la levita, la chaqueta americana o el esmoquin negro con chaleco y pantalón a rayas oscuras o viceversa. En este momento recuerdo lo que Moda y Vanidad me contaron una vez, cuando decidieron materializarse y asistir a ciertas bodas terrestres. Su intención era confundirse entre los asistentes y palpar físicamente su obra. Les fascinó tanto su experiencia que fue objeto de charlas casi interminables. Se concentraron en los trajes masculinos al evocar las luchas constantes que tuvieron para cambiar más frecuentemente sus estilos. “¡Son difíciles!”, comentó Vanidad con desgana.

LEVITA, SMOKING, FRAC, CHAQUE.
LEVITA, SMOKING, FRAC, CHAQUE.

Recordaron que el chaqué, el smoking y el frac habían sido trajes de uso común a principios del siglo XIX. El smoking, por ejemplo, fue una chaqueta que confeccionaban en terciopelo o tela brocada y era lucida por los caballeros fumadores de la época. Debido a que las mujeres siempre hacían un mohín de desagrado cuando aspiraban el humo de tabaco, los elegantes tenían una sala de estar donde podían disfrutar a pleno el sabor y aroma de sus tabacos, cómodamente enfundados en el smoking.

MODELOS DE CHALECOS
MODELOS DE CHALECOS

Vanidad hizo hincapié en que el chaqué o chaquete en español y jaquette en francés y jacket en inglés, era una prenda tan común en Francia como lo era el nombre de Jacques, y de ahí, dijo riendo, viene el nombre de chaqueta, pero en diminutivo, y agregó: “El frac tomó su lugar a finales del siglo XVIII y continua en el presente. Y la verdad es que Moda y yo deseamos conocer las razones por las cuales esas tres prendas, además de los chalecos y corbatas han aguantado el transcurso del tiempo para colocarse como el vestuario propio en eventos tan importantes y elegantes del presente, sobre todo en las bodas de artistas, de los poseedores de títulos nobiliarios y de cualquiera que se siente heredero de un pasado burgués.

PANTALON MUY LARGO
PANTALON MUY LARGO

Claro –siguió relatando Vanidad-, esa moda no sólo alcanzó las esferas elevadas, sino que además tiene su acogida en las bodas menos favorecidas económicamente. Y para estos casos, algunos visionarios abrieron tiendas de alquiler, donde el novio en cuestión puede hallar el traje de su preferencia, también entre la gente de altos niveles económicos europeos hay quienes alquilan sus chaqués, pues en las fotos de revistas especializadas en divulgar lo que hacen los grandes de aquella sociedad, se ven frecuentemente pantalones a rayas a los que con holgura les sobran diez centímetros de largo”. Así terminó Vanidad su relato, sin dar pauta para que Moda dijera algo, y prometió continuar hablando de trajes de boda, pero de mujeres.

LA INDUMENTARIA SEGUN MODA Y VANIDAD – SIGLO XX (1a. de 9 partes)

El Siglo XX nació, y con él la , la elegancia y lo “chic” tomaron su lugar en el mundo del vestir. “Me alegro que hayas tocado este tema –dijo Moda-, pues muchos piensan que esas palabras son mágicas, que los trasladan a sitios alcanzados por muy pocos, pero visualizados por un gran número. Cuando algunos hablan de la moda, le dan todos los significados posibles. Otros, sin embargo, consideran que no significa nada, que carece de bases para aplicarse. Pero aún así, el término moda se aplica por doquier: trajes, adornos, peinados, muebles, autos, ¿cómo explicas su influencia?… la gran mayoría ha querido protestar contra lo que llaman mis caprichos, que catalogan de absurdos, incómodos y tiránicos, pero al final terminan obedeciendo ciegamente. Y te confieso que no hay influencia mía que en su principio no haya sufrido rechazo para luego considerarla distinguida, elegante y en determinados casos juvenil o al día”.

DOS DAMAS CON PARAGUAS
DOS DAMAS CON PARAGUAS

Vanidad no pudo resistir el deseo de intervenir: “En el siglo XIX el poeta Gustavo Adolfo Bécquer citó algunas condiciones para llegar a ser una mujer a la moda: debía tener alrededor de treinta años, parecer agradable, aunque no necesariamente bonita, ser rica, libre y poseer talento. Otros observadores de la misma época dijeron que la elegancia semejaba una escultura por su belleza, pureza y la gracia de sus líneas. Y Bécquer aseveraba que la hermosura se siente, la elegancia se discute. Te contaré un secreto: la palabra chic la inventé yo. Claro, que en aquella época nadie lo supo y especulaban que era una locución esencialmente parisiense que significaba pintoresco, coqueto, sutil, de buen gusto, supremo e imprevisto. Acertaron en esos calificativos aunque yo hubiera querido que pensaran en mí, en Vanidad, como sinónimo de chic, de moda y de elegancia, pues estas tres palabras continúan en el vocabulario del mundo, honrándome y, sin que nadie adivine por qué casi todos los hombres y mujeres quieren participar en ellas, como el traje sastre femenino que he mantenido dentro de esos conceptos“ –terminó diciendo con sumo orgullo.

DAMAS CON TRAJES SASTRE
DAMAS CON TRAJES SASTRE

De 1900 a 1913, la moda internacional giró en remembranzas de siglos anteriores: volvieron los trajes bautizados como Directorio
del siglo XVIII, los llamados Imperio del XIX, y los estilos griegos. Pienso que en esa etapa Moda y Vanidad estuvieron de vacaciones, pues no hubo grandes novedades en el ámbito de la moda del vestuario.

MODELOS DIVERSOS
MODELOS DIVERSOS

“Un momento –gritó molesta Vanidad-, yo subí la falda en esa década, claro, que sólo fueron 10 cms. pues la moral imperante no aceptaba más”. De inmediato intervino Moda: “En ese primer decenio se hicieron presentes los diseñadores que trataron de mejorar lo ya creado. Paul Poiret, por ejemplo, diseñó modelos que no necesitaron el corsé, subiendo y bajando la línea del talle a su antojo, libertad que yo le dí, por supuesto.

DAMAS CON ESTILOS DE POIRET
DAMAS CON ESTILOS DE POIRET

Otra de sus innovaciones fue el contraste de colores muy vivos, esto desde luego gracias a Vanidad. Rompió con los tonos pastel y lanzó los rojos, verdes, amarillos, violetas y azules fuertes, combinándolos entre sí con estampados muy agresivos de dos vistas que fueron lucidos en las noches de gala del Maxim´s, en París. “La falda-pantalón también fue introducida por Poiret para ser lucida como traje de calle“ –gritó Vanidad.

DAMA CON MODELO DE POIRET
DAMA CON MODELO DE POIRET

Moda retomó el tema y comentó: “Las pieles que durante largo tiempo se llevaron de forro hicieron su aparición en chaquetas, abrigos o capas como signo de elegancia y alto poder adquisitivo. Los terciopelos cobraron fama, y fue creada una tela gruesa con hendiduras llamada pana. Las telas de colores desvanecidos, como se volvieron a usar a finales del siglo, dieron el toque sutil a los nuevos diseños de la centuria que empezaba”. “Déjame contarte algo –cortó Vanidad-, el bastón se puso de moda gracias a la norteamericana señorita Roosevelt, pero no sólo cobró fama por ella sino por las ratas y perros callejeros…sí, sí, no te asombres -dijo al mirarme-. En Europa abundaban estos animales, por lo tanto, el bastón sirvió no sólo para ayudar a caminar, sino para espantar a los molestos y peligrosos animales”.

LA INDUMENTARIA SEGUN MODA Y VANIDAD – SIGLO XIX (última parte)

Los deportes difundidos por Inglaterra marcaron la pauta para nuevas modas en la última década del siglo XIX. Tenis, bicicleta, golf, esgrima, natación: todos estos deportes llevaron consigo el indumento adecuado para su práctica, aunque las damas se resistían a meterse al agua con poca ropa, por lo que, según versión de , su atuendo de baño consistió en un pantalón ajustado a los tobillos y un blusón con mangas.

BIKINI SIGLO IV y CARICATURA SIGLO XIX
BIKINI SIGLO IV y CARICATURA SIGLO XIX

Otro modelo que lucían en las playas era el camisero con o sin mangas, largo hasta media pierna. Moda se remontó unos siglos para comentar lo siguiente: “En el siglo IV de esta era, el traje de baño para mujeres constaba de dos piezas similares a los actuales bikinis. En Italia guardan un mosaico descubierto en Piazza Armerina, en Sicilia, donde se ven claramente los bañadores usados en aquella época. Pero a raíz de la caída del Imperio Romano, cuando la higiene era característica primordial del pueblo, la costumbre se transformó para dar paso al exceso de ropa impuesto por la religiosidad y a la carencia de limpieza”. “En pocas palabras -intervino sorpresivamente Vanidad- el traje de baño romano quedó, durante siglos, como recuerdo de la práctica de un deporte impúdico de acuerdo a la mentalidad de años posteriores, en tanto que ahora las damas se pueden dar el lujo de lucir todo un abecedario de bañadores gracias a mi creatividad”. Así terminó Vanidad al tiempo que hacía un sinfín de poses de modelaje.

BAÑADORES MODERNOS
BAÑADORES MODERNOS

Moda me contó algo interesante acerca de un deporte que se llegó a popularizar en Europa a finales del siglo XIX. “La esgrima es el mejor ejercicio para la mujer. Cualquier mujer obesa que quiera perder sobrepeso no tiene más que dedicarse a la práctica de la esgrima. Quienes la practican, pueden olvidar los dolores de cabeza y ver su cutis siempre suave y con un tono rosado en las mejillas, además de evitar la mala formación del pecho y la espalda, haciendo mostrar a la mujer graciosa, bien formada, sana y elegante. Te cuento que en también se hizo famoso ese deporte lo mismo que el ciclismo, pero lamentablemente las mujeres que vivieron aquella época, cuya sociedad estaba manejada por hombres, se vieron siempre atacadas con el mote de “marimachos“, pues decían que tales prácticas no eran compatibles con la delicadeza y recato de una señorita, por lo que dada la abnegación de la mujer mexicana, eran pocas las que se atrevían al desafío varonil. Sin embargo, las mujeres norteamericanas eran diferentes, pues ansiosas siempre de libertad e independencia, así como rebeldes contra las esclavitudes del hogar, anhelantes del mando sobre las funciones políticas y con las mismas aspiraciones ideales que los hombres, siempre estuvieron prontas a practicar los deportes de moda”.

ESGRIMA PARA MUJERES
ESGRIMA PARA MUJERES

Tres elementos hicieron su aparición en el vestuario femenino a finales del siglo que nos ocupa: blusa, falda y chaqueta, que en conjunto se convirtieron en el traje sastre. Las blusas, por lo tanto, se hicieron muy variadas con la intervención de Vanidad, quien inyectaba ideas nuevas a los creadores de ropa. Las hubo de cuello alto con encaje, con ajustadas mangas largas y puños, con hombreras, con canesúes, de encaje, seda y muselina. Al terminar la centuria la euforia del polisón y demás postizos fueron desapareciendo.

Aunque la mayoría de diseñadores de alta costura la constituían mujeres, destacó el trabajo de Federico Worh. Carolina Reboux sobresalió con sus diseños de sombreros y Alice Guerre con su “Método de corte y la manera de hacer su propia ropa”, editado en París en 1892. Vanidad me relató un fragmento del libro: “En su primer capítulo, la señorita Guerre señala cuatro puntos para convertir el vestir en un arte. Primero, la modista debía tener el ojo y la mano ejercitados para tomar bien las medidas. Luego, saber crear buenos patrones. En tercer lugar debía probar y rectificar y, por último, era necesario tener el gusto exigido para dar la gracia y elegancia que requieren los modelos. Claro que –dijo con un mohín-, en este último punto, mi intervención era indispensable. Buenas reglas, ¿no te parece?”.

PATRONES
PATRONES

Moda intervino para declarar: “La influencia que la moda europea ejercía sobre el resto del mundo, era notoria. Por ejemplo, en gran parte del continente americano fue aceptada la corriente de vestidos blancos con adornos negros. Parecía que la moda tenía un oculto duelo, pues para todo había una mezcla de negro, sin embargo, en Nueva York trataban de manejar su propia moda y fue así como le dieron una gran importancia a las faldas y a las blusas”. Vanidad no esperó más tiempo para intervenir: “El corsé se usó durante largo tiempo en el pasado, y tan indiscriminadamente que a menudo eran divulgadas advertencias para evitar que las mujeres sufrieran malestares que llegaban a ocasionar muertes por obstrucciones intestinales y traqueales. Yo, confieso, sí las induje a lucir un talle esbelto, pero la verdad es que las ´gorditas´exageraban en su empeño, logrando con ello graves problemas de salud. Siempre insistí en que se lo quitaran por algunas horas durante la jornada y que debían procurar una hechura perfecta, es decir, ligero, flexible y cerrado por igual”. “Pero no sólo por salud hubo protestas debido al uso del corsé -cortó Moda- sino por estética, pues los pintores y escultores de aquella época externaron su opinión acerca de la exagerada esbeltez del talle de las mujeres, diciendo que representaban una anomalía y deformación por alterar las líneas naturales. Te comento que, con el ajuste de la cintura, las faldas adquirieron tal amplitud que llegaban a medir en su borde hasta cuatro metros”. Vanidad, con irónico tono me preguntó: “¿Crees que el corsé fue sólo usado por las damas de siglos pasados? Si eso piensas, te equivocas, pues también los hombres adoptaron tal sistema de tortura voluntaria. Los excesos de la moda masculina a mediados del siglo diecinueve se hicieron notar con los llamados dandies, personajes que seguían los pasos del rey de la moda George Bryan Brummel, famoso por su pereza y sus trajes irreprochables”.

MODELOS DE CORSES
MODELOS DE CORSES

De acuerdo a los datos que me proporcionó Moda, en 1897 empezaron a darse en el mundo los primeros síntomas de la era de las imitaciones. En Besançon, Francia, el conde Chardonet fundó una colosal fábrica para elaborar el producto de sus incesantes investigaciones: una seda artificial tan bella y brillante como la natural. Desde aquella fecha continuaron creando fibras sintéticas como la de rayón de acetato, descubierta en 1902. Luego vinieron el polietileno, el nylon, hasta llegar a la imitación de la piel en 1963. Y al entrar el siglo XX la moda puso fin al empleo de los postizos para imponer las imitaciones.

ARTISELA (SEDA ARTIFICIAL)
ARTISELA (SEDA ARTIFICIAL)

El modelo moderno de polisón que diseñé es un ejemplo de lo que podemos realizar en esta época inspirados en las ideas originales de siglos anteriores.

DISEÑO MODERNO
DISEÑO MODERNO

Con esta crónica termino el capítulo de la moda del siglo XIX para empezar la del siglo XX.

LA INDUMENTARIA SEGUN MODA Y VANIDAD – SIGLO XIX (2a. de 3 partes)

Moda y Vanidad llegaron a mi estudio hablando al mismo tiempo acerca de un tema que les había pedido el día anterior y no dejaron de hacerlo hasta que, enfadada, le dije a : por favor, inicia con el tema de los bordados del siglo XIX… y así lo hizo, comenzando la narración con su característico tono. “Aunque avanzado el siglo no dejó de hacerse el bordado manual de los trajes, el invento de Joseph-Marie Jacquard, de utilizar en los viejos telares tarjetas perforadas, ¿te das cuenta?, ¡tarjetas perforadas para obtener mecánicamente las telas con los dibujos de colores! éste redujo considerablemente el número de tejedores, ocasionando gran descontento entre el gremio”.

Telar de Jacguard
Telar de Jacguard

Vanidad muy risueña intervino con esta pregunta que ella misma contestó: “¿Sabes cual fue el principio de las computadoras? Pues nada menos que aquel telar automatizado del francés Jacquard. Él marcó la pauta para que el inglés Charles Babbage se convirtiera en el ´padre de las computadoras´ al usar el procedimiento de tarjetas perforadas en un aparato que bautizó como máquina analítica. Y hablando de máquinas, la de coser con motor se generalizó en 1870, iniciándose la era de la costura casera con ayuda de patrones de modas. También fue posible adquirir vestidos elaborados en serie por los grandes almacenes que ya abundaban en toda Europa y América”, -terminó diciendo.

Máquina de coser
Máquina de coser

Y por mi parte añado que en Inglaterra se hicieron famosos los ahuecadores o crinolinas en la parte trasera de los vestidos. Uno de ellos tenía la particularidad de encogerse en el momento de tomar asiento y ensancharse cuando la dama se ponía de pie. Estos ahuecadores, hechos de crines de caballo, fueron los que dieron forma a los polisones, que invadieron el gusto de las damas en la segunda mitad del siglo XIX. Moda me comentó que los vestidos con crinolinas se complementaron con pantalones que llegaron a convertirse en las actuales pantaletas. Estas bragas en su origen fueron simples tubos de lino blanco que bajaron sólo a la rodilla y servían para cubrir las piernas, dejándolas al descubierto del viento indiscreto o cuando se balanceaban las crinolinas. La señorita Bloomer quiso aprovechar esta corriente para difundir una moda revolucionaria en aquel entonces, consistente en falda corta y pantalones abombados largos. Tal innovación no tuvo el éxito anhelado por la señorita Bloomer, pues debió esperar 50 años para que sus famosos “bloomers” fueran lucidos por las damas que montaban en bicicleta.

Señorita Bloomer.
Señorita Bloomer.

“En 1867, Europa y América se vieron invadidas por la moda femenina que desconcertó a los patos”. Así empezó Vanidad entre risas sin oír cuando le pregunté por qué decía eso. Repetí mi pregunta y aún riendo, continuó: “Pues, ¿cómo no, si así lucían las mujeres con el llamado polisón? Y la verdad, creo que los diseñadores se inspiraron en los patos para sus creaciones, pues se trataba de una falda lisa por delante con un abultador en la parte de atrás que hacía caer en cascada los pliegues de la falda recogida”. Mientras Vanidad hacía esa descripción, por mi parte ya diseñaba en mi mente estos dibujos para corroborar lo que ella afirmó, pues creo que tenía razón.

Caricatura patos
Caricatura patos

Moda, muy seria, aseveró: “En aquellos años creció la industria de los postizos. Los había para engrosar y resaltar el busto, las caderas, el trasero, los muslos y la cabeza. Pero, a pesar del gusto que las damas tenían por las crinolinas y los polisones, se dieron cuenta que llegaban a resultar demasiado incómodos cuando empezó a generalizarse el transporte colectivo en los países más industrializados. Y con esto no quiero decirte que tal transporte haya sido decisivo para el cambio de la moda, pero sí ayudó a la creación de ropa más cómoda en todos sus aspectos hasta llegar a la simplicidad de los estilos”.

Postizos.
Postizos.

“La moda de los polisones no sólo quedó en los vestidos del siglo XIX, sino que se extendió a los peinados –continuó diciendo Moda-. Éstos recogían los bucles en la nuca para dejarlos caer igual que colas de polisones, presentando así un conjunto armonioso, complementado con pequeños sombreros llamados bonetes. Alrededor de 1870, Vanidad influyó en el descubrimiento de las anilinas para dar color a las telas”. Al oír esto último Vanidad, dijo hilarante: “¡Fue una magnífica idea mía! Porque inyecté nueva vida a los vestidos de aquella centuria con brillantes y variadísimos matices que hasta la fecha siguen gustando”. Y saltando de gusto, salió de la habitación dando por terminada nuestra charla.

Modelo de polisón y mujer moderna.
Modelo de polisón y mujer moderna.

LA INDUMENTARIA SEGÚN MODA Y VANIDAD SIGLO XIX, (1ra. de tres partes)

Con voz algo chillona, Vanidad empezó a relatarme sus experiencias en el Siglo XIX: “¡Fuera ropa! gritaron las europeas a principios de 1800, manteniendo la modalidad implantada por el pintor Jacques-Louis David durante 15 años más. El modista Leroy cobró fama con los modelos confeccionados para la emperatriz Josefina y su corte, y te cuento que ahí empezó su ascenso la llamada alta costura. Este nombre se lo puso , pues, como notarás, todos los diseños fueron creados para las princesas europeas. Uno de los modelos que impuso fue el de los cuellos de encaje alrededor de los hombros, formando abanicos con escotes muy amplios. Acortó las faldas una cuarta, por consejo mío, y mantuvo el talle alto. Los chales de cualquier clase de tejido fueron lucidos con exquisita delicadeza y coquetería, como ya te había contado”.

Madame Recamier
Madame Recamier

Moda aprovechó una pausa de Vanidad para continuar con el relato a su modo: “Otro elemento de aquella moda llamada Imperio, fue el spencer, al que describiré como el antecesor de tus modernas chaquetas cortas o boleros…”. De pronto, Vanidad, con su característica risa y haciendo ademanes, dijo: “Yo…yo…déjame contar lo que sigue porque si no, aquí muero… esto te va a causar tanta risa como a mí, pues resulta que la moda de los spencers fue iniciada por los varones, pero como consecuencia de un accidente que yo presencié: en una de las muchas reuniones a las que era invitada y a cierta hora de la noche, empezamos todos a percibir un olor a quemado y a ver humo por la estancia. Nos dimos cuenta de lo que pasaba cuando alguien gritó angustiado: era el grito de lord Spencer, de la realeza inglesa, a quien se le ocurrió calentarse de espaldas a una chimenea sin darse cuenta de que el fuego podría alcanzar los faldones de su frac, lo que así sucedió. El lord, después del susto, asumió su carácter muy formal y dijo que a su nuevo modelo recortado le pondría spencer para recordar el chusco accidente. No es necesario contarte que la mencionada chaquetilla se hizo muy famosa, tanto para hombres como para mujeres”.

Caricatura Spencer
Caricatura Spencer

 

Moda y Vanidad, los seres etéreos que me han acompañado a lo largo de esta pequeña historia de la indumentaria, contando sus experiencias y anécdotas, no se quedaron cortas al hablar de la transformación de las mangas de los vestidos femeninos. Contaron que a partir de 1816 las hubo de globo, que dejaban al descubierto los brazos; las de balón, que abombadas, todo cubrían; las de mameluk, largas y con ligaduras para formar pliegues, y las de jamón, voluminosas hasta la exageración.

Modelos de mangas.
Modelos de mangas.

En esa época, y esto lo reclamé a Moda, es notoria la repetición de los modelos pasados: la línea Imperio fue copiada de los griegos clásicos, y la usada en el siglo XVII fue reproducida 200 años después. Los brahones o ligaduras, como los lucidos en las mangas mameluk, estuvieron de moda 300 años antes. A partir de 1800, ya pocos modelos se pudieron considerar originales, aunque los tejidos siguieron evolucionando a favor de la variedad, haciéndolos más accesibles a las clases populares. Ante mi reproche, tanto Moda como Vanidad se disculparon diciendo que la influencia humana era muy fuerte y ellas no podían imponer su voluntad sino únicamente “sugerir“ opciones y que precisamente en esa época nadie las aceptaba. Vanidad siguió hablando acerca de las mangas y aclaró que después de la euforia de la ropa ligera, reapareció en ese siglo la falda larga y amplia, estrechando en consecuencia el talle con el uso del corsé. “A mediados de siglo, continuó diciendo, las telas crinolizadas para faldas adquirieron su máxima popularidad igual que los caballos…“

-¿Los qué?, pregunté intrigada- “Si, si, los caballos, pues utilizaban sus crines para mezclarlas con tela y hacer los extraordinarios acampanados.

Caricatura de armazón
Caricatura de armazón

A este género se le llamó en Filipinas medriñaque y en España miriñaque. Para obtener vuelos más amplios, se ayudaban con armazones de aros de acero, quedando el nombre de miriñaque a todo el conjunto: tela y armazón. Otra tela que se hizo muy famosa fue el tartán, de origen escocés, hecho de lana con cuadros o listas cruzadas de diferentes colores, cuyo uso, recordarás, se remonta dos mil años atrás en Escandinavia. ¿Qué te parece?“.

La indumentaria según Moda y Vanidad – Siglo XVIII (2da y última parte)

Ni más ni menos que exageradísima podríamos calificar la europea de peinados y tocados de la segunda mitad del Siglo XVIII. La variedad de estilos sólo tenía por límite la imaginación. Pregunté a Moda cómo lograban hacer esos monumentos y, para contestarme, recurrió a las caricaturas que se publicaban en aquella época, haciendo mofa de tan sofisticados estilos llamados pouf.

Caricatura
Caricatura

Para confeccionarlos requerían de ahuecadores de crin que daban la amplitud y altura deseadas. Vanidad intervino para contarme: “A los cabellos largos naturales les entretejían mechones postizos, adornando todo el conjunto con elementos del tema escogido, como aquellos que representan a los navegantes o la canasta de flores y frutas. Claro que tal moda no fue muy aceptada por las personas mayores, por lo que algunos idearon la forma de tener contentas tanto a las abuelas como a la juventud. Y, ¿qué crees que hicieron para lograrlo? El peluquero francés Beulard inventó los peinados de resorte, es decir, los que se podían bajar o subir según lo requiriese la ocasión. Muy listo… ¿no?”. Tanto Moda como yo nos reímos de los ademanes que hacía al contar esto.

Reina María Antonieta
Reina María Antonieta

Por otro lado, Moda relató la siguiente anécdota: “María Antonieta, la reina de Francia, se contaba entre los seguidores de esa corriente de peinados voluminosos e innovadores. Un día Vanidad y yo estábamos presentes, cuando a María Antonieta se le ocurrió obsequiar a su madre un retrato de ella donde lucía elevadísimo tocado. Nunca se imaginó María Antonieta la cara de disgusto que pondría la mamá quien, ni corta ni perezosa y como recatada dama, lo devolvió disgustada diciendo que debía tratarse de un error, pues la persona retratada no era su hija, la Reina de Francia, sino una cantante de opereta”. ¡Zas! -murmuró Vanidad-, y las tres comenzamos a reír.

Peinados altos
Peinados altos

“En cuanto a los sombreros varoniles –aclaró Vanidad- el más famoso fue el llamado de “tres picos“. Por cierto que los tres picos fueron obra de la necesidad, pues resulta que las hormas de los sombreros no quedaban bien ajustadas al óvalo craneal, por lo que a menudo tenían que levantar el ala para lograr su efecto ya que no quedaba bien de otra forma. Y como tú sabes que la necesidad es creadora de los inventores, a alguien se le ocurrió dividirla en tres partes, de donde surgió el famoso sombrero de tres picos”.

“Y hablando de los varones -intervino Moda- te diré que con la Revolución Francesa, terminada en 1799, la sociedad masculina sintió la necesidad de buscar en el pueblo lo práctico en su vestimenta dejando atrás los calzones y las medias para dar paso a los pantalones largos y anchos“.

Hombre con pantalón.
Hombre con pantalón.

Moda se quedó pensativa y de pronto volvió a tomar la palabra en tono acusatorio, y señalando a Vanidad dijo: “Ella, es la culpable de lo que te voy a contar acerca de la coquetería de las mujeres europeas de los siglos XVII y XVIII. Aquellas damas, motivadas por Vanidad, crearon técnicas muy ingeniosas para transmitir mensajes al sexo opuesto, como lo hicieron las japonesas al colocar en diferentes formas las agujas de sus tocados. Utilizaron las llamadas “moscas“ en la cara para sus mensajes, que en realidad se trataba de pequeños lunares negros hechos de tela. Las apasionadas se lo ponían en el rabillo del ojo, las juguetonas en un hoyuelo de la mejilla, las discretas en la barbilla, las deseosas de un beso en la comisura de los labios, las que se consideraban majestuosas lo colocaban en la frente. También existieron lunares encubridores, es decir, los que disimulaban algún grano indiscreto. Y te cuento más, cuando el granillo salía en la comisura de los labios y ahí colocaban la mosca, sucedía en ocasiones que algún despistado galán le daba el beso que él pensaba estaba esperando la dama en cuestión, llevándose tronada bofetada. A Moda le gusta recordar esos momentos entre risas”. También reí de buena gana, dando fin a esa conversación.

LA INDUMENTARIA SEGÚN MODA Y VANIDAD-SIGLO XVIII (1era. de 2 partes)

Cuando se habla de Luis XV no se puede olvidar el mencionar a madame Pompadour como la reina de la en la corte francesa. Ella impuso el vestido a la francesa, que vino a ser una evolución de los estilos flotantes en forma de campana, logrados por los pliegues de hombro a hombro que dejaban caer la tela libremente por la espalda. Moda me contó que debajo de tal prenda usaron el panier, formado por una enagua de más de diez metros de tela montada en aros de mimbre o ballena. Vanidad intervino para decir que tal panier no tenía nada de original, pues años atrás, en España, se le llamó guardainfante, pollera o tontillo, moda que fue duramente criticada por el resto de Europa.

Madame Pompadour
Madame Pompadour

Los trajes a la francesa y a la polonesa se divulgaron rápidamente por todo el mundo gracias a los figurines que comenzaron a circular, tales como La Galería de Modas, El Correo de la Moda o el Diario de lujo y de la Moda. El rosa y el azul celeste fueron los colores predominantes de esta moda, la que alegró los rostros de las españolas quienes por décadas usaran el negro en sus vestidos.

Vanidad se expresó como sigue respecto a la moda masculina: “Las prendas principales del traje europeo masculino del siglo XVIII fueron la casaca, la chupa y el calzón. La chupa o chaleco consistía en una chaqueta a medio muslo, abierta por delante con tres o cuatro botones para dejar ver la camisa y corbata de encaje. Las mangas por debajo del codo daban paso a las de la camisa, que terminaban en puños también de encaje”. Respecto a esta descripción me asaltó una duda y le comenté a Vanidad que hablaba de un chaleco y hasta donde yo sé, los chalecos no tienen mangas. “En tu presente -contestó irónica-, pero en aquella época el nombre de chaleco fue tomado de una prenda turca llamada yalak, que podía o no llevar mangas. La casaca o frac llegó hasta las rodillas y se dejaba siempre abierta para lucir el chaleco y la camisa. Sus mangas remataban con amplia vuelta. El calzón o culotte era usado también hasta las rodillas, donde se fundía con las medias, e iba provisto de bolsillos. Por esta descripción te darás cuenta que los trajes masculinos no han sufrido grandes transformaciones. A Moda y a mí nos ha costado muchísimo trabajo hacerles cambiar, pero ¡son difíciles!… fíjate, siguen usando los mismos elementos: chaqueta, chaleco y pantalón, además de camisa y corbata. Sin embargo, las mujeres, ya ves, suben y bajan la falda o la dejan en medio, elevan el escote o lo bajan, llevan pantalón o lucen falda, en fin, toda una gama de opciones para variar su vestuario, claro que todo ello me lo deben a mí, pues ellas sí son dóciles y aceptan mis sugerencias. ¿Qué te parece?”. Mil gracias en nombre de todas las mujeres, le dije a Vanidad.

Pareja con modelo a la polonesa y traje de hombre
Pareja con modelo a la polonesa y traje de hombre

Las grandes influencias en las modas europeas del siglo XVIII, fueron primero las de Antoine Watteau, creador de los vestidos flotantes con pliegues de hombro a hombro que dejaban caer la tela por la espalda y posteriormente Jacques-Louis David y Marie-Jean Bertin, diseñadora de la reina María Antonieta. El regreso a la simplicidad clásica en la época de la Revolución y el Imperio franceses se debe precisamente a los dibujos de Jacques-Louis David. Las mujeres dieron acogida entusiasta a los trajes de siglos atrás, descubiertos otra vez por él y confeccionados con tejidos muy ligeros, haciendo resaltar los estampados de bajo costo que permitían renovar con más frecuencia el guardarropa femenino.

Diseño de Antoine Watteau
Diseño de Antoine Watteau

Vanidad se vanaglorió de este cambio, expresándose así: “Traté de suprimir los corsés, los paniers y los abultadotes, pues me di cuenta que con todo ello las mujeres no podía lucirse tal y como eran. Claro que quitando el exceso de ropa, las damas se veían casi desnudas al vestir simples túnicas y sandalias griegas, por lo que el frío caló sus delicados cuerpos, viéndose obligadas a adoptar los coquetos chales de tul que diseñé para ella y que llamaron fichú“.

Dama con chal
Dama con chal

También puse en práctica infinidad de formas, para lucirlos, y enviar mensajes sensuales, como el dejarlo caer coquetamente para descubrir un hombro, o deslizarlo con desenfado escalera arriba como si arrastrara un estambre para que el minino lo siguiera, confieso honestamente que en esto de la coquetería tuve algo que ver y me enorgullezco de ello“. Y así terminó Vanidad su relato.

LA INDUMENTARIA SEGÚN MODA Y VANIDAD. SIGLO XVII – 2da. y última parte.

El Siglo XVII fue testigo de una de las modas europeas más risorias: el RINGRAVE, de origen holandés y puesto en boga en París. me contó que se trataba de una falda-calzón con ancho de 1.80 mts. cada pierna, ajustado a la rodilla con cordones y exornado con un friso o guarnición con cintas. Conviene recordar que duró menos de una década tal moda de faldones, la que consideraron ridícula los más pensantes de la época, sin embargo, todos aquellos creadores de modas que en uno u otro momento fueron catalogados de excéntricos o ridículos son también merecedores de admiración, porque tantos cambios como realizaron fue simplemente en busca de lo que ahora tenemos.

RINGRAVE
RINGRAVE

Moda continuó diciendo: “La evolución de las gorgueras y golas del siglo XVII en Europa se volcó hacia los alzacuellos con pecherín que ahora usan los clérigos, saltando luego a la corbata”. Vanidad interrumpió el relato de Moda para decirme que la palabra corbata proviene del regimiento croata que en 1636 estuvo al servicio de Francia, y que usaba una banda de tela alrededor del cuello anudada al frente. Los franceses le llamaron CRAVATE, los italianos CRAVATTA, los ingleses CRAVAT o NECKTIE, los alemanes KRAVATTE o HALSBINDE y los españoles CORBATA, describiendo el término al famoso pañuelo que los soldados croatas usaban para su cobijo.

CORBATAS
CORBATAS

¡Más de tres siglos usando la corbata! ¿Qué magia tendrá, que los varones se niegan a dejarla? ¿Ejercerá el mismo encanto y sensualidad que en las mujeres tienen los collares? ¿O será la forma en que Moda y Vanidad esclavizan a los seres humanos? Sea cual fuere la razón, el hecho es que los hombres siguen usando la corbata como adorno y sello de buen vestir. Vanidad no perdió tiempo para recriminarme por mis pensamientos, pero accedió a contarme más acerca de la corbata: “Honorato de Balzac, el novelista francés, encontró tan apasionante el hecho de acomodarse adecuadamente la corbata, que publicó en Italia un manual con 16 lecciones para anudársela con el estilo preferido. Brummell, personaje inglés famoso por su extremada elegancia y exquisitez en el vestir, gracias a mí, pasaba horas ante el espejo tratando de lucir la corbata a su gusto, bueno, en realidad era al mío”. Así terminó Vanidad, pero en mi mente surgió esta reflexión: aunque lo nieguen, Moda y Vanidad se aferran a ciertos cánones, y no dan pauta para salirse de ellos sin su autorización. Y así, he comprobado que tiene más aceptación en el ámbito mundial de los negocios el hombre que luce traje oscuro, camisa blanca y discreta corbata, y también aquel que nunca lleva corbata más clara que la camisa a pesar de los esfuerzos que hacen los jóvenes para lograr cambios.

SOMBREROS
SOMBREROS

Para terminar este capítulo, le diré que, como en todas las prendas que han usado hombres y mujeres, los sombreros masculinos han sufrido asimismo grandes cambios a lo largo de su historia. En 1600, por ejemplo, encontramos el estilo cubilete, la gorra, el ondulado y el espadachín, que recuerda a los Tres Mosqueteros, con su triple penacho de plumas y el estilo puritano inglés adoptado preferentemente por las mujeres, aunque prefirieron velos o capuchas cuando salían de casa.

LA INDUMENTARIA SEGÚN MODA Y VANIDAD, Siglo XVII (1ra. de 2 partes)

Un día, Vanidad llegó a mi estudio mostrándome parte del dibujo aquí ilustrado y me preguntó con suspicacia: “¿Puedes adivinar a quien pertenecen estas piernas? ¿Verdad que son de mujer? -al notar mi desconcierto continuó-: tienes razón, la postura y musculatura de sus piernas denotan que no son femeninas. Es una broma, pero ya en serio, parece mentira que el estilo de este traje del Siglo XVII, trescientos años más tarde fuera adoptado por las mujeres“.

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“Tu sabes –continuó diciendo Vanidad-, las telas bordadas, los zapatos y medias decorados, el faldón a medio muslo… en fin, todo aquello que constituía la masculina de las cortes europeas de ese siglo, pasó a ser moda exclusivamente femenina, pues los hombres cayeron en la sobriedad. Francia, España e Inglaterra se colocaron a la cabeza de la moda, desarrollando el estilo barroco o rococó. El encaje continuó su marcha ascendente tanto en cuellos como en puños, adornos de camisas y faldas siendo Holanda y Bélgica los países que destacarían en la manufactura de los más encantadores y delicados”.

Caricatura del llamado plato de San Juan.
Caricatura del llamado plato de San Juan.

Moda intervino para comentar: “ Las golas de muselina, ornadas con encajes de bolillo, constituían el complemento indispensable del buen vestir de aquella sociedad. ¡Y qué decir de las gorgueras! Éstas cobraron tal dimensión que se hizo necesario alargar el mango de las cucharas para facilitar la alimentación de quien las usaba. En invierno, no faltaron los manguitos y guantes de pieles finas así como el antifaz que se había generalizado en el siglo anterior, gracias a tu amiga Vanidad. También debemos a ella las exageraciones que surgieron en aquella época respecto a los guardainfantes, pues los hizo crecer en tal forma en el reinado de Felipe IV que difícilmente cabían las mujeres por las puertas de las iglesias”, concluyó Moda.

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Vestido voluminoso

El tacón en los zapatos femeninos se generalizó manteniéndose la moda del chapin y la chinela, con tacones de los llamados “de siete pisos”. Al Siglo XVII se le llamó en Francia “El Gran Siglo”, gracias al reinado del Rey Sol, es decir Luis XIV, quien gobernó durante 70 años. Al hombre se le recuerda con enorme peluca, zapatos con tacones rojos y un aire de sublime elegancia. Enseñó a los europeos el arte del buen comer, del buen vivir y, a su manera, el arte del bien vestir. Vanidad, con su imaginación tan despierta, me condujo de la mano al Palacio de Versalles, donde me hizo verlo habitado por unas diez mil personas. Las damas luciendo faldas con drapeados agrupados en la parte trasera y acentuado su volumen con una almohadilla, cuellos y mangas de encaje y peinados altos, adornados con moños y pedrería. Los varones portando casacas largas brocadas guarnecidas con botones, y pantalones ajustados que llegaban a la rodilla para unirse con las medias de seda. Los zapatos masculinos con punta cuadrada y un ir y venir de oleadas de perfumes con diferentes aromas, mezclados con el olor personal que dejaba en los salones la presencia de sus habitantes. Vanidad también me hizo notar las pelucas de todos los tamaños y estilos desfilando por los pasillos interminables del palacio, mientras que su risa me despertó del sueño que estaba viviendo al contarme:

Pelucas
Pelucas

“Deducirás por lo que te hice ver y sentir, que aquellos europeos no tenían el más mínimo respeto por la higiene, así que, debido a ello, proliferaron los parásitos que se alojaban en sus cabelleras hasta el grado de imponer en la gente la necesidad de afeitar sus cabezas y llevar pelucas, las cuales puso en boga el padre de Luis XIV cuando tuvo que raparse a causa de una enfermedad. Ahora ya conoces el origen de las pelucas en Europa” –terminó diciendo Vanidad.