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Lupita Garnica (Kalónico)
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Kalóniko (Lupita Garnica)
Durante más de cuatro décadas fue la asistente personal del periodista mundialmente conocido Jacobo Zabludovsky. En ese tiempo aprendió la mecánica del periodismo, misma que aplicó a su afición preferida: investigación de la historia de la indumentaria. En Televisa creó y dirigió una serie de cápsulas acerca de la historia del traje, transmitida tanto en Televisa como Galavisión con cobertura internacional. Produjo un videocasete sobre la historia del traje con tres horas y media de duración.
En prensa publicó artículos acerca de la historia del traje ilustrados con diseños suyos en los diarios Novedades, Ovaciones, El Heraldo de México, Summa y colaboró en el periódico Reforma con una columna semanal que también fue subida a Internet con el título de Moda y Vanidad, durante más de diez años. Sus artículos fueron solicitados en las revistas: Varón, Vogue, Hombre Saludable, Voices of México (en inglés), la revista Carolina y la revista española Dunia.
Ha editado en México el libro “La historia del traje“ con Editorial Diana, ahora de Planeta, y en España “Caprichos de la moda“ con la Fundación Hispano-Mexicana Castilnovo, Madrid 2011. Libros inéditos: “Trajes típicos de las Américas“, “Diccionario del vestuario“ y “Así te ven, así te tratan“. Actualmente vive en Benidorm (Alicante) España y es coautora del blog:
www.kaloniko-nykur.blogspot.com
Diseñadora de modas, de todos sus dibujos y de las portadas de cuatro libros y un disco LP.
Desde épocas muy remotas los nudos han tenido su presencia en el vestuario humano: los primeros habitantes ceñían sus prendas con tiras de piel anudadas, también desde hace milenios los esquimales unen aún sus pieles con nudos de tripas de foca, los aztecas hacían un gran nudo para fijar sus tilmas y, el nudo de la corbata no pasa de moda. Pero no sólo en la ropa se utilizan nudos: aunque hay más de 3,500 reconocidos, son famosos los antiguos quipus (cordones de colores anudados), sistema de comunicación entre los Incas, los nudos náuticos, los llamados de enamorados que se remontan al siglo 17, los marineros, los de regalo y, por supuesto, el nudo Gordiano.
CABALLOS DE MODA
En la antigua Roma se consideraba rico a quien poseía al menos un caballo y además era miembro de la Orden Ecuestre. Aquellos que poseían caballos tuvieron, además, que adoptar la «moda bárbara» de los pantalones. Les llegó de Esparta el perízoma, consistente en calzones muy estrechos y cortos que, después de analizar, los aceptaron al darse cuenta que protegían de rozaduras. En el presente, poseer 525 caballos (HP) contenidos en un Rolls-Royce también es signo de riqueza. Por fortuna el que conduce tal auto no necesita adoptar determinado tipo de vestuario.
Muchos personajes del siglo XIX, orgullosos de sus nombres, verían hoy -si pudieran- en lo que se convirtieron: lord Raglán es ahora un estilo de mangas; el conde Cardigan se convirtió en chaqueta de punto; lord Spencer en chaqueta corta; Amelia Bloomer en calzones anchos; el trapecista Jules Leotard en pantimedias; lord Wellington en botas altas, sin vuelta en su borde; el modesto Levi Strauss en pantalones; el duque de Norfolk en chaqueta de tweed y Maillot en mallas, por mencionar sólo algunos.
ARGUCIAS FEMENINAS
Siglos y siglos pasan y las mujeres continúan luchando por la igualdad de derechos entre ambos sexos, y para conseguirlo han tenido que recurrir al disfraz: en la ciudad de Brooklyn, USA, allá por 1897, sucedió que un electricista fue sorprendido por una descarga eléctrica que lo desmayó. Fue conducido al hospital y menuda sorpresa se llevó el médico en turno al pretender auscultar el área de su corazón, pues se dio cuenta de que se trataba de una mujer. Cuando ésta reaccionó, explicó que había adoptado los trajes de hombre para conseguir trabajos mejor remunerados.
Mis etéreas amigas Moda y Vanidad volvieron a contactar conmigo, pero esta vez no las vi tan contentas y joviales como siempre. Les noté caras tristes y después de saludarme, Moda comenzó a expresar el sentimiento de ambas: «¡Querida amiga! Durante largo tiempo hemos disfrutado contándote nuestras experiencias acerca de la indumentaria de los antepasados y la regional actual. Nos hemos divertido mucho recordando todos los cambios que ha vivido la humanidad en su diario vestir. Pero… y aquí nos entristece decirte que ahora nos han encomendado otra misión que nos alejará de ti por algún tiempo».
Yo me quedé sin saber qué decir pero sentí que mis ojos se humedecían de tristeza y, sacando fuerzas de mi interior, les dije lo mucho que sentiré al prescindir de su presencia y de sus sabias charlas, pero que esperaba que no durara mucho tiempo su ausencia.
Vanidad intervino para decir: «No te deprimas querida amiga, cuando regresemos te pondremos al corriente de todo lo que hicimos». Y diciendo esto las dos a un tiempo me abrazaron mientras que mis lágrimas corrían por mis mejillas y entre ellas pude ver cómo mi amigas iban desapareciendo de mi vista sin moverse siquiera.
Pasaron unos días en los que decidí mientras tanto continuar con artículos curiosos relacionados con la vestimenta y otros temas. Titulé la serie de mis próximos artículos TEMAS CURIOSOS, con los que comenzaré el próximo jueves. Espero sean del interés de mis amables lectores.
Moda y Vanidad han vivido miles de vidas y sin saber por qué, se materializaron frente a mi para ilustrarme acerca de la indumentaria típica del mundo.
Yo acepté con gusto pues mi intención era precisamente acumular datos para formar un libro y editarlo.
En esta ocasión Moda y Vanidad continuaron con la descripción de los trajes regionales de México. Y como siempre, Vanidad se adelanta con sus altibajos de voz para hablar sobre otro de los trajes mexicanos:
“Quiero decirte que los bordados que me encantaron son de las zonas de Nayarit y Jalisco, donde habitan los huicholes. Sus trajes van bordados profusamente con grecas, mariposas, flores y una serie de diferentes animales, entre los que destacan los venados y las serpientes. El traje masculino se compone de pantalón, camisa bordada, pañoleta rectangular con franja de franela roja colocada sobre los hombros, cinturón tejido del cual penden unas pequeñas bolsas, sombrero de paja con fieltro y sandalias”.
Moda interviene para expresar su preferencia: “A mí me gusta muchísimo el traje maya femenino. Me parece muy elegante el que actualmente lucen con esos delicados bordados en el escote cuadrado y bandas en la falda, sobre tela muy fina.
Y qué decir de los huipiles bordados con elementos que describen el cosmos y a los seres sobrenaturales que según sus creencias hicieron florecer al mundo. Una belleza en tejidos que en su tiempo sorprendió a los conquistadores y en el presente continúan siendo admirados”.
Vanidad, en este ocasión muy propia, levanta la mano para pedir la palabra. “Te comento que las indígenas nahuas, del estado de Puebla, mismo lugar de donde surgió el traje de China Poblana, lucieron por muchos años el llamado “enredo”, consistente en una falda en color marrón o negro ajustada a la cintura con una faja tejida con el mismo material. La blusa es de manta blanca rematando el atuendo con un “tápalo” negro de lana ornamentado con bordados de estambres multicolores. Y te comento que la mayoría de los trajes indígenas que hemos descrito, se siguen llevando en sus lugares de origen”.
“Te diré, -intervino Moda- que Vanidad tiene razón al llamar “tápalo” a lo que usan las nahuas, ya que antes de surgir el nombre de rebozo, así le llamaron al manto que los frailes católicos obligaron a las indígenas de México a cubrirse la cabeza para entrar a los templos. Claro que esa prenda les vino bien, pues tanto lo usaban para cubrir su cabeza, como para cargar a su pequeño hijo, o para llevar mercancía o resguardarse de la lluvia.
Al rebozo se le denomina en lengua náhuatl “cenzotl”, que significa más de 400 colores. Los rebozos que adquirieron más fama son los que se confeccionan en Santa María del Rio, estado de San Luis Potosí y se confeccionan rebozos de seda tan finos, que se pueden deslizar dentro de un anillo”, terminó diciendo Moda y como siempre, las dos desaparecen de mi vista, dejándome la imagen de un rebozo de seda.
Moda y Vanidad me sorprendieron cuando llegaron bailando al son de un lejano sonido que identifiqué como el jarabe tapatío. De inmediato, Vanidad, vestida con un traje de china poblana comenzó a relatar su visión de los trajes populares de México: “Este traje nació en el estado mexicano de Puebla y según recuerdo, su creadora fue Mirra, una princesa china llevada a México como esclava en un galeón de Manila. Al transcurrir el tiempo y por sugerencia mía, el traje de las sirvientas, lo bordó con lentejuelas y chaquiras formando el escudo nacional mexicano, es decir, un águila devorando una serpiente ya fuera en la falda o en la blusa.
Y fue así como la población, comenzó a respetar la mencionada indumentaria convirtiéndola, junto con el traje de charro, en el típico vestuario representativo de México”.
“¡Pero ya déjame hablar!” -replicó Moda molesta tomando la palabra: “En esta ocasión, uno de los trajes que más me gustó fue el de la tehuana, rico y vistoso con un marco de tela alrededor del rostro, igual que la llamada sobina, usada en una región de España”.
“Lo que más me llamó la atención -dijo Vanidad de nuevo- es el uso de la llamada jícara en la cabeza usada tanto como tocado o como vasija para beber agua. Esta modalidad también es característica de los triques del norte de Oaxaca”.
¿Y qué me dicen del traje de los tacuates? Pregunté curiosa. “Ah, dijo Moda, ellos son pobladores de Zacatepec, Oaxaca, llevan una túnica o camisa larga de algodón con mangas, que aunque cierra en el puño, van abiertas en los costados interiores. La otra pieza del conjunto es el calzón amplio y largo a medio muslo y extremos bordados. La túnica se prolonga para después doblarla y ceñirla a la cintura con una faja de lana tejida”.
“Si nos vamos al norte de la República, -continuó- llegaremos a la tierra de los tarahumaras, donde las mujeres visten varias faldas sobrepuestas. La tela que utilizan es generalmente de algodón y en ocasiones lucen la cretona floreada. El pelo es sostenido con una larga banda que denominan coyera, lucida tanto por hombres como mujeres”.
Y así terminó su relato Moda con el visible enojo de Vanidad, quien la apresuró para desmaterializarse.
Con su voz cantarina, Vanidad entró a mi estudio, delante de Moda para decir: “Ya regresamos para seguir mostrándote la variedad de trajes típicos de España”. “Te cuento –dijo- La región de Navarra en España nos deja ver otra de sus tradicionales y originales prendas. Se trata de una capa en paño muy grueso y con un corte muy novedoso, usada por las pastoras de Villanueva de Aezkoa.
Contrastando con esta indumentaria tan sobria, disfruta ahora del brillante colorido de los danzantes de Anguiano en la región de La Rioja. Estos danzantes tienen dos particularidades: usan vestuario femenino y bailan encima de zancos. Sobre unas enaguas blancas almidonadas lucen faldas amarillas muy plegadas. El bolero o chaquetilla la confeccionan de muy diversos colores, complementando su vestuario con una camisa blanca”. “Sigue tu le dijo a Moda mientras bebo una limonada”.
“Bueno, ya que me permites hablar, me gustaría que vayamos a Salamanca, una provincia muy rica en folclore. Sus magníficos trajes son disfrutados en sus fiestas como el popular traje charro. Los hombres lo llevan con ajustados pantalones cortos con botones de plata como adorno. El chaleco también va ceñido con botonadura de plata. Camisa, faja y calcetas complementan el estilo charro de Salamanca.
En cuanto a las mujeres, las vemos luciendo sayas de paño fuerte y sobre de ellas hasta tres manteos, especie de faldas en colores diferentes.
Pañoletas de encaje y dengue bordado son las características de estos trajes femeninos charros.
En Salamanca, las armuñesas lucen una prenda muy peculiar denominada sobina de color rojo y abundantes bordados rodeada de un amplio volante de seda”. Terminó su descripción Moda.
De inmediato intervino Vanidad: “La formalidad del vestuario del norte de España tiene su contraparte en Andalucía, donde la alegría, la vivacidad y el color se hacen notorios en sus trajes.
El tradicional y mundialmente conocido vestuario español es el andaluz, ligero y vistoso, confeccionado en percales de vibrantes colores
Lo que también llama la atención en Andalucía, independiente de su vestuario, es la forma en que las llamadas aguadoras transportan el agua de una fuente común a sus hogares: imagínelas ascendiendo con pies ligeros la colina que lleva a sus casas”.
“Pero, desde luego que no siempre hay alegría en esa región”, -intervino Moda- también padecen días de luto y tristeza y para que los demás lo noten, acostumbran en algunas aldeas cubrirse totalmente la cara con el método de la falda recogida usada en Ochagavía”.
Para terminar con este corto recorrido por la indumentaria popular de España mis etéreas amigas me dejaron la imagen de las prendas conocidas internacionalmente como representativas de ese país, las mantillas y los mantones.
Moda y Vanidad, mis etéreas amigas regresaron de un largo viaje por España y llegaron tan alegres atropellándose al hablar que ni podía entender lo que decían. Así es que las calmé y logré que sólo hablara Moda:
“Te cuento que hay una gran variedad de trajes populares en España, pues cada región adoptó un traje diferente y tan distintos unos de otros que parecen pertenecer a países muy distantes.
En Montehermoso, allá en Extremadura, me sorprendió el traje que visten las mujeres en sus celebraciones pues aparentemente se trata de un conjunto formado por la esclavina, llamada dengue y una falda muy amplia… pero no… debajo de esa falda llevan una serie de refajos de diferentes colores, los que hacen exagerado el volumen de la misma.
El sombrero que lucen es de lo más lujoso y complicado. Está adornado con cordones, cintas, botones, estambres y espejos.
Por cierto que las graciosas montehermoseñas usan los espejos que lleva la amiga o compañera en su tocado, para ver su imagen reflejada mientras gozan de una amena charla”. Me dirigí a Vanidad para expresarle con cierta burla: ¡seguro que esa fue tu idea Vanidad!
Vanidad, sin replicar, pero con cara de nostalgia intervino para decir: “En Ávila recordé que en tiempos muy remotos admiré la originalidad y uso que hacían las lugareñas de sus dos faldas sobrepuestas.
Las confeccionaban en paño oscuro y acostumbraban levantar la parte trasera hasta la cabeza para cubrirla, sirviendo de abrigo o, para cargar algunas cosas si levantaban la parte delantera. Complementaban el vestuario con una blusa, un chal y un delantal. En esta nueva visita no encontré en uso este tipo de indumentaria, pero quiero que veas lo que ahora lucen”, terminó diciendo Vanidad.
Intervino Moda para comentar: “En cuanto al vestuario masculino, éste consta de camisa, chaleco y pantalón. El chaleco va provisto de solapas profusamente bordadas y una serie de botones de plata. La botonadura se repite en el corto pantalón rematándolo con borlas colgantes”.
Vanidad intervino de inmediato para decir: “En Ochagavía, Navarra, son muy populares los trajes de agua que manejan la fórmula de dos faldas sobrepuestas con una de ellas echada sobre la cabeza. Los amplios tableados le dan un toque original y armonioso.
Pero antes de dejar este relato para nuestra próxima visita, te dejo la imagen del traje típico madrileño que data del siglo XIX pero continúa con sus mismos elementos, sin olvidar el famoso mantón de Manila confeccionado en seda y profusamente bordado”. Y diciendo esto Vanidad, las dos se marcharon con un ademán de manos.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que no sentí la llegada de mis etéreas amigas Moda y Vanidad, hasta que las oí discutir acerca de las exageraciones que Vanidad convence a ciertas damas para recargar de adornos sus trajes. Moda es más discreta en sus sugerencias aunque a veces llega a la austeridad.
Yo me inclino a menudo por los consejos de Vanidad que dan a los trajes femeninos y hasta los masculinos más vida y alegría.
Vanidad cortó la discusión diciendo: “Me encantó la Suiza de hoy y me gustó mucho que continúen con sus tradiciones haciéndolas resurgir en sus fiestas y celebraciones.
Siguen usando el cuerno alpino, ese instrumento musical típico de ellos y no olvido el canto tirolés”. A un respiro de Vanidad, Moda interviene: “Y no olvides su famosa industria relojera y… ¡Los quesos!”, Interrumpió Vanidad.
¿Y qué me dicen de los trajes de la guardia suiza pontificia?, pregunté: “Muy vistosos –contestó Vanidad-, pero de ellos te hablaremos cuando regresemos del Vaticano”.
“Mejor te dejo con esta imagen de un carnaval en Suiza”. Y diciendo esto se volatizó junto con Moda.
A los nacidos en sitios tropicales o semi tropicales les es difícil adaptarse a lugares fríos como los nórdicos, pero los nacidos en esas zonas como los suecos, durante largos meses sueñan con el verano, y cuando éste llega, no hay poder humano que les impida disfrutarlo a lo largo de sus playas y parques, o en una simple banca en la calle.
“Tienes razón –me dijo Moda– externan su alegría de verano con fiestas populares donde visten gran variedad de modelos típicos. Suecia cuenta con 37 trajes regionales conocidos.
Y en Laponia, donde en verano el sol no se pone durante mes y medio, sus habitantes visten en festividades estos tipos de trajes”.
Vanidad se apresuró a comentar: “También en el norte de Suecia su indumentaria parece no haber cambiado desde la Edad Media. Muy peculiar es el cuello de la blusa que en Yestrikland lucen sus habitantes en tiempos de fiesta.
Y en casi todos los modelos femeninos suecos destacan los delantales que combinan con el resto del vestuario”.
“En Soderman Land y Smoland -interviene Moda-, en el sur de Suecia, llevan como prenda de cobertura una abrigadora capa que armoniza con sus vestidos. En Dalarma, el centro de Suecia, el rojo y el negro son los colores que más disfrutan las damas en su vestuario”, terminó Moda apresurando a Vanidad para desaparecer, y así lo hicieron.
Pero yo quiero agregar que Skone o Escania, es la parte más meridional de Suecia y la más conocida por su deliciosa comida y sus innumerables castillos.
Encontré a Moda y Vanidad sumergidas en mi piscina. Cuando me oyeron llegar cargada con la compra, de inmediato salieron y se unieron a mi para ayudarme a colocar los alimentos en su lugar. Después de ello se apoltronaron en mi salón y empezó Vanidad a relatar su viaje a Paraguay:
“Los guaraníes fueron durante muchos siglos los habitantes de los antiguos territorios de Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay. A la llegada de los europeos a Paraguay existía la raza guaraní, cuyo idioma es uno de los dos oficiales del país actualmente”.
Moda tomó la palabra para decir: “Hay dos trajes femeninos que podrían considerarse los nacionales de Paraguay. Uno de ellos es el que lleva un tejido llamado “ñandutí” (palabra guaraní), que semeja una tela de araña y te diré que me encantó ese tejido. ¡Está tan bien elaborado!”. Así terminó Moda su comentario dejando su vista fija en el infinito como recordando aquellos tejidos.
Vanidad también mostró interés en el ñandudi, por lo que agregó: “Los bordados son muy vistosos. El otro traje es el confeccionado con tela de gasa, muy amplio, con volantes entre los cuales va un bordado también con nombre guaraní: “ahó-po-í”.
“Ah, -continuó- los hombres llevan un sencillo conjunto blanco de pantalón y camisa adornada con bordados. Algunas veces lucen un pantalón azul oscuro y camisa blanca con pequeños bordados, pero siempre portan una faja.
Esta indumentaria es especial para lucir en sus fiestas como el día de su Independencia el 14 de mayo, o el día de la Virgen de Ca á cupé, la patrona de Paraguay, celebrada el 8 de diciembre”. Y así, dejándome la imagen de una danza paraguaya, las dos volvieron a sumergirse en la piscina y ya no regresaron.